Durante sus vacaciones en Cuba el pasado diciembre, la modelo de Victoria’s Secret Sara Sampaio posó en jeans cortos raídos y una camisa de mezclilla clara junto a uno de los viejos automóviles clásicos con colores de caramelos que circulan por la isla. Luego compartió la imagen en su cuenta de Instagram, con 4,5 millones de seguidores. “Cuando Cuba imita nuestras ropas con los autos”, escribió la modelo portuguesa en el pie de foto.
El viejo automóvil como fondo de foto se ha convertido en un cliché turístico en La Habana, particularmente entre las celebridades obsesionadas con el estilo y la moda —Madonna, Beyoncé y Jay Z, las Kardashians, Kate Moss, Naomi Campbell, Paris Hilton, y así sucesivamente—, que han visitado la isla en meses recientes, incapaces de resistirse el encanto retro de los Cadillacs de los años 1950.
¿Y quién podría culparlos por ser seducidos por la autenticidad pintoresca de los viejos autos y edificios, preservados en el tiempo sin ser tocados por lo odioso del capitalismo?
La isla ha visto un boom en el turismo desde que los EE.UU. y Cuba anunciaron en 2014 que restablecerían los lazos diplomáticos, en parte porque las relaciones más cálidas entre ambos países han hecho más fácil ir a los estadounidenses llegar, y en parte porque gente del mundo occidental que nunca ha estado quiere ir antes de que franquicias de Starbucks y McDonalds surjan por todo el país.
Así que cuando las Kardashians aterrizaron con el equipo de camarógrafos de su reality show en mayo pasado, dos meses después de que el presidente Obama visitara Cuba (y se convirtiera en el primer presidente estadounidense en hacerlo desde Calvin Coolidge), incluso ellas encontraron encantador el destino de turismo pobre.
Mirando desde la parte trasera de un Chevrolet convertible de 1957, Khloe Kardashian se maravilló de cuán amigables y cercanos a la naturaleza son los cubanos (“¡Las cabras son como los perros de la gente!”). Y le dijo a su chofer que disfrutó de la “vida real” durante su visita de turismo.
Fue un momento espectacular de ironía, por supuesto, dado que la “vida real” para la mayoría de los cubanos es una carrera diaria por dinero y comida, incluyendo a varias jóvenes que se prostituyen a turistas geriátricos. En una entrevista con The New York Times después de la muerte de Fidel Castro, un hombre cubano de más edad que vive con una pensión mensual de 12 dólares dijo que gran parte del suministro de alimentos de la isla está siendo canalizado al sector turístico y que recientemente se vio obligado a vender dos lámparas antiguas para poder pagar sus próximas comidas. Los occidentales afluentes pueden verse molestos por la idea de que las cadenas de comida rápida invaden Cuba, pero a los cubanos no les importa tanto (la comida rápida es mejor que ninguna comida, después de todo).
Mientras muchos cubanos esperan que su país cambie bajo el mandato de Raúl Castro, ahora que su hermano mayor ha muerto, el informe 2015/2016 de Amnistía Internacional sobre Cuba pinta una sombría imagen de vida para sus ciudadanos: “Los críticos del gobierno siguieron sufriendo hostigamiento, ‘actos de repudio’ (manifestaciones dirigidas por partidarios del gobierno con la participación de funcionarios de Seguridad del Estado), y procesamientos criminales motivados políticamente. Continúan los informes sobre críticos del gobierno, incluidos periodistas y activistas de derechos humanos, sometidos rutinariamente a detenciones arbitrarias y detenciones a corto plazo por ejercer sus derechos a la libertad de expresión, asociación, reunión y movimiento”.
¿Pero quién necesita libertad de expresión y libertad económica cuando la vida en Cuba es tan adorablemente simple? Tilda Swinton dijo lo mismo, exponiendo su propia ignorancia, cuando asistió al desfile de moda Chanel’s Resort 2017 allí en mayo (las Kardashians habían planeado su viaje por el espectáculo también, ya que Kendall Jenner debía caminar en él).
“Mira, el capitalismo está de visita y los cubanos se están quitando las gorras”, dijo Swinton a la revista New York, “pero mi sentido es que este es un país muy saludable y cualquier noción de que necesitan la salvación de un país capitalista moribundo desde el otro lado del mar es sencillamente absurdo”.
No es un sentimiento poco común entre ciertos segmentos de la izquierda, generoso con sus elogios a los sistemas gratuitos de salud y educación de Cuba, junto con sus altas tasas de alfabetización. No importa que el número de profesionales médicos cubanos mal compensados que desertaron a los Estados Unidos alcanzó un récord en 2015, o que el letrado pueblo de Cuba no tiene libertad para leer lo que quiera.
La ironía de mostrar una colección de moda de lujo en un país aislado del consumismo moderno se perdió aparentemente en Karl Lagerfeld, quien presentó su colección Chanel Resort 2017 en La Habana en mayo pasado. Señaló que aunque no había “moda” en Cuba, tal como la entiende el mundo occidental, había un montón de estilo singular para ser fetichizado. “Aquí, realmente se pueden usar joyas”, le dijo a New York. “Aquí puedes sonreír cuando quieras. Es adorable”.
Sonrisas sin dientes son considerablemente menos “adorables” en París o Nueva York. Pero en La Habana Vieja son tan encantadores como los decrépitos edificios neoclásicos de la ciudad y los coloridos coches.
A pesar de fetichizar la pobreza de Cuba, Lagerfeld se redimió cuando admitió: “Pero, por supuesto, ¿qué sé yo de Cuba? Es muy infantil la idea mía”.
No hay nada de malo en que Lagerfeld traiga trajes a Cuba, junto con una tropa de estilistas y estrellas de moda que van desde Gisele Bündchen hasta Vin Diesel. Tampoco hay nada malo con turistas occidentales subiendo a Instagram fotos de sí mismos al lado de los Chevrolet rosa pastel.
Traer diferentes culturas a Cuba es, por supuesto, una cosa buena, y el turismo es bueno para la economía, aunque la economía de Cuba no puede sobrevivir solo con el turismo y ha sufrido porque su benefactor regional, Venezuela, ha sufrido un descalabro económico.
“Por primera vez en décadas, los cubanos están lidiando con cortes de energía y escasez de transporte”, informó NPR en septiembre. El turismo se ha levantado, pero “simplemente no tienen la infraestructura para conseguir realmente todo ese dinero”.
No hay nada malo en el intercambio de ideas a través de los desfiles de alta costura, pero Cuba necesita bienes ―no costura― para intercambiar y construir su infraestructura.
El único problema con las Kardashians y otros viendo la isla y sus antiguos autos como carnada de Instagram es que pone a Cuba en una pátina de filtros sentimentales, oscureciendo las realidades de la vida allí.
Cuba es un lugar hermoso, pero los turistas de lujo no necesitan unas vacaciones en la isla tanto como necesitan una lección, y no lo van a conseguir en la ruta turística anunciada en folletos.
Con información de The Daily Beast