La democracia en EEUU se enfrenta a grandes retos: muchos ciudadanos estadounidenses dudan de los resultados de las elecciones de 2020 y el extremismo, el autoritarismo y la desinformación van en aumento.
El Político
Así lo señala el Real Instituto Elcano, que agrega que EEUU, como muchos otros países, está viviendo un período de convulsiones políticas casi sin precedentes en su historia moderna.
¿Por qué es importante?
Por vez primera en la historia moderna del país se cuestiona la solidez del sistema democrático, y cada vez hay más preocupación sobre el futuro democrático del país: de acuerdo con las encuestas, un 71% de los votantes estadounidenses piensa que la democracia está en riesgo, reportó Realinstitutoelcano.
Además, si hay un elemento diferenciador del momento actual en relación con otros períodos de crisis en el país, es que hay un sector de votantes radicales que se niegan a aceptar los resultados de las elecciones cuando pierden.
Además, el Partido Republicano, clave para la estabilidad de la democracia en EEUU, no sólo está fracturado por la radicalización del sector del partido todavía leal al ex presidente Trump, sino que también carece de un proyecto común como muestran las dificultades que ha tenido para elegir a un presidente/portavoz de la Cámara de Representantes entrante en enero de 2023.
Pese a que al final el Republicano Kevin McCarthy fue elegido presidente de la Cámara –tras 15 votaciones y en la elección más larga en 164 años– para conseguirlo se vio obligado a hacer concesiones a los congresistas más radicales de su partido, que debilitarán su poder, facilitarán el proceso para destituirlo y darán mayor poder al sector radical en la aprobación de legislación y en las asignaciones de los congresistas a los comités.
Estos últimos son fundamentales, porque es en los comités donde el Congreso hace gran parte de su trabajo legislativo y de control del gobierno.
En definitiva, esta elección convirtió un procedimiento rutinario de elección del presidente de la Cámara en una crisis institucional, y reveló cómo un pequeño grupo de congresistas ultraconservadores puede paralizar la gobernabilidad del país con el objetivo de obtener lo que quieren.
Entre líneas
Las consecuencias de esta debacle no serán evidentes de forma inmediata, pero se harán muy visibles cuando se procesen nuevos proyectos de ley, sobre todo en materia de gasto, que son clave para mantener al gobierno operativo, evitar su cierre y cumplir las obligaciones de deuda del país.
Precisamente, entre las concesiones que los ultraconservadores sacaron de McCarthy está la promesa de que cualquier aumento en el límite de la deuda del país irá acompañado de recortes de gastos, ya que buscan limitar el gasto público que financia una burocracia que ellos consideran desastrosa para el país.
Los expertos consideran que una de las grandes batallas que se avecina (se estima que a fines del próximo verano) será sobre el límite de la deuda, dado el sistema kafkiano que hay en EEUU según el cual corresponde al Congreso fijar un tope para la deuda federal.
Si el gobierno alcanza este límite ya no puede pedir dinero prestado para pagar sus deudas, a menos que el Congreso aumente el límite de deuda, lo que podría forzar un impago y causar un daño grave al sistema financiero mundial.
En definitiva, la batalla por la elección de McCarthy es un anticipo muy probable de lo que se avecina: un Congreso en el que una minoría radical ultraconservadora con capacidad de veto hará muy difícil que pueda cumplir sus funciones legislativas básicas.
Es por todo ello que, pese a signos positivos –como el resultado de las elecciones de noviembre 2022 en que muchos de los candidatos más radicales y negacionistas de las elecciones perdieron–, el peligro para la democracia es claro y presente.
En contexto
Causas de la crisis. Es importante también entender las causas que han llevado a esta situación y al deterioro de la democracia en EEUU.
Los expertos coinciden en que un detonante claro ha sido la frustración con el estancamiento de los estándares de vida y el aumento de las desigualdades de las tres últimas décadas, que ha llevado a la deslegitimación del sistema, a la polarización y al populismo.
Un elemento clave ha sido lo que se podría denominar “la normalización de las desigualdades”: aceptar que el crecimiento de las desigualdades es algo política y económicamente razonable que se podría resolver a largo plazo, pero que ha sido catastrófico para el país.
Es importante resaltar que esa “normalización” también ha sido alimentada por las políticas neoliberales de gobiernos Demócratas (Clinton y Obama) y no sólo Republicanos, lo que les ha hecho perder el apoyo de una parte significativa de los votantes trabajadores, que ya no se sienten representados por las políticas identitarias de los Demócratas.
Política de los Estados Unidos
El gobierno de los Estados Unidos se fundamenta en una anatomía, presidencial y federal. Su gobierno tiene unos poderes limitados enumerados en la Constitución de los Estados Unidos.
Su forma de gobierno es conocida como democracia presidencialista porque hay un presidente. La elección del presidente es indirecta a través de compromisarios o grandes electores.
Los poderes del presidente alcanzan no solo la jefatura del Estado, sino también el poder ejecutivo y la capacidad de algunas decisiones del poder legislativo.
Hay niveles del gobierno: el nivel federal, el nivel estatal, y el nivel condal o local. Los líderes de estas administraciones territoriales son elegidos por votantes por sufragio universal o designados por otros oficiales elegidos.
Casi todos los oficios se deciden por una pluralidad de votos para un candidato. Los candidatos ganan las elecciones, no los partidos políticos, cuya influencia y organización es menor que en otros sistemas democráticos como los de Europa. Todos los estadounidenses tienen derecho al voto a partir de los 18 años.
Existen límites en el derecho de voto para quienes están en prisión por cometer crímenes que lleven aparejada como pena accesoria la restricción del voto; en algunos estados la legislación penal y penitenciaria restringe el derecho de voto aun a pesar de haber cumplido la condena y los residentes de las dependencias y del distrito federal están representados solo con un delegado al Congreso que no vota. Para ejercer el derecho a voto hay que inscribirse en un registro de votantes.
Esta “normalización de las desigualdades” ha llevado a una situación económicamente inaceptable de pobreza, con una tasa oficial en 2021 del 11,6%, estando 37,9 millones de personas en dicha situación, y a una creciente brecha entre ricos y pobres.
De acuerdo con datos del Pew Research Center, los ingresos de los hogares han crecido sólo modestamente este siglo, la riqueza de los hogares no ha vuelto a su nivel anterior a la recesión y la Pew Research Center continúa ampliándose.
Los ingresos de la clase media no han crecido al ritmo de los ingresos del nivel superior: de 1970 a 2018 la renta de la clase media aumentó de 58.100 dólares a 86.600, una ganancia del 49% pero considerablemente inferior que el 64% registrado por hogares de ingresos altos, cuyo ingreso medio aumentó de 126.100 dólares en 1970 a 207.400 en 2018.
Por último, los hogares en el nivel de ingresos más bajos experimentaron un aumento del 43%, de 20.000 dólares en 1970 a 28.700 en 2018. Todo ello ha sido clave en el aumento del resentimiento, la desafección política, la deslegitimación del sistema, el populismo y la polarización.
Aunque la economía ha sido clave para entender la situación política actual y el daño a la democracia, hay también que resaltar otros factores que han llevado a la situación presente, como los temores culturales: un sector importante de la población, sobre todo en zonas rurales, se siente atacada por las elites culturales de las costas, que los tratan de forma condescendiente y con nula empatía.
Perciben que lo que oyen de muchos políticos e influencers, y lo que ven en sus televisiones y en los cines, es un ataque directo a sus valores, sus creencias religiosas y sus tradiciones.
Estos ciudadanos viven con gran ansiedad y desorientación los cambios sociales y culturales tan significativos que ha experimentado el país en las últimas décadas y que se han acelerado en los últimos años, como la inmigración, el aborto, las costumbres, la cultura de la cancelación, las solicitudes de desarmar a la policía, las políticas de género, el COVID, etc.
Se sienten “extraños en su propio país” (Hochschild), y han generado una reacción cultural (el cultural backlash de Norris e Inglehart). Estos ciudadanos piensan de forma tan diferente que ni siquiera acontecimientos sísmicos como el COVID les hacen cambiar de opinión, lo que ha llevado a una “calcificación” de la política estadounidenses, que produce endurecimiento y rigidez en las posiciones de los votantes y hace más difícil alejarse de sus preferencias (Tuasanovitch y Vavreck).
Para millones de votantes no importa tanto lo que afecte a sus carteras, sino cómo les impactan los cambios culturales que está sufriendo el país. Y todo ello se ha intensificado por el aumento masivo de las falsedades y mentiras propagadas más rápidamente que nunca a través de los medios y las redes sociales.
Además, el sistema ha mostrado que hay responsabilidad (accountability): más de 900 personas han sido acusadas de crímenes relacionados con el asalto al Congreso y cientos han sido ya condenados.
Más allá de la polarización, un problema fundamental es la falta de confianza (trust) y el informe del Comité sobre el asalto al Congreso es clave para mostrar claridad y la verdad, ambos imprescindibles para generar confianza.
En conclusión
En un momento en que se cuestionaba el valor y la durabilidad de nuestras democracias, la guerra de Ucrania, así como el fracaso de las políticas autoritarias chinas en la gestión del COVID, muestran que nuestras democracias poseen algo que nunca tendrán los regímenes autoritarios: la capacidad de dar respuesta (a veces inadecuada) a las necesidades de sus ciudadanos en un marco que preserve la dignidad y los derechos humanos.
Pese a la larga tradición democrática en EEUU, hay que recordar que el país tiene también una larga tradición autoritaria (con orígenes en la esclavitud), que ha adquirido nuevos bríos en los últimos años por las razones que hemos analizado, y está erosionando y tensionando las instituciones y las raíces democráticas del país.
Los próximos años y las próximas elecciones pondrán a prueba una vez más la solidez de las instituciones y de la cultura democrática del país.
NYT publicó que varios críticos del rumbo de Estados Unidos citaron los disturbios del 6 de enero, un violento rechazo a la insistencia de la democracia en el traspaso pacífico del poder.
Otros expresaron su preocupación por el hecho de que los estados erigieran límitaciones al voto después de la participación récord que supuso la generalización del voto anticipado y en ausencia durante la pandemia.
Unos pocos dijeron que les preocupaba que la Corte Suprema fuera presa de la política partidista, como los poderes judiciales de los países que tienen dificultades para establecer tribunales independientes.