La industria farmacéutica y sus gigantescas empresas trabajan a toda prisa para desarrollar una pastilla que sirva para perder peso. Tras el rotundo éxito de los inyectables Ozempic o Wegovy contra la obesidad, con ventas millonarias y famosos que admiten su uso sin rubor, los laboratorios tienen frente a sí el desafío de abarcar ese mercado. Pero no hay milagros garantizados.
El Político
Crear una píldora que se tome una vez al día y que produzca el mismo efecto de adelgazamiento que los inyectables disponibles desvela a los fabricantes.
No es sólo por un tema de salud y de combate a la silenciosa pandemia de obesidad. La razón de la carrera farmacéutica es también la cantidad de ceros a la derecha del enorme mercado de quienes quieren llenar los estándares sociales de belleza.
Este mercado, según las estimaciones, podría tener un valor de 100.000 millones de dólares en una década. Se nutre de la necesidad de adelgazar de millones de personas en el mundo, bien sea por motivos estéticos o de salud.
Todo comenzó por la diabetes
Cabe recordar que Ozempic fue el pionero del boom de medicamentos anti-obesidad. No fue creado para eso sino para controlar la diabetes tipo II, es decir, en pacientes que no dependen de la insulina. Sin embargo, debido a su efecto adelgazante, Ozempic se convirtió en un fenómeno cultural.
Su uso no autorizado para bajar de peso fue noticia cuando todos los famosos y millonarios comenzaron a revelar en entrevistas que estaban usando Ozempic. Eso desató la locura de las compras y los diabéticos se quedaron sin el tratamiento creado para ellos.
Recientemente, en reuniones de la Asociación Estadounidense de Diabetes en San Diego, se pudo entrever que Ozempic ya no está solo en el Olimpo. Hay todo un desfile de nuevos tratamientos para la obesidad.
Entre ellos está una píldora que contiene un principio activo llamado orforglipron y es una nueva forma oral de semaglutida (que es lo que contienen Ozempic o Wegovy).
Los nuevos datos también sugieren que las inyecciones que contienen tirzepatida o survodutide pueden funcionar mejor que la semaglutida.
También hay un compuesto llamado retatrutida que, aparentemente es el mejor de todos. Incluso sus efectos se comparan con los de la cirugía bariátrica.
Pero, aunque resulta esperanzador que la ciencia avance en la ayuda a quienes padecen de obesidad. No es menos cierto que cada uno de estos medicamentos milagrosos tienen efectos secundarios que pueden resultar difíciles de soportar y no constituyen una panacea.
“Orforglipron”, el sucesor de semaglutida (Ozempic), termina su fase II.
Veremos en qué queda, y esperemos que, a diferencia de su “precesor”, muestre un poco más de eficacia en el mundo real.
New Oral GLP-1 Agonist for Obesity, Type 2 Diabetes https://t.co/OpmAf05Glg vía…
— Martín Carrizo (@martincarrizo_) June 25, 2023
Variedad contra la obesidad
Por un mecanismo mental, las personas necesitamos darle un nombre conocido a las cosas. En medio de este boom de medicamentos anti-obesidad o para perder peso, Ozempic se ha convertido en un nombre genérico.
La gente llama Ozempic a las nuevas pastillas, a otras inyecciones que cumplen más o menos la misma función, e incluso a píldoras que se venden en tiendas naturistas. Pero no son la misma droga ni contienen los mismos principios activos. Eso puede ser muy peligroso.
Lo cierto es que es tanto lo que el mercado ofrece actualmente para perder peso, que la variedad resulta desconcertante: algunos medicamentos pueden ser más baratos o más convenientes que otros, algunos pueden ser más fuertes y tal vez entre las opciones exista una que tenga menos efectos secundarios desagradables.
Pero eso dependerá de cada paciente, porque cada organismo reacciona de una manera diferente. Por eso ninguna fórmula es única ni es mágica.
Suprimir el apetito
Es cierto que todas estas drogas son similares a un punto: Se dedican a algo que muchos hemos deseado, que es suprimir el apetito.
Los informes describen un conjunto de medicamentos con una fuente de acción común: cada uno sirve para activar un receptor de una hormona llamada GLP-1, que suprime el apetito y hace que se libere insulina. Pero liberar insulina puede agotar al pancreas. No es algo que se pueda hacer sin supervisión médica, ya que hay muchos otros efectos corporales.
La liraglutida fue el primer fármaco de este tipo que se aprobó como tratamiento para la obesidad y ha estado disponible para ese uso desde 2014. Otro fármaco que afecta al mismo receptor, la dulaglutida, también ha estado disponible para tratar la diabetes durante años.
La semaglutida llegó unos años más tarde, primero como una inyección para la diabetes (Ozempic), luego en forma de pastilla (Rybelsus) y finalmente como una inyección de dosis más alta que fue aprobada para bajar de peso (Wegovy), indica un artículo publicado en The Atlantic.
Se están trabajando en más medicamentos de este tipo, pero elaborados con moléculas más pequeñas y más baratas de producir, incluidas dos de las nuevas "píldoras de Ozempic", orforglipron y danuglipron. Cualquiera de estos medicamentos dirigidos a GLP-1 puede suprimir su deseo de comer, lo que lleva al menos a una cierta pérdida de peso.
Pero siempre hay que hablar de los efectos secundarios y no son nada agradables. Pueden provocar náuseas, dolor de estómago y diarrea. O crear una sensación de llenura en el estómago bastante difícil de soportar.
Lo importante de todos estos nuevos medicamentos es que abren el camino para el tratamiento personalizado. Lo fundamental es también que se entienda que, para definir el futuro del tratamiento de la obesidad lo ideal es que los pacientes y sus médicos discutan los pros y los contras de cada uno.
Resultaría ideal una combinación de elementos: Comer saludable, hacer más ejercicio y consultar con el especialista antes de tomar algún medicamento para perder peso o para combatir la obesidad. Fuente: Theatlantic