Una alerta de escala mundial se está armando en torno la capacidad de supervisión y manipulación de data global que los proveedores chinos de equipamiento de G5 pueden tener sobre quienes hagan uso de esta novedosa tecnología.
Beatriz de Majo/ El Político
Hay expertos que aseguran que a través de estas empresas, que se subsumen a la manipulación del poder autoritario, Pekín se convertiría en un super poder capaz de obtener, manejar y manipular los datos de todos aquellos equipos que usen la plataforma G5 dentro de la geografía planetaria.
Esto puede ser cierto para aplicaciones incorporadas a un pedestre y modesto teléfono celular en Valladolid, aquellas que detecta la entrada o salida de visitantes en un Museo de Chile, la que se usa para el manejo de una gigantesca plataforma de perforación petrolera en la costa del Mar del Norte, o los instrumentos gobernadores de las unidades espaciales de Corea del Norte en la estratosfera terrestre.
Cuánta verdad hay en la afirmación anterior está por ser dilucidado aún, pero en la espera de contar con una mejor compresión del tema, los sectores responsables de seguridad de los gobiernos hurgan dentro ya que todo apunta a que sea la temida China quien, a fin de cuentas, se haga de este codiciado poder de manipulación política, estratégica y económica en el planeta.
En otras palabras, en un mundo que se digitaliza a velocidad creciente resulta razonable que los gobiernos quieran ser los detentores únicos de la información útil que generan sus particulares, sus empresas o sus administraciones regionales o centrales.
Dos empresas chinas están en la mira mundial: Huawei y ZTE, los dos gigantes chinos de las telecomunicaciones que son los principales generadores de desarrollos de G5.
Australia, por ejemplo, ha prohibido a sus nacionales la adquisición de equipos que incorporen G5 de estos dos proveedores por razones de seguridad interior y otro tanto ha hecho Japón, quien no lo ha prohibido aún, pero lo desaconseja activamente a sus empresas y a sus ciudadanos.
China es ya para esta fecha todo un poder en el terreno de las telecomunicaciones. Pero lo que genera reservas es que el líder de Asia le lleva la delantera en tiempo a las potencias occidentales no solo en la conexión de dispositivos inteligentes de tercera generación sino en otros desarrollos que se manejan a través de esta plataforma.
Un solo detalle ilustra de cerca la primacía de los chinos en lo que se denomina en la jerga de hoy el “Internet de las cosas”. El monstruo de Apple apenas comenzará a ofrecer teléfonos y servicios con esa capacidad a finales del año 2020, mientras que en Pekín se ufanan de ser los únicos dueños de las aplicaciones industriales que existen a esta fecha.
Resulta ser que dentro de la formulación del Plan Quinquenal 2016- 2020 y dentro del Plan “Made in China 2025”, ya Xi Jinping había incluido los desarrollos de la plataforma 5G como parte estratégica de los mismos.
Descargar un archivo con la nueva tecnología 5G es 100 veces más rápido que con un equipo de cuarta generación. En la medida en que China se transforme en el mercado de usuarios más grande del mundo – 1/3 de una masa de 1,3 billones de conexiones para 2025 – ese país dictará los estándares globales de las redes y liderará igualmente las tendencias de los fabricantes de equipos.
Si la tecnología 5G revolucionará al mundo, lo propio es anticipar que la G6 será un verdadero salto cualitativo al futuro y que el mismo modificará el escenario económico global.
Hasta la aparición de la plataforma de 5G Occidente mantuvo en el mapa mundial un liderazgo claro. Ahora la palabra es de China y no se dejará arrebatar este sitial. Si les va bien con 5G su posición será aún más poderosa cuando 6G vea la luz.