A los 12 años hay niños que entran al colegio. Pero también a los 12 años otros menores tienen su primer trabajo, tal vez, el único que ejercerán el resto de sus vidas.
Para Jaime Zapata, la calle fue el colegio, la universidad, el trabajo, la vida. Es de Latacunga y llegó a Quito a los 9 años de edad, junto con su familia. Hoy tiene 41 años y desde hace 29 vende productos en los trancones de la avenida República, a nivel del Centro Comercial El Jardín.
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Actualmente, oferta paraguas -por la época de lluvias-, dice, cargadores y lupas. Pero su historial de mercancías es nutrido, incluso vendió banderas de Ecuador y Perú, en la guerra del Cenepa, en 1995. Su relación con la venta ambulante es de familia. Con 81 años de edad, su mamá aún vende caramelos entre las avenidas De los Shyris y Eloy Alfaro.
De 11 hermanos, cuatro se dedican al comercio informal. En total, 16 integrantes de la familia ejercen esta actividad. Sin embargo, Zapata no quiere que la historia se repita con sus hijos. “Yo sufrí bastante. Hay gente que discrimina. Suben los vidrios, porque creen que uno los va a robar. Quiero que se dediquen a otra cosa”.
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