Chile y Bolivia tienen más de cien años de desencuentros, una disputa que los separa en su frontera por un solo objetivo: Ganar más territorio.
Rafael Rodríguez / El Político
El 25 de septiembre de 2015, los bolivianos celebraron la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), lo que significó un primer paso para recuperar un acceso soberano al Océano Pacífico. Sin embargo, esta decisión no implicó que los jueces estuvieran de acuerdo con el reclamo porque apenas la batalla legal estaba empezando.
Las diferencias entre ambos países reaparecieron el 6 de junio de 2016, cuando Chile presentó una demanda ante la misma corte por el uso de las aguas del río Silala. La presidenta chilena, Michelle Bachelet, indicó en su momento que el objetivo de la demanda “es pedir que la corte se pronuncie si es un río internacional como pensamos nosotros". Pero su homólogo Evo Morales insiste en que el espacio natural es boliviano.
Un río de diferencias
El río o manantial del Silala nace en el departamento de Potosí (sureste de Bolivia) a cuatro kilómetros de la frontera con Chile. Los bolivianos afirman que los chilenos están haciendo uso ilegal de sus aguas y sin pagar por ello, mientras que estos últimos alegan que es un río internacional. El canciller chileno, Heraldo Muñoz, insistió en que "Chile no puede permanecer pasivo frente a la reiterada conducta del gobierno de Bolivia de desconocer los derechos".
El canciller boliviano, David Choquehuanca, explicó por su cuenta que los manantiales de la zona han sido drenados por obras civiles de empresas de ferrocarriles chilenas, a través de un permiso del gobierno de Bolivia otorgado en 1908. Según el representante diplomático, las aguas del Silala son usadas todavía por empresas mineras extranjeras.
Sin embargo, Muñoz criticó que las declaraciones de su homólogo son “voladero de luces” y "una utilización política de un tema el contexto que conocemos en Bolivia". Para él, un mapa del último tratado binacional confirma que su país tiene razón: "Este mapa es decidor y es un antecedente muy importante para nosotros, porque Chile siempre ha defendido la integridad del Tratado de 1904 que fijó las fronteras de manera definitiva entre ambos países".
El gobierno de Santiago aseguró que Bolivia reconoció al Silala como río internacional hasta 1997, año en el cual cambió sus argumentos para defender la tesis de que sus aguas provenían de manantiales desviados por Chile.
El canciller Muñoz insistió en que las exigencias de Bolivia no tienen fundamento: "Ya no es sólo el mar, sino los ríos y cualquier excusa para atacar a Chile".
El jefe de la diplomacia chilena precisó también que esta acción por el Silala no está relacionada con la demanda sobre el acceso al Océano Pacífico, que presentó Bolivia hace tres años.
Puja por el derecho perdido
El presidente Evo Morales ha reencarnado un deseo nacional que lleva más de 100 años. "Tarde o temprano vamos a tener salida al mar", sentenció el mandatario boliviano a raíz de la demanda de 2013.
Bolivia cedió su dominio sobre el Océano Pacífico al perder la Guerra del Pacífico (1879-1884). Este conflicto bélico se desencadenó luego de que el dictador boliviano Hilarión Daza exigió un nuevo impuesto por la exportación de salitre, monto que se negaron a pagar las empresas chilenas. La protesta llevó al gobierno austral a declarar nula su frontera y a posicionar sus tropas, actos que desencadenaron una guerra que terminaron ganando. El botín fue la anexión de la costa boliviana a Chile, un acto ratificado por el gobierno derrotado en 1904.
La derrota convirtió al país andino en el único de América del Sur, además de Paraguay, en no tener salida al mar. El cambio fue detallado ese mismo año en El Tratado de Paz y Amistad entre ambas naciones, el cual señala la cesión absoluta y perpetua de los territorios bolivianos ocupados por Chile, correspondientes al antiguo departamento del Litoral (actual Región de Antofagasta). El documento también incluye una serie de cláusulas como la obligación de Chile de construir un ferrocarril entre Arica y La Paz, la concesión de créditos, derechos de libre tránsito hacia puertos en el Pacífico y el pago de 300 mil libras esterlinas como compensación.
Pero para el gobierno de Santiago, Bolivia sí cuenta actualmente con acceso al mar a través de los puertos chilenos del norte, donde operan anualmente cerca de 7.000 empresas del país vecino. De acuerdo con lo firmado en el Tratado de 1904, el Estado boliviano tiene a sus propias autoridades aduaneras en los puertos de Arica y Antofagasta, que se encargan de aprobar la documentación que afecta a las cargas con destino a su país. Por los puertos chilenos salen productos como la soja boliviana y sus derivados, girasol, madera, quinua, azúcar, maíz, nueces de Brasil y minerales como el zinc, el plomo o el cobre.
Visita inoportuna, amargo recuerdo
La inspección boliviana de estos puertos chilenos volvió a tensar la cuerda de esta relación histórica el pasado domingo 17 de julio. El canciller del país andino, David Choquehuanca, y una delegación visitaron el puerto de Arica y la terminal de Antofagasta "para hacer respetar" su país, como lo afirmó el mandatario nacional Evo Morales.
“Expresar nuestra admiración por la valentía del hermano canciller y de toda la delegación por haberse trasladado a Chile y empezar a hacer respetar a nuestros hermanos bolivianos que pasan por ahí o viven por allá”, declaró el presidente boliviano después de la polémica visita. Informó que la comitiva boliviana pasó momentos difíciles en Chile por “la discriminación” de la que fue objeto y anunció “que se verá jurídicamente qué corresponde” contra esas acciones.
El gesto no fue bien recibido en Chile por considerarlo "ofensivo". La agente chilena ante la CIJ y Directora Nacional de Fronteras y Límites del Estado, Ximena Fuentes, informó que su país exigirá visas diplomáticas a autoridades bolivianas seis meses después de realizada la revocatoria del convenio entre ambos países y hecha la notificación a Bolivia.
El canciller chileno, Heraldo Muñoz, confirmó la medida: "En adelante todos los diplomáticos y funcionarios de gobiernos bolivianos requerirán de una visa estampada en su pasaporte para poder entrar a nuestro país".
La respuesta del país vecino fue inmediata: Bolivia no asumió la misma actitud.
Cancillería de #Chile afirma que quitará visa a diplomáticos bolivianos. Pese a sus abusos, Bolivia NO quitará visa a diplomáticos chilenos.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 20 de julio de 2016
"Bolivia no quitará visas a diplomáticos chilenos". Logico, pues Chile si respeta a Bolivia y la practicas diplomáticas entre países libres.
— Heraldo Muñoz (@HeraldoMunoz) 20 de julio de 2016
La comisión boliviana que se presentó en la frontera también reivindicó el anhelo histórico de su país cuando un periodista chileno le preguntó qué sintió al ver el mar que un día fue de Bolivia. El canciller Choquehuanca decidió entonces cantar en plena rueda de prensa la "Marcha Naval" en Antofagasta, ciudad donde inició la Guerra del Pacífico, episodio que dejó a su país sin soberanía sobre el océano.
100 años después Bolivia no renuncia a su sueño y Chile se aferra a su gesta militar.