En Venezuela ahora mismo hay un conflicto de opiniones por parte de quienes adversan al régimen de Nicolás Maduro sobre si estados Unidos debe o no renovar las licencias de sus empresas que aún operan en el país caribeño.
El Político
El periodista Andrés Rojas Jiménez, del portal Hispano Post, realizó un análisis, donde pudo contar con voces de analistas que emitieron sus consideraciones respecto al caso.
Primero, se debe mencionar que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) le ha mantenido las licencias a cinco empresas estadounidenses en Venezuela: Chevron, especializada en el negocio de upstream o aguas arriba y cuatro en el área de servicios conexos como Schlumberger, Halliburton, Weatherford y Baker Hughes.
En ese sentido, una parte de la oposición venezolana creen que la no renovación de dichas licencias sería asestar un golpe tan fuerte que podría significar el fin del régimen chavista en el poder.
Hay que recordar que el régimen de Maduro luce cada vez más debilitado debido, en buena medida, a las sanciones económicas que Estados Unidos le ha impuesto desde el año pasado.
Por otra parte, otro grupo de adversos cree que es importante que se mantengan operando en razón a que así, el país norteamericano no perderá el último espacio que tiene en la actividad petrolera de ese país.
“Quienes sostienen que a las empresas petroleras estadounidenses que aún están en Venezuela no se les debe renovar la licencia de la OFAC no han entendido cómo funciona la geopolítica de un país. La geopolítica no es retirarse de un escenario, sino más bien penetrarlo y tener capacidad de influencia”, le dijo a Hispanopost el analista político Pedro Paul Betancourt.
“Si observamos el caso de la decisión de Rosneft de vender sus activos en Venezuela, no es un retroceso de Rusia sino todo lo contrario. Es un avance y una respuesta a Estados Unidos reafirmando que no se irá de Venezuela y que ahora sus intereses en ese país no son solo los de una empresa sino de la propia nación rusa. Rusia siempre ha tenido la característica de pensar primero en la política antes que en la economía a diferencia de Estados Unidos. Eso es propio de países comunistas y totalitarios”, agregó.
Se desploma
Hay que mencionar que a raíz de la pandemia del COVID-19, la economía mundial se ha desplomado, y en el caso del petróleo, se ha producido un volumen de sobreoferta que se estima está entre 20 y 30 millones de barriles diarios.
Por eso, las naciones que son productoras de petróleo y que tienen conflictos políticos (Irán, Libia y Venezuela) han visto cómo se desploma de forma violenta sus niveles de producción.
Reseña entonces este análisis que la situación de los hidrocarburos es tan crítica en el caso de Venezuela que hasta el propio Ministerio de Petróleo, en un intento de transmitir credibilidad a la comunidad internacional, se ha visto obligado a actualizar su data a una cifra aproximada a la que indican organismos como la Agencia Internacional de Energía (AIE), al reconocer que su producción cayó 147.000 barriles diarios solamente en marzo y registró un desplome de 20,9% durante el primer trimestre de 2020.
En marzo la producción cerró en 718 mil barriles diarios, según el régimen de Maduro; lo que quiere decir, una diferencia de casi 58 mil barriles en relación a lo informado por la AIE.
“La producción petrolera de Venezuela está en caída libre, esperamos ver una disminución de 45% en abril”, dijo David Voght, analista y director de la firma consultora IPD Latinamerica en un reporte realizado para el Instituto de Las América de la Universidad de California en San Diego sobre los efectos del coronavirus en el sector energético de América Latina.
“Las sanciones de Estado Unidos y la caída de los precios del petróleo han restringido severamente las exportaciones, pero también el COVID-19 está agravando los problemas en Pdvsa porque los trabajadores no pueden llegar a su lugar de trabajo”, agregó.
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Fuente: Hispanopost