El Tribunal Supremo, máximo garante de la legalidad del país, se ha convertido en un escudo del Ejecutivo para contrarrestar cada una de las decisiones de la Asamblea Nacional, entre otros abusos de poder, publica ABC de España
La democracia venezolana está desde hace tiempo en decadencia, algo que se ha intentado disfrazar durante muchos años gracias a la ayuda de diversos actores de la comunidad internacional, que han mediado cada vez que se acentúa la crisis. El chavismo lleva casi dos décadas sin descanso concentrando la mayor cantidad de poder. Todas las instituciones del Estado han sido controladas con total desequilibrio. La sensación durante mucho tiempo ante el mundo era que trabajan con independencia.
Pero el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre, cuando se hizo con la mayoría de la Asamblea Nacional, rompió con la hegemonía de poder que tuvo Hugo Chávez durante años. A continuación, el Gobierno de Nicolás Maduro comenzó una campaña para deslegitimar y quitarle facultades constitucionales a través del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), formado en su mayoría por jueces que en el pasado reciente eran miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). El máximo garante de la legalidad del país se ha convertido en unescudo del Ejecutivo para contrarrestar cada una de las decisiones de la Asamblea Nacional
La mirada del chavismo se concentra en el Parlamento. El propio presidente Maduro ha dicho en reiteradas ocasiones que va a «demoler» la Asamblea Nacional. Portavoces del oficialismo consideran que la Constitución le otorga habilidades especiales al presidente para disolver a la Asamblea Nacional
La persecución y represión de la disidencia política ha dejado entrever que no existe respeto a las libertades individuales. En los últimos dos años, líderes de la oposición y un gran número de manifestantes han sido encarcelados.
Los medios de comunicación están cada vez más controlados y existe un nuevo«modelo de control militar de orden público». Por decisión presidencial, la Guardia Nacional puede disparar armas de fuego y el «uso de la fuerza parcialmente mortal» para repeler las protestas.
Desesperanza
Los ciudadanos han caído en un letargo ante lo que acontece. La sensación de desesperanza es cada vez mayor y la gente se aferra a que salga a un nuevo mesías que dé soluciones inmediatas.
El analista Oscar Schemel, presidente de la firma Hinterlaces, considerada cercana al Gobierno, ha revelado que el “81% de los venezolanos piensa que el país va en mal camino”, pero cerca del 40% preferirían que el presidente Maduro resolviera los problemas económicos antes de la llegada de un gobierno de la oposición.