Hoy se conmemora el Día Internacional para la Reducción de los Desastres, instituido por la ONU como medio de promover una cultura mundial que comprenda la prevención, la mitigación y la preparación; y sensibilizar a gobiernos y personas para que minimicen los riesgos.
El Político
La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió hace diez años designar el 13 de octubre como fecha para conmemorar el Día Internacional para la Reducción de Riesgos de los Desastres.
Inicialmente, en 1989, se proclamó que la fecha sería el segundo miércoles del mes de octubre. Se decidió crear este día internacional como medio de promover una cultura mundial de reducción de los desastres naturales que comprenda la prevención, la mitigación y la preparación; y de concientizar a los gobiernos y a las personas para que tomen medidas encaminadas a minimizar estos riesgos.
"Hacer que las infraestructuras sean más resilientes ante el clima puede tener una relación costo-beneficio de aproximadamente seis a uno: por cada dólar invertido, se pueden ahorrar seis dólares. Ello quiere decir que invertir en la resistencia ante el clima crea puestos de trabajo y ahorra dinero". António Guterres, Secretario General de la ONU.
Es mejor prevenir que lamentar
Si bien no todas las amenazas naturales generan consecuencias devastadoras, una combinación de factores naturales, culturales, sociales y políticos contribuyen a que se originen desastres.
Durante los últimos 20 años, más de 1,35 millones de personas han perdido la vida como resultado de la vulnerabilidad y la exposición a amenazas naturales, en especial mujeres y niñas. Además, más de 4000 millones de personas han tenido que desplazarse y se han quedado sin hogar, o han resultado heridas, lesionadas, o han tenido que recurrir a algún tipo de ayuda de emergencia.
La mayoría de las muertes a causa de desastres naturales se deben a eventos meteorológicos, en especial inundaciones, tormentas y olas de calor, y han duplicando sus cifras durante los últimos 40 años. Otra parte importante se da por eventos geofísicos extremos como terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas.
Los desastres naturales son inevitables, pero los daños que causan pueden minimizarse; en cambio, la vulnerabilidad social, económica y ambiental pueden exacerbarlos. En cualquier caso, nadie está a salvo de ser víctima de una catástrofe natural. Por lo tanto, la reducción del riesgo de desastres concierne a todo el mundo, desde los campesinos hasta los jefes de Estado.
El marco de Sendai
El marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres (2015-2030) es un documento internacional adoptado por países miembros de la ONU en 2015 durante la Conferencia Mundial celebrada en Sendai, Japón, y aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas ese mismo año. Sucede al marco de Hyogo para la acción (2005–2015) que hasta entonces había sido el acuerdo internacional más amplio sobre reducción del riesgo de desastres.
La conmemoración de este año se centrará en la cuarta meta del Marco de Sendai: "Reducir considerablemente los daños causados por los desastres en las infraestructuras vitales y la interrupción de los servicios básicos, como las instalaciones de salud y educativas, incluso desarrollando su resiliencia para 2030″.
Dados los altos índices de muertes, especialmente en terremotos y tsunamis, es especialmente importante poder garantizar que las escuelas y los hospitales estén construidos de acuerdo a parámetros de durabilidad. Ello pasa porque se cumplen las normas de planificación de ubicación y peligro y los códigos de construcción. Otras áreas de infraestructura crítica que ayudan a lograr otros objetivos del Marco de Sendai incluyen servicios que pueden salvar vidas, como el suministro de alimentos y agua, energía, telecomunicaciones y transporte.
Grandes pérdidas económicas
Los riesgos por desastre y las pérdidas económicas causadas por los desastres se concentran de forma desproporcionada en los países de ingresos más bajos y con un nivel débil de gobernabilidad, así como en los pequeños estados insulares en desarrollo, donde los riesgos se exacerban debido al cambio climático.
Por eso que es muy importante que las inversiones económicas estén informadas de la prevención en reducción de riesgos ya que la inversión en la prevención y la reducción del riesgo de desastres genera grandes ahorros en términos de las pérdidas que se evitan y los costos de reconstrucción, con una relación costo-beneficio que va desde 3:1 hasta 15:1, y aún más alta en algunos casos.
La meta de este año busca facilitar una plataforma de promoción para que todos los gobiernos, autoridades locales, agencias para la gestión de desastres, entes de las Naciones Unidas, ONG, sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, empresas, instituciones académicas y científicas y otros grupos interesados destaquen las consecuencias económicas que surgen al no gestionar el riesgo de desastres, especialmente para los grupos vulnerables y los países de ingresos bajos y medios.
Los 10 peores desastres naturales en el mundo
Huracán Katrina, Estados Unidos: Aproximadamente 1.836 fue e el número de vidas que cobró el huracán Katrina en 2005 en la ciudad de Nueva Orleans. Calles inundadas, casas destruidas por completo, cadáveres flotando y demás escenas impactantes, fueron algunos de los problemas a los que tuvieron que enfrentarse los habitantes de uno de los destinos turísticos más representativos de USA.
Tsunami, 2011, Japón: Tokio fue el escenario de uno de peores desastres naturales y una de las catástrofes climáticas más graves del siglo XXI. Los miles de millones que ha invertido esta ciudad en ingeniería a prueba de terremotos fueron un respiro para la población, pero a 100 km de la costa, las placas tectónicas empujaron una masa de agua que provocó olas inmensas, llevándose todo lo que tenía a su paso: personas, calles, casas, embarcaciones y más.
Huracán Odile, Baja California Sur: En 2014, el huracán Odile devoró todo a su paso: árboles caídos, cortes de carretera, hoteles dañados y un aeropuerto destruido; 30 mil turistas -26 mil extranjeros y 4 mil nacionales- sufrieron las consecuencias del ambiente apocalíptico que se propició con la catástrofe.
Ola de calor en Europa: Las consecuencias del cambio climático tienen muchas caras, y una de ellas fue la ola de calor que en 2003 acabó con la vida de más de 40 mil personas en Europa, sobre todo en países como Francia, donde las víctimas alcanzaron la cifra aproximada de 15 mil. España sufrió también las consecuencias con 13 mil muertes, y se comprobó que enfermedades como el Alzheimer aumentaron un 56% debido a las altas temperaturas.
Terremoto, 2010, Haití: Un terremoto de 7.3 grados Richter sacudió a Haití y dejó a su paso 222 mil 570 muertos, un millón y medio de damnificados y pérdidas materiales de millones de dólares; en la actualidad, el país continúa en reconstrucción. Los registros indican que millón y medio de haitianos perdieron su hogar y, un importante número de ellos continúa viviendo en refugios.
Terremoto, México: Problemas sanitarios, actividades de socorro, bebés sepultados, 10 mil muertos y miles de damnificados, fueron algunas de las consecuencias del sismo de 8.5 grados en la escala de Richter que sucedió en el año 1985. Las zonas destruidas fueron invadidas por un silencio sepulcral, las ruinas de los inmuebles guardaban en sus grietas personas atrapadas y cadáveres. Se organizaron grupos de rescatistas -improvisados- que dieron todo su apoyo e incluso, celebridades como el tenor Plácido Domingo se unieron a la causa.
Tsunami, sudeste asiático: en 2004 hubo un terremoto de magnitud 9 grados Richter seguido de un tsunami. Cerca de 230 mil personas perdieron la vida. La intensidad y velocidad de las olas fue tanta, que incluso llegaron a las costas africanas de Somalia, Kenia, y a costas del norte y sur de América.
Huracán Paulina, México: Acapulco y Oaxaca, dos de los destinos turísticos más importantes de México, se vieron afectados en 1997 debido al huracán Paulina. Dicho ciclón tropical fue uno de los más destructivos, mortíferos y costosos en la historia del país durante la segunda mitad del siglo XX. Cerca de 300 mil personas perdieron su hogar y quedaron en pobreza extrema, además de los daños económicos por una cantidad aproximada de 80 mil millones de pesos.
Ciclón Nargis, Birmania: La historia política de Birmania ha sido complicada, y si a esto se le suma el ciclón Nargis, que terminó con la vida de más de 130 mil personas en 2008, las cosas empeoran, pues además de los desastres económicos, dicho fenómeno dejó cerca de 50 mil desaparecidos. En el puerto de Yangón, los barcos hundidos eran sólo la entrada a un panorama devastador en un país donde la muerte se venera y trasciende más allá de la creencias occidentales. El nivel de espiritualidad y solemnidad que surgió en Myanmar a raíz de esta tragedia, fue, en gran medida, parte del consuelo que recibieron las familias afectadas.
Terremoto, 2016, Ecuador: Fue considerado por instituciones europeas como uno de los más destructivos, pues a pesar de registrar una magnitud de 7.8 grados, afirman que pudo alcanzar en realidad los 9. Dejó aproximadamente 670 muertos y miles de millones de dólares en daños. Un desconcierto ilustrado con ruinas es el resultado al que continúan enfrentándose las autoridades y los locales.
Con información de ONU.un.org/
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Foto: Cortesía de ONU, Huracán Dorian