Mariano Rajoy, líder del Partido Popular (PP), aprovechó la crisis del socialismo (PSOE) para ganar cómodamente las elecciones de 2011. Con el 44,6% de los votos, obtuvo 186 escaños en el Congreso, diez más de los necesarios para formar gobierno en soledad (176).
Su mandato estuvo repleto de problemas. La economía continuó deprimida, sin capacidad de generar empleo, y encima se destaparon graves escándalos de corrupción en su partido. A mediados de 2015 su imagen estaba muy golpeada y la reelección parecía una utopía. Si bien en los comicios de diciembre logró mantener al PP como la primera fuerza, el pobre 28,7% de votos que consiguió le otorgó apenas 123 diputados.
Si quería sostenerse en el poder, Rajoy necesitaba seducir a algunos de sus rivales para que lo apoyaran en el Parlamento. Su rotundo fracaso hizo pensar a muchos que daría un paso al costado. Sin embargo, optó por una estrategia de desgaste: sabiendo que era casi imposible que tuviera éxito, dejó al PSOE de Pedro Sánchez intentar un acuerdo de investidura con Ciudadanos, de Albert Rivera, y con Podemos, de Pablo Iglesias. No se equivocó.
Tras medio año de bloqueo, los españoles volvieron a votar el domingo 26 de junio. Todos parecían más débiles que antes, aunque se esperaba que Podemos le robase el segundo lugar al PSOE en virtud de su alianza con Izquierda Unida. Eso no ocurrió. El único que creció fue Rajoy, que trepó de 28 a 33% en las urnas, y de 123 a 137 escaños en el Congreso. Todavía no le alcanza para formar gobierno, pero sí para dejar algo muy claro: el suyo es el único liderazgo que se mantiene en firme en España.
El voto del miedo
"Ante el peligro real de que la ‘izquierda radical’ (Unidos Podemos) quedase en segundo lugar, como señalaban todas las encuestas, y el PSOE apoyase a Iglesias para llegar a ser presidente de gobierno, el PP ha conseguido recuperar gran parte del voto de centro y centro derecha que en diciembre se fue a partidos como Ciudadanos, y a UPyD (Unión Progreso y Democracia). Ese voto ‘del miedo’ a la izquierda radical probablemente haya podido pesar más que cuestiones más ‘morales’ como la corrupción", explicó Javier Astudillo, vicedirector del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra, consultado por Infobae.
Uno de los grandes derrotados fue Rivera, a quien muchos de sus seguidores no le perdonan haber intentado formar gobierno con el socialismo. Entre diciembre y junio perdió 390.759 votos, y todo indica que la mayor parte pasó al PP, que sumó 669.220 sufragios.
Todavía peor fue el fiasco de Unidos Podemos. Si se considera lo que obtuvieron Podemos e Izquierda Unida por separado en diciembre, perdieron un millón de votos en estos seis meses. "Están desconcertados —dijo Astudillo—. Quizás Iglesias dio demasiados cambios ideológicos, como pasar de declararse comunista hace dos años a socialdemócrata ahora, o decir que José Luis Rodríguez Zapatero había sido el mejor presidente de la historia reciente de España. Muchos de sus votantes habían sido electores del PSOE muy desencantados con Zapatero".
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