Quizá lo que marca un “cambio epocal”, de tiempos, de civilización, sea la transformación cualitativa, simultánea de relaciones de poder y cultura, en un momento dado de la evolución humana; tal como lo sintetiza algunos filósofos, teólogos y antropólogos, entre otros pensadores sobre el hecho humano
Juan José Monsant Aristimuño/El Político
De alguna manera está circunscrito al llamado mundo occidental, es decir, a las culturas que han estado influenciadas por los valores greco judeocristianos, expresados en el orden jurídico, el monoteísmo judeocristiano, la libertad individual, de comercio, la separación entre el estado y la religión y, los derechos humanos.
Un cambio de perspectiva lo fue el Renacimiento italiano, que significó el paso del oscurantismo medieval a otra manera de ver el mundo.
Lo fue la toma de Constantinopla por parte de los otomanos, la Revolución Francesa precedida por la Ilustración, el surgimiento de los estados nacionales, el cisma católico provocado por Lutero conocido como la Reforma, la Revolución Industrial, la década de los sesenta y, finalmente, el salto cuantitativo y cualitativo dado con la irrupción y masificación de la computadora personal, el internet, las redes sociales que han logrado que seamos uno en cualquier lugar y circunstancia; y, ahora, la presencia indetenible de la Inteligencia Artificial.
Iglesia católica presente
La Iglesia católica, igualmente ha estado presente en el significado del cambio epocal, como ella define los cambios civilizatorios.
Ya en el Concilio Vaticano II (1962-1965) convocado por el Papa Juan XXIII, bajo la impronta de la necesidad de adecuar la estructura y disciplina eclesial a los tiempos modernos, sentó las bases de lo que debería representar la Iglesia para el creyente y la relación entre estos y la jerarquía eclesial, y de ambos con los hombres y mujeres del mundo y la naturaleza, para dejar atrás formalidades, ritos medievales, prejuicios y conocimientos limitados que amenazaron, y amenazan aún seriamente, la relación del hombre con su fe, al prevalecer el continente sobre el contenido.
Se trata de interpretar “el signo de los tiempos”, como exigía Jesús (Mat.16,2-3 y Lc.12, 54-57) a sus discípulos.
Hoy lo vemos en la sinodalidad, el rol de la mujer en la Iglesia, la eucaristía, el matrimonio sacerdotal, la transparencia en la curia romana, el compromiso con el débil, el hecho económico, que aún 50 años después del Concilio, apenas se comienzan a considerar con seriedad sus postulados, de allí las encíclicas papales Caritas in Veritate del Papa Benedicto XVI (2009), y Lumen Fidei (2013) Laudato si (2015) y Fratelli Tutti (2020), del Papa Francisco.
En este orden de ideas en medio de una abundante literatura, cada más creciente y precisa sobre el cambio epocal y la inteligencia artificial, el venezolano Polo Casanova Olivo, ha agregado a la ciencia económica sus inquietudes filosóficas y teológicas para ofrecernos un título relativo al tema que nos ocupa, “El cambio epocal en el siglo XXI” que logra situarnos ante este acontecimiento civilizatorio de cambio de paradigmas.
El actual cambio civilizatorio lo observamos de manera impactante en el hecho político.
Las inquietudes a veces expresadas con violencia en Hispanoamérica, por ejemplo. Lo que observamos en El Salvador con la irrupción del actual presidente y su proyecto de sociedad, muy poco tiene que ver con el pasado reciente de su estructura socioeconómica insertada en los postulados de la democracia formal, liberal y representativa, que al final resultó vetusta, desactualizada y separada de la realidad.
Bukele y Boric
¿Tiene el presidente Bukele el monopolio de la verdad? No lo sabemos, pero es obvio que su visión y oferta sociopolítica, se encuentra en este momento en sintonía con la nación, las necesidades y expectativas del todo social.
Otro caso, reciente, es de Chile. Hace un año apenas,una masa de chilenos irrumpió en la calle, asaltó templos, quemó estaciones del Metro, edificios públicos, plazas, estatuas e hizo caer un gobierno señalado de derecha.
América se sobresaltó, señaló al vetusto Foro de Sao Paulo de destruir los cimientos de la civilización, y una coalición de movimientos de ”izquierda”, entre los cuales se encontraba el igual vetusto Partido Comunista, fue votado mayoritariamente por el electorado chileno.
En la euforia del triunfo obtenido el 11 de marzo de 2022, al frente del partido Unidos por Chile el nuevo presidente Gabriel Boric convocó a un plebiscito constitucional que no le fue favorable, y que apenas un año después de su elección, el pasado 7 de mayo ese mismo electorado votó por un Consejo Constitucional encargado de redactar una nueva propuesta de constitución, dado que aún se encuentra vigente la de Pinochet.
Con una participación del 85% de electorado registrado, los partidos Republicano y Chile Seguro obtuvieron 33 de los 50 consejeros a elegir, relegándose la coalición de los partidos de izquierda tradicional, hoy en el gobierno, a 16 consejeros, con los cuales no alcanzan a formar tan siquiera una mayoría relativa.
Los ejemplos anteriores solo son un indicativo que esas rígidas vestimentas de derecha e izquierda desaparecieron, para abrir paso a nuevas expectativas de convivencia societaria aún por decantarse, pero irreversibles a la civilización actual. Hay dos constantes, entre otras muchas:
1) El ciudadano quiere vivir en libertad y en democracia 2) exige una adecuación entre ambos anhelos y el hecho económico que tenga un sentido real en su vida personal y familiar. En esa etapa nos encontramos y debemos asumirla con amplitud, conciencia y valentía, sin añoranzas de lo que fue.