El negocio de José Antonio es una combinación entre lo retro y lo modernista. En la puerta de entrada cuelga el típico cilindro con los colores rojo, blanco y azul que identifica a las barberías.
El Político
En el salón hay tres sillones plegables de barbero, una mesa con revistas deportivas y al fondo la réplica de una Vitrola RC Victor donde se escucha a Benny Moré cantar boleros.
Es domingo. En la zona antigua de la ciudad la mayoría de los negocios tienen diseños y fotos en blanco y negro de aquella Habana espléndida de los años 1950, donde era habitual encontrar en El Floridita a Ernest Hemingway bebiendo daiquiri de ron blanco una tras otro o al ‘Caballón’ Bebo Valdés tocando el piano en el cabaret Tropicana.
El capitalismo y la nostalgia por el pasado venden en esta Habana del siglo XXI, supuestamente bastión del antiimperialismo yanqui y un excéntrico socialismo patentado por Fidel Castro.
Emprendedores privados como José Antonio reconocen que los negocios ubicados en el circuito turístico de La Habana funcionan mejor con un toque de onda retro. Como en cualquier barbería se habla de todo. De la Serie Nacional de Béisbol, de las ligas europeas de fútbol y de las penurias constantes provocadas por una economía a la deriva. Y cómo no, también se charla un poco de política.
Veinticuatro horas después de ser elegido Manuel Marrero Cruz como primer ministro, cargo que había desaparecido de la estructura de poder en Cuba, ocho de los once clientes en la barbería desconocían que el elegido había sido el hombre que desde 2004 era ministro de Turismo.
Abel, joven con un pelado estrafalario, es capaz de cantarte de memoria las alineaciones del Real Madrid, pero encoge los hombros cuando usted le pregunta su valoración sobre el nuevo primer ministro. “No, no sé quién es ese hombre. No suelo ver los noticieros y no sigo la actualidad política cubana. “¿Pa’qué?”, se pregunta y él mismo contesta: “Cualquiera que pongan en ese cargo va ser más de lo mismo”.
La mayoría de los clientes que se encuentran en la barbería no esperan nada nuevo del primer ministro. A Ulises, veterinario, le llama poderosamente la atención que “con la actual ‘coyuntura’ y crisis económica que vive el país se siga aumentando la burocracia. Imagínate, eso significa más oficinas, automóviles, combustible, dinero para dietas, salarios y viáticos para viajes al extranjero. Lo que se debiera es recortar el número de funcionarios y dirigentes de la Administración del Estado, del Poder Popular y del Partido Comunistas.
También se debe reducir la cantidad de provincias, que actualmente son 15 más es el Municipio Especial Isla de la Juventud. Que vuelvan a ser seis como eran en 1959 (Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente). En Cuba hay demasiados funcionarios y dirigentes, a todos los niveles. Hay que desinflar todas las plantillas".
En un bar de la barriada de La Víbora le pregunté a dos parroquianos si preferirían elegir personalmente en un sufragio universal al presidente y al primer ministro, y me miraron de manera sospechosa. “Tú sabes que eso no es posible en este país. Ellos (los del régimen) eligen a los dirigentes por nosotros. Aunque después, pongan a quien pongan, las cosas siguen igual o peor”, responde uno de los dos.
Los cubanos de a pie se muestran imperturbables ante cualquier evento o acontecimiento político nacional e inclusive internacional. La indiferencia es atroz. En la cola en un agromercado estatal para comprar viandas y carne de cerdo, Eloísa, jubilada, asegura que no le interesa conocer a quién han puesto de primer ministro. Y a continuación se queja del desabastecimiento, de los altos precios y la falta de futuro.
“En los 65 años que tengo, es primera vez que veo que una libra de tomate cueste 25 pesos en diciembre, que no encuentres naranja agria ni puré de tomate, por pesos o por divisas. Sacaron turrones a principios de diciembre, pero ahora tienes que zapatear La Habana para encontrar un turrón. Y ni soñar con uvas y manzanas, como otras veces. Es la peor Navidad y el peor fin de año que he vivido. Díaz-Canel habla mucho y visita muchos lugares, pero la gente no come discursos ni consignas", dice Eloísa molesta.
Yasniel, cantinero en un hotel cinco estrellas, asegura que “Manuel Marrero, el recién nombrado primer ministro, en sus quince años al frente del turismo, hizo bien poco a favor de los trabajadores. Somos los peor pagados en Cuba. Yo gano 500 pesos y 20 cuc de estimulación salarial a pesar que reporto ganancias de miles de dólares. En su etapa como ministro, el maltrato y las condiciones laborales empeoraron. Por eso la gente que trabaja en turismo roba a las dos manos y es una de las principales fuentes de abastecimiento del mercado negro. Este tipo (Manuel Marrero) no responde a los intereses del pueblo, representa los intereses de las empresas militares, como militar que es”.
Fuente: Diariolasamericas