El giro político que supuso la llegada al poder de Mauricio Macri se trasladó también a la Cancillería. Apenas llegó a la Casa Rosada, el presidente tomó distancia de Venezuela, un aliado del kirchnerismo, decidió participar del Foro de Davos y miró hacia la Alianza del Pacífico, el bloque que integran Colombia, Chile, Perú y México.
La visita que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizó a Buenos Aires en marzo pasado fue el corolario de esa nueva alineación estratégica. La visión que rige ese movimiento ha sido que, durante los últimos 12 años, Argentina eligió a sus aliados por afinidades ideológicas y vació a la diplomacia de pragmatismo.
Macri ha elegido para conducir el cambio a Susana Malcorra (Rosario, 1954), una diplomática de carrera que hasta diciembre pasado fue jefa de Gabinete del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a quien aspira a suceder en el cargo.
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En un amplio salón vidriado con vista al Río de la Plata, donde funcionan las oficinas de la cancillería argentina, Malcorra desgranó ante seis medios internacionales, entre los que estuvo EL PAÍS, cuáles son las nuevas estrategias para “reintegrar Argentina al mundo”.
Malcorra se proclama una defensora del soft power (poder suave) en política exterior y considera que, muchas veces, una “conversación de pasillo o en un café” pueden resolver muchos nudos de la alta política. Esa es la lógica que promete llevar a la secretaria general de las Naciones Unidas en caso de ganar su postulación. Y es también la que ha decidido aplicar para “restablecer una relación más amplia y más madura” con Reino Unido, congelada durante el kirchnerismo por la cuestión Malvinas.
Uno de los primeros viajes al exterior de Macri fue en enero pasado a Davos, en Suiza, un foro que los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner prefirieron evitar. Macri se reunió allí con el ex primer ministro de Reino Unido, David Cameron, y ambos sentaron las bases de lo que hoy es un incipiente acercamiento bilateral. Malcorra dice que Argentina se ha decidido por una estrategia opuesta a la del kircherismo, marcada por el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y “muy confrontativa”.
“Este Gobierno cree que el diferendo de Malvinas es objetivamente un tema que nos separa y nos divide, pero que hay muchos otros temas en los que, por el contrario, tenemos intereses comunes” dice Malcorra. La idea es no abandonar el reclamo por Malvinas, pero “con una madurez suficiente como para decir que tenemos dos segmentos divididos”.
A principios de agosto llegó a Buenos Aires una carta con la firma de la primera ministra británica Theresa May. En ella, la dirigente conservadora aboga por una negociación que permita ampliar los vuelos hacia las Islas Malvinas y, principalmente, por un levantamiento de las restricciones para realizar prospecciones de petróleo en la zona de disputa. Malcorra reconoció que esas negociaciones están en marcha pero prefirió callar “para no poner en riesgo el diálogo”. Sí confirmó que el tema estará presente durante la conversación que Macri espera mantener en septiembre con May, durante la cumbre del G20 que se realizará en la ciudad china de Hangzhou.
Otro frente para Argentina ha sido el Mercosur, el bloque económico que integra junto a Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. La decisión de Uruguay de dar por cumplida su presidencia pro tempore y traspasar sin el consenso de los socios el mando a Venezuela, país al que le corresponde la sucesión por orden alfabético, ha sumido al Mercosur en una situación de acefalía que no tiene precedentes.
Brasil y Paraguay se han negado a reconocer el mandato venezolano por cuestiones formales, sin ocultar que el problema de fondo es la cuestionada calidad democrática que atribuyen al gobierno de Nicolás Maduro. Malcorra opina que es necesario resolver la crisis dentro del marco institucional del Mercosur, sin interferencias ideológicas.
“No soy inocente de no creer que no haya influencias de las ideologías. Lo que intento hacer es objetivar los procesos, porque cuando todo el mundo se pone en posiciones políticas en distintas esquinas, el problema es insoluble. Tenemos procedimientos establecidos dentro de la carta de formación del Mercosur, respetémoslos, revisémoslos, hagamos las cosas que nosotros mismos nos impusimos hacer”, pidió Malcorra.
Entra las causas del problema, Malcorra puso la decisión de Uruguay de forzar el traspaso en forma “unilateral”. “Lo mejor hubiese sido intentar acordar un formato de salida. Pero Uruguay llegó a punto donde sintió que no podía sostener más la presidencia, dijo ‘hasta acá llegué’ y eso generó un problema serio de gobernabilidad que ahora tenemos que resolver”, dice Malcorra. Ahora, explica la canciller, “parte de la solución de este limbo es evaluar si Venezuela está o no en condiciones o no de asumir la presidencia pro tempore. Y eso es parte del trabajo que se está haciendo”. Una fecha clave será el 23 de agosto, cuando los coordinadores de cada país terminarán de evaluar si Venezuela se adecuó o no las reglas del bloque que aceptó seguir en 2012, cuando ingresó como miembro pleno del bloque.
Argentina ha avanzado en varios frentes simultáneos desde la llegada de Malcorra a la cancillería. Incluso anunció que recibiría a 3.000 refugiados sirios, un gesto que la ministra considera “una obligación hacia nuestros ancestros” inmigrantes: “Que la gente asocie refugiado a terrorista muestra el nivel de polarización que tiene el mundo. Los refugiados son gente que ha escapado de una situación de guerra, de persecución, y que está desesperado tratando de encontrar un lugar para su familia, eso es un refugiado”. Para la canciller, la estrategia de apertura ya ha dado frutos, al menos en la consideración que percibe de Argentina en el exterior.
“Estamos recibiendo es un mensaje positivo respecto de una integración de Argentina, no solamente en el ámbito bilateral, sino también en el multilateral. También veo que hay un gran interés por Argentina como país donde se puede invertir”, dice. El próximo reto del gobierno argentino será traducir esa nueva imagen internacional positiva en inversiones concretas.
Con información de El País