La parroquia Santa Maria a Setteville espera al Papa este domingo 15 de enero. Algo que no tiene nada de especialmente extraño si se recuerda que el Sumo Pontífice es también Obispo de Roma, una diócesis que tiene 300 parroquias, tres de las cuales están ubicadas en otra comuna, Guidona Montecelio, una localidad de 80.000 habitantes, al este de la Capital italiana.
Hasta ahora, Francisco ha visitado 12 parroquias de su diócesis. Y esta es la segunda de las tres parroquias de Guidona Montecelio que pertenecen a su diócesis.
Quien elucubra con una hipotética mudanza del Papa "a las periferias" de su diócesis es el vaticanista Sandro Magister, columnista de la revista L’Espresso, autor del blog Settimo Cielo, e hipercrítico del pontífice argentino, siempre dispuesto a poner su lupa sobre todo lo que hace y dice Francisco.
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Es así que la anunciada visita parroquial del Papa le dispara el recuerdo de unas declaraciones hechas por monseñor Víctor Manuel Fernández, actual rector de la Universidad Católica Argentina, amigo y estrecho colaborador de Francisco, a la revista Religión Digital en junio pasado.
El arzobispo Fernández –"teólogo de confianza de Jorge Mario Bergoglio y su escuchadísimo consejero", recuerda Magister- dijo en esa ocasión que "no necesariamente el Papa debe habitar todo el tiempo en Roma", porque también es "pastor supremo de toda la Iglesia". Y luego agregó Fernández: "Nada impediría que el Papa residiera en Guidonia Montecelio". Aunque no es la comuna de Roma, sí pertenece a la diócesis de Roma.
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"Es precisamente esto: Fernández señaló a Guidonia como posible lugar de residencia del Papa. No el Vaticano, no el centro de la ciudad, sino una periferia extrema, una de las ‘periferias geográficas y existenciales’ tan queridas por Bergoglio", subraya Magister quien, entre otras cosas, brega incansable e infructuosamente por enfrentar al actual Papa con el emérito, Benedicto XVI. Un ofensivismo que, vale recordar, lo llevó hasta a filtrar un documento embargado y perder así por un tiempo su acreditación ante El Vaticano.
Su conclusión es: "Del papa Francisco se puede esperar cualquier cosa. ¿Por qué no también esto?"
En efecto, si Bergoglio, al no residir en el Palacio apostólico ni veranear en Castel Gandolfo, rompió con tradiciones que parecían inamovibles, ¿por qué no mudarse a otra parroquia de su diócesis aunque más no sea temporalmente?