Como quien queda en medio del fuego cruzado. Así se encuentra Kevin McKarthy, actual jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
El Político
El legislador, que este martes comunicó el inicio de un proceso de juicio político contra el presidente Joe Biden, está en una encrucijada.
McKarthy debe decidir si negocia, con el Ejecutivo, un nuevo paquete de gastos públicos o si cede a la presión del ala más extremista de su partido.
Desde esa trinchera, le exigen que sea duro y determinado. Los republicanos más conservadores quieren que McKarthy condicione, de manera vehemente, la aprobación de un plan de gastos.
Sus copartidarios más radicales piden aprovechar la supremacía republicana en la Cámara Baja para conseguir que la administración Biden dé su brazo a torcer en asuntos como la inmigración ilegal.
También demandan no aprobar un programa de gastos y forzar un cierre del Gobierno federal, en caso de que la actual Casa Blanca no acceda a sus condiciones.
McKarthy sopesa el escenario. Una paralización implicaría el cierre de oficinas gubernamentales y el envío de miles de empleados públicos a sus casas, sin ningún tipo de remuneración.
Pausar el Gobierno federal también detendría algunos programas que son esenciales para los estadounidenses.
Si el legislador se decanta por no escuchar a sus compañeros más extremistas, evitaría el cierre, pero se expondría a sí mismo.
La introducción de una nueva norma cambió la dinámica dentro de la Cámara de Representantes.
Ahora, cualquier miembro de esa instancia está facultado para impulsar una moción de censura contra aquel que ocupe la presidencia de la Cámara.
Kevin McKarthy sabe que, si no convence a los republicanos más conservadores, es más que probable que la regla sea empleada en su contra.
Si es defenestrado, el parlamentario no perdería su puesto en el Congreso, pero sí el poder y el prestigio que le brinda ser líder de la mayoría en la Cámara Baja.