La contraofensiva del presidente Volodímir Zelenski era lo que quería implementar, una gran estrategia en la guerra contra Rusia, y los funcionarios estadounidenses y ucranianos tuvieron que idear un plan.
El Político
La estrategia detrás de los rápidos aciertos militares de Ucrania en los últimos días comenzó a diseñarse hace meses durante una serie de intensas conversaciones entre funcionarios ucranianos y estadounidenses sobre el camino a seguir en la guerra contra Rusia, según funcionarios estadounidenses.
La contraofensiva, actualizada este verano luego de discusiones urgentes entre altos funcionarios estadounidenses y ucranianos, ha tenido éxito y superado la mayoría de las predicciones. Las fuerzas ucranianas han devastado el mando y control ruso y parecen estar preparadas para capitalizar sus avances en el noreste del país y en otra campaña en el sur.
La labor comenzó poco después de que el presidente Volodímir Zelenski les dijera a sus generales que quería implementar un movimiento dramático para demostrar que su país podía lograr que la invasión rusa retrocediera. Bajo sus órdenes, el ejército ucraniano ideó un plan para lanzar un amplio asalto en el sur con el fin de recuperar Jersón y aislar Mariúpol de las fuerzas rusas en el este.
Los generales ucranianos y los funcionarios estadounidenses creían que un ataque a gran escala provocaría inmensas bajas y no lograría recuperar rápidamente grandes cantidades de territorio. Los ucranianos ya sufrían cientos de bajas al día en lo que se había convertido en un conflicto agotador. Las fuerzas rusas estaban experimentando pérdidas similares, pero aún avanzaban poco a poco, arrasando las ciudades ucranianas en la región oriental de Dombás.
Aunque durante mucho tiempo fueron reacios a compartir detalles de sus planes, los comandantes ucranianos comenzaron a abrirse más con los funcionarios de inteligencia estadounidenses y británicos para buscar sus consejos.
Lo que implica
Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional, y Andriy Yermak, uno de los principales asesores de Zelenski, hablaron varias veces sobre la planificación de la contraofensiva, según un alto funcionario de la administración. El general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, y altos líderes militares ucranianos discutieron con regularidad sobre la información de inteligencia y el apoyo militar.
Y en Kiev, los oficiales militares ucranianos y británicos siguieron trabajando juntos mientras el nuevo agregado de defensa estadounidense, el general Garrick Harmon comenzó a tener reuniones diarias con los altos oficiales de Ucrania.
El tiempo era clave, consideraban los funcionarios estadounidenses y ucranianos. Para implementar un contrataque efectivo, los ucranianos tenían que desplegarse antes de la primera nevada, cuando el presidente ruso Vladimir Putin podrá usar su control de los suministros de gas para presionar a Europa.
Un momento crítico de este verano se produjo durante un simulacro de guerra con funcionarios estadounidenses y ucranianos realizado con el objetivo de probar el éxito de una amplia ofensiva en el sur. El ejercicio, que fue reportado previamente por CNN, sugirió que esa ofensiva fracasaría. Armados con el escepticismo estadounidense, los oficiales militares ucranianos acudieron a Zelenski.
“Hicimos algunos modelos y algunos ejercicios de simulación”, dijo Colin Kahl, jefe de política del Pentágono, en una entrevista telefónica. “Ese conjunto de ejercicios sugirió que ciertas vías para una contraofensiva probablemente tendrían más éxito que otras. Brindamos esas recomendaciones, y luego los ucranianos las interiorizaron y tomaron sus propias decisiones”.
Los hechos
Los riesgos eran enormes. Ucrania necesitaba demostrar que esto no iba a convertirse en otro conflicto estático y que podía recuperar territorio, en aras de la moral de su pueblo y para cimentar el apoyo de Occidente.
A lo largo de agosto, y a instancias de los ucranianos, los funcionarios estadounidenses intensificaron las fuentes de inteligencia sobre la posición de las fuerzas rusas, destacando las debilidades en los frentes. La información de inteligencia también indicaba que Moscú tendría dificultades para reforzar rápidamente sus tropas en el noreste de Ucrania o mover tropas desde el sur, incluso si detecta preparativos ucranianos para la contraofensiva.
En vez de una gran ofensiva, el ejército ucraniano propuso dos. Una, en Jersón, que probablemente tardaría días o semanas antes de obtener grandes resultados debido a la concentración de tropas rusas. La otra se planificó cerca de Járkov.
Juntos, el Reino Unido, Estados Unidos y Ucrania llevaron a cabo una evaluación del nuevo plan, tratando de simularlo una vez más. Esta vez, los funcionarios de los tres países acordaron que funcionaría y le daría a Zelenski lo que quería: una gran y clara victoria.
Pero el plan, según un oficial del estado mayor general en Kiev, dependía por completo del tamaño y el ritmo de la ayuda militar adicional de Estados Unidos.
Lo que sigue
Ucrania, una antigua república soviética que había utilizado armas soviéticas más antiguas, agotó la mayor parte de sus propias municiones. Aprender a usar nuevos sistemas de armas en medio de la guerra es difícil. Pero, hasta ahora, esa estrategia arriesgada ha tenido éxito. Por ejemplo, más de 800.000 rondas de proyectiles de artillería de 155 milímetros, se han enviado a Kiev, ayudando a impulsar sus ofensivas actuales. Solo Estados Unidos ha aportado más de 14.500 millones de dólares en ayuda militar desde que comenzó la guerra en febrero.
Antes de la contraofensiva, las fuerzas armadas de Ucrania enviaron a Estados Unidos una lista detallada de las armas que necesitaban para que el plan tuviera éxito, según el oficial ucraniano.
Algunas armas en particular, como el sistema de cohetes de artillería de alta movilidad (también conocido como HIMARS), están teniendo un efecto enorme en el campo de batalla. Los cohetes guiados por satélite que son disparados por vehículos de lanzamiento (llamados GMLRS), contienen cada uno una ojiva con 90 kilos de explosivos y han sido utilizados en las últimas semanas por las fuerzas ucranianas para destruir más de 400 depósitos de armas, puestos de mando y otros objetivos, según dijeron funcionarios estadounidenses.
Recientemente, las fuerzas ucranianas han instalado misiles HARM suministrados por Estados Unidos en aviones de combate MiG-29 de diseño soviético, algo que ninguna fuerza aérea había hecho nunca. Los misiles han sido particularmente efe.
Fuente: nytimes