Para los chilenos, y en particular para Gabriel Boric, el presidente más joven en la historia de su país, es un verdadero reto reemplazar a la Constitución vigente.
El Político
La Constitución actual es una herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Es fuente de críticas por parte de ciertos sectores que la consideran el origen de las desigualdades de Chile. Las cuales propiciaron las protestas de 2019.
“Esto es un tema de Estado, de largo plazo. Todos tenemos que poner lo mejor de nosotros mismos, independiente de nuestras diferencias políticas, para que este proceso tenga éxito porque si le va bien a la Convención, encargada de redactar la Nueva Constitución le va bien a Chile”, ha reiterado el presidente Gabriel Boric desde su llegada al cargo el 11 de marzo
Convención cerró el debate…pero
La Convención ya cerró el debate constitucional de sus normas permanentes y entregó su primer borrador de 499 artículos.
Ahora tiene que enfrentar las distintas posiciones, que en el caso actual alcanzan magnitudes de choque frontal. Con muertes y destrucción de bienes públicos o privados.
Las diferencias vienen desde la ultra izquierda, (el partido comunista fue el único abiertamente opuesto a la nueva Constitución), hasta la ultraderecha (que ve en la Carta Magna por aprobarse, un fin de sus privilegios de clase).
Nueva Constitución…¿Sin acuerdos ?
Dentro de las regulaciones está el mecanismo propuesto por la Convención para reformar la nueva Constitución, en caso de que gane el Apruebo en el plebiscito del 4 de septiembre.
Ese método quedó de la siguiente forma: la regla general para reformar la Carta Magna será solo con mayoría de los parlamentarios en ejercicio.
Luego de que el pasado 13 de mayo el pleno de la Convención rechazara uno de los artículos incluidos en el informe de la Comisión de Sistema de Justicia. Este planteaba un quórum de 4/7 de los integrantes del Congreso de Diputados y de la Cámara de las Regiones para aprobar una reforma.
¿Cambios sustanciales?
Incluso, la interpretación de qué sería un cambio “sustancial” podría ser objeto de discusión.
Por ejemplo, un cambio de nombre, como pasar del concepto de “Cámara de Regiones” a la antigua denominación de “Senado”, podría ser entendido como un cambio que no altera “sustancialmente” el Poder Legislativo.
¿Quién interpretaría eso? Según los reglamentos del Congreso, que seguirían vigentes con la nueva Constitución, la mesa y las salas de la Cámara o el Senado son las encargadas de resolver aquella discusión.
Nada fácil, como se aprecia, será aprobar, y más aún, aplicar la nueva Constitución
Fuente: Prensa Chilena