China es, desde 2014, líder mundial en el embarque de pasajeros que viajan al extranjero, pero Brasil aún recibe menos del 0,1% del total, lo que hace que el sector turístico nacional no le quite ojo a este mercado.
De acuerdo con el Ministerio de Turismo, 53.064 chinos llegaron a Brasil en 2015. Anteriormente, en 2014, cuando Brasil fue sede de la Copa del Mundo, llegaron 57.502. Es poco comparado con los más de 100 millones de chinos que viajaron al extranjero en 2015.
Para atraerlos y ampliar las inversiones de la potencia asiática, Brasil ha firmado acuerdos con China.
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El Ministerio publicó una lista de los organismos acreditados para recibir a grupos chinos. Se comprometieron a cumplir con algunos requisitos demandados por este público, como recomendar guías que acompañen a estos extranjeros e instalar líneas de servicio telefónico para casos de emergencia.
En total, 304 agencias están autorizadas en Cadastur (sistema de registro del sector turístico). En 2014, 23 fueron aprobadas.
La obligatoriedad de visado, sin embargo, sigue siendo un obstáculo. "Necesitamos flexibilizar esta política.
La dificultad que encuentran los turistas chinos a la hora de conseguir visado para entrar en Brasil ahuyenta a muchos interesados," dice Cuelgue Szeyee, presidente de la Hang Tour.
Otro inconveniente es el idioma. Lee Chih Li, chino de nacimiento y supervisor del servicios de hotel Viale Cataratas en Foz de Iguazú (PR), dice que pocos de sus compatriotas hablan inglés.
Los hoteles interesados en atraer este turismo, deben, por lo tanto, contratar profesionales que hablen mandarín.
Asimismo, en Brasil, muchos turistas chinos echan de menos una cosa básica: el suministro de agua caliente, clave a la hora de practicar una de las costumbres chinas más tradicionales: beber té chino.
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La ayuda, para poder conectarse a Internet es también esencial. "Los recepcionistas están capacitados para coger el teléfono de los huéspedes, introducir la contraseña y habilitar los dispositivos para navegar por Internet", dice Li.
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