La selva colombiana está llena de secretos y de milagros. Lo saben los cuatro niños que sobrevivieron 40 días y quienes los buscaron. Lo paradójico de la historia es que ellos y su madre abordaron la avioneta que se estrelló en la Amazonía para salvar sus vidas. Iban huyendo de uno de los peores males de Colombia: la narcoguerrilla.
El Político
En medio del júbilo nacional por haber encontrado a los niños vivos, Manuel Ranoque, padre de los dos sobrevivientes más pequeños, hizo un anuncio que cayó como una bomba: Su familia había abandonado la zona donde vivían, en el sur de Colombia, porque un grupo de la narcoguerrilla reclutaba menores a la fuerza.
Ranoque agregó detalles más dramáticos, pues dijo que “no respetan, ellos son capaces de reclutar un niño de hasta dos años”.
??⚠️??? | ATENCIÓN: Manuel Miller, padre de los 4 niños rescatados en la selva del Guaviare, Colombia, denuncia que las disidencias de las FARC lo amenazan. pic.twitter.com/RSpnwQxXcG
— Última Hora Noticias (@UltimaHoraNo) June 11, 2023
Eso le dio un giro a la historia de los niños. Lesly de 13 años, Soleiny, de 9, Tien, de 5 y Cristin, de 1, eran sobrevivientes de los mútiples peligros de la selva colombiana. Pero además, estaban huyendo de la amenaza que todos los días enfrentan miles de niños colombianos en las zonas rurales: ser reclutados a la fuerza por grupos armados.
Las FARC y el vacío que deja el Estado
El más famoso de los grupos armados que aterrorizan a Colombia desde hace décadas son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Aunque en 2016 accedieron a deponer sus armas, mantuvieron el control en muchos lugares en los que el Estado colombiano está ausente.
Según denuncian los lugareños, la antigua guerrilla ya no tiene ideología ni habla de justicia social. Lo de ellos es un negocio y se enfrentan con otros grupos criminales por el dominio del territorio rural, la industria de la cocaína y otros hechos ilícitos.
Los civiles de las zonas rurales de Colombia y en especial los niños, son víctimas de la narcoguerrilla. Sufren desplazamiento, reclutamiento, así como las muertes y desapariciones de sus familiares y líderes comunitarios.
Reserva indígena amenazada
La reserva indígena donde los niños viven, cerca del pequeño poblado de Araracuara, en el departamento de Amazonas, no sólo está alejada de todo, sino que también carece de todo. No hay luz ni acueducto, la salud y la educación son precarias. Se sienten abandonados por el Estado.
Para sumar otros males, los habitantes en Araracuara y los alrededores han sido blanco de violencia en meses recientes. La defensoría del pueblo de Colombia está investigando las violaciones a los derechos humanos.
Atribuye los asesinatos y el reclutamiento de niños de la zona a un grupo de disidentes de las FARC que se hace llamar el Frente Carolina Ramírez. Pero ellos no son los únicos. Miembros de la etnia huitoto, a la cual pertenecen los niños del milagro en la selva colombiana, afirman que hay dos grupos armados más que los azotan.
En respuesta a estas denuncias, el Ejército de Colombia respondió que estaban dándoles toda la atención.
Duendes, Yajé y el ansiado desenlace
En la selva colombiana, la Operación Esperanza, desplegada para hallar a los niños luego del accidente aéreo, fue liderada por el ejército. Pero igual de importante fue la labor de la Guardia Indígena, una fuerza de defensa civil no armada, constituida por decenas y miles de personas de distintos pueblos originarios. Alrededor de 300 personas participaron en la búsqueda, según el ejército.
La cultura de los pueblos ancestrales fue fundamental en este proceso. Su fe, sus prácticas religiosas, la forma como ellos se relacionan con las fuerzas de la selva… Sus creencias en los duendes que dominan el lugar y la forma de negociar con ellos…Todo eso fue puesto a prueba durante los 40 días en los que los niños estuvieron desaparecidos.
Rituales indígenas, consumo de sustancias que sólo ellos conocen como el Yajé y otras, diálogos de los ancianos sabios con las fuerzas imperantes en la selva colombiana, todo eso ocurrió durante la búsqueda. Y todo fue respetado al máximo por los militares participantes en el operativo.
Dentro de la dramática historia, algo bueno dejó la experiencia, en el sentido del acercamiento entre dos polos que no se tocaban y esta vez se conectaron.
Conexión con la madre naturaleza
Lesly, la niña de 13 años, ayudó a sus hermanos construyendo un refugio, buscando comida y levantándoles el ánimo. Así lo declaró a los periodistas Luis Acosta, el coordinador nacional de la Guardia Indígena que formaba parte del equipo de búsqueda.
Explicó que, desde muy temprana edad, los niños indígenas de la zona aprenden en la casa y en la escuela a comprender la selva en términos prácticos y en términos espirituales.
Lesly estaba preparada para velar por sus hermanos menores. “Desde los 13 años ya asumimos un papel de adultos, porque en el territorio nos toca así, en la vida nos ha tocado así. Y es como una necesidad desde pequeño aprender a asumir esos roles”, explicó Acosta.
En la Amazonía colombiana hay animales salvajes, serpientes ponzoñosas y plantas venenosas. Las autoridades dijeron que los niños sobrevivieron comiendo frutas silvestres y harina de yuca que consiguieron en los restos del avión.
Aunque les lanzaron kits de supervivencia desde los helicópteros de los grupos de rescate, los niños no los tomaban porque desconfiaban de las intenciones de quienes sobrevolaban la zona. Ellos temían que fuera la narcoguerrilla.
Acosta dijo que cada vez que conseguían un rastro de los niños, o una huella o un pañal que sugería señas de vida, se sentían animados. Y cada vez que llovía demasiado fuerte como para seguir la búsqueda, se descorazonaban.
Sentían que los duendes borraban el rastro para obligarlos nuevamente a negociar. Y así lo hicieron. Rituales iban y venían, con un único objetivo: hallar a los cuatro niños.
El general brigadier Pedro Sánchez, que lideró la Operación Esperanza, dijo que en la selva los árboles alcanzan 30 o 40 metros de altura, lo que bloquea la luz y dificulta la visibilidad más allá de unos metros de distancia.
Unión en medio de tanta división
El extravío de los niños puso a rezar, orar, meditar y mandar buenas energías al país entero, sin condiciones. El rescate de los niños, ocurrido hace ya varios días, generó un sentimiento de unidad que pocas veces se ve en Colombia. En el país polarizado entre izquierda y derecha, el trabajo del equipo de búsqueda fue elogiado al unísono.
Los medios destacaron las declaraciones de Gustavo Petro, el presidente de izquierda del país, quien dijo que el rescate había sido “mágico”. Iván Duque, su predecesor conservador, lo calificó de “un milagro”.
Los niños se escondían
El equipo de búsqueda lanzó folletos desde helicópteros y perifoneó mensajes de la abuela de los niños que, en su lengua huitoto, les decía que se quedaran quietos y esperaran la ayuda.
Luego se supo que los niños habían escuchado los mensajes y vieron los folletos pero siguieron andando, lo que dificultó encontrarlos. Semana publicó que ellos temían a la narcoguerrilla y en más de una ocasión que los grupos de búsqueda estuvieron cerca, los niños guardaban silencio y evitaban todo contacto.
El 9 de junio, cuatro miembros indígenas del equipo de búsqueda hallaron a los niños a menos de 6 kilómetros del lugar del siniestro. Y ese fue un día de júbilo nacional. Nadie lo decretó, sólo se sintió en las almas.
?? | COLOMBIA. ??Conmovedor: este es el video del momento exacto del rescate de los niños perdidos en la selva del Guaviare. Así se encontraron los indígenas y los cuatro menores perdidos después del accidente aéreo. pic.twitter.com/AIQoe4BE7S
— Alerta Mundial (@AlertaMundial2) June 12, 2023
Luego se reunieron con los efectivos militares que les brindaron líquidos y primeros auxilios a los niños. Poco después, un helicóptero los sacó de la selva. “El niño de cuatro años, al ver a los indígenas les dijo: "Mi mamá está muerta" y ellos, apegados a sus costumbres y a su forma de ver la vida, le respondieron: "Tu abuelita te está esperando y te está buscando”.
Fuente: New York Times