Hasta principio de los años 90 Cuba tenía en la Unión Soviética, no solo un soporte ideológico, sino también financiero.
El Político
Fue su gran aliado por décadas, pero esto llegó a su final el 26 de diciembre de 1991, fecha de la desintegración de la Unión Soviética.
Antes de la mencionada fecha, específicamente en 1989, Fidel Castro, líder de la dictadura cubana, adelantaba la posible desintegración de la URSS.
"Si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!", dijo el 26 de julio de 1989.
Pero cómo era la Cuba de aquella época, amparada por una gran potencia. La llamaban incluso la versión tropical de Moscú.
La BBC realizó el siguiente trabajo que cuenta un poco lo planteado.
Los rumores se habían concretado: el mismo Granma, el periódico oficial del Partido Comunista de Cuba, anunciaba con tono mortuorio que la Unión Soviética, el gran aliado por décadas del gobierno de Fidel Castro, había dejado de existir.
Eran los finales de diciembre de 1991 y la isla del Caribe vivía días de incertidumbre.
Los estantes de las librerías cubanas estaban repletos de libros rusos y traducciones de Sputnik, Pravda y Novedades de Moscú llenaban los estanquillos de las esquinas.
A los enlatados se les llamaba "carne rusa", hombres y mujeres se engalanaban con invernales ropas de poliéster, usaban un perfume llamado "Moscú Rojo" y llevaban a la escuela a sus hijos en pañoletas rojas y azules a recitar el lema (que todavía se usa) de "pioneros por el comunismo".
¿Ha resistido?
"Obreros vanguardias" y estudiantes destacados ganaban como premio un "viaje de estímulo" a Cracovia o a Leningrado o una lavadora "Aurika", un ventilador "Orbita" o un refrigerador "Zil".
Los jóvenes aprendían ruso como lengua extranjera (no inglés, que era el idioma del "enemigo") y los niños crecían viendo dibujos animados que casi ninguno entendía: Cheburashka, al Oso Misha, Lolek y Bolek o la Liebre y el Lobo (nombres que poco dirán a los que crecieron con Mickey Mouse o Plaza Sésamo en cualquier otro lugar del orbe).
Por las calles de la isla circulaban carros Lada o Moskvitch (que tres décadas después siguen funcionando), los militares usaban tanques T-55 y fusiles AKM en sus desfiles y los carteles y las vallas anunciaban "la amistad irrenunciable y eterna" entre los pueblos de "Cuba y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas".
Pero la fuente de todo aquello estaba a punto de cambiar.
Por ese entonces, como un efecto dominó, las viejas repúblicas socialistas se habían montado en el tren indetenible del cambio y, para finales de 1991, Cuba era prácticamente el último reducto de la Guerra Fría en Occidente.
"Han pasado otros 30 años, pero el tema de lo que sucedió en la URSS y cómo incidió en Cuba no puede tener más vigencia con lo que vivimos ahora mismo aquí", dice a BBC Mundo desde La Habana el historiador Ariel Dacal, autor de Rusia, del socialismo real al capitalismo real.
Emergencias similares
"Hoy es más necesario que nunca la discusión de ese proceso histórico que terminó con la perestroika, porque en buena medida tiene que ver con similitudes que ahora mismo hay en la propia estructura cubana respecto a lo que generó ese proceso en la URSS", dice.
"Hoy la clase trabajadora de Cuba se está enfrentando a emergencias similares a las que vivió la Unión Soviética hace 30 años, además de una crisis estructural similar: crisis económica, política, de paradigmas, de todo", agrega.
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