Donald Trump y Joe Biden definen sus estrategias y queman sus últimos cartuchos para convencer a los votantes indecisos de cara a las elecciones de noviembre en Estados Unidos.
El Político
Si Estados Unidos fuera un país presidencialista como cualquier otro, Joe Biden estaría muy tranquilo y Donald Trump muy preocupado.
Según Infobae, desde hace cinco meses, el candidato del Partido Demócrata mantiene en las encuestas nacionales una ventaja clara y sostenida sobre el presidente. El 1 de junio lo superaba por 49% a 42,2%, una distancia de 6,8 puntos. Ahora, a 30 días de las elecciones del martes 3 de noviembre, se impone por 50,1% a 42,9%, una brecha de 7,2 puntos, según el promedio de las principales consultoras que realiza el sitio RealClearPolitics.
El problema es que Estados Unidos no tiene un sistema presidencial estándar. Por eso, Trump fue declarado presidente sin ninguna discusión, a pesar de haber recibido casi 3 millones de votos menos que su adversaria.
7 estados claves
Es posible clasificar a los siete estados más disputados en tres grupos. El primero está conformado por dos estados púrpuras: no tienen una identidad definida y demócratas y republicanos se reparten los triunfos allí.
Uno es Florida, el tercer estado del país en número de electores (29). Desde 1972, con la única excepción de las elecciones de 1992, el candidato que gana allí termina siendo elegido presidente.
El otro es Ohio, que cuenta con 18 votos electorales y que no registra excepciones en los últimos 50 años: el más votado allí obtiene siempre mayoría en el Colegio Electoral.
A diferencia de lo que ocurre en las encuestas nacionales, en Florida el liderazgo de Biden se achica mes a mes. Llegó a ser de más de seis puntos a mediados de julio, pero ahora es de apenas uno: 47,8% a 46,7 por ciento. Trump tiene razones para ser optimista: a esta altura de la elección pasada, Clinton lo superaba por dos puntos, pero creció mucho el último mes de campaña y terminó pasándola por algunas centésimas en los sondeos. El resultado final fue un triunfo por 49% a 47,8 por ciento.
Ohio es tan púrpura que va cambiando de líder con el correr de las semanas. Biden estaba al frente en julio; Trump lo superó a principios de agosto, pero volvió a pasarlo en la segunda mitad del mes; el Presidente pasó a la delantera en septiembre; y el ex vicepresidente volvió al frente en la última medición, en la que gana por 48,1% a 46,8%, según el promedio de encuestas de FiveThirtyEight.
El segundo grupo de estados está integrado por dos que son históricamente rojos, pero que podrían cambiar de color este año.
Uno es Carolina del Norte, que pone en juego 15 electores. Los republicanos ganaron ahí todas las presidenciales desde 1980, salvo las de 2008, en las que ganó Barack Obama.
El otro es Arizona (11 electores), siempre rojo desde 1972, con la única excepción de la victoria de Bill Clinton en 1996.
En Carolina del Norte, Biden llegó a tener una ventaja de casi cinco puntos a comienzos de agosto, pero ahora hay un empate técnico: el demócrata está arriba por 47,1% a 46,6 por ciento. También había empate entre Trump y Hillary Clinton a esta altura de los comicios pasados y Carolina del Norte fue uno de los pocos en los que los sondeos fallaron, ya que el promedio del 1 de noviembre le daba una ventaja de 46,4% a 45,7% a la ex secretaria de Estado, pero el resultado fue un triunfo de Trump por 49,8% a 46,2 por ciento.
Trump está un poco más incómodo en Arizona, porque desde junio estuvo siempre dos puntos o más por debajo de su rival, que en la última medición lidera por 48% a 45,2 por ciento. El principal problema para él es que en 2016 se mantuvo al frente de los sondeos de opinión desde septiembre hasta el día de los comicios, en los que ganó por 48,7% a 45,1 por ciento. Así que la baja que se ve ahora podría mostrar un verdadero deterioro en el estado.
El tercer grupo de estados es probablemente el más importante. Fue el que le permitió a Trump la sorpresiva victoria de 2016 y es el que más argumentos le da a Biden para pensar que esta vez le puede tocar a él.
Está compuesto por tres estados que desde 1990 habían sido demócratas, al punto de que fueron considerados parte de un “muro azul”, pero el actual presidente se los quedó por un margen inferior a un punto porcentual. Son Pennsylvania (20 electores), Michigan (16) y Wisconsin (10).
En Pennsylvania, Biden está al frente en las encuestas desde junio, por una diferencia que osciló entre siete y cinco puntos. Los últimos números lo muestran arriba por 49,6% a 43,9 por ciento. No obstante, el Partido Demócrata sabe que es una diferencia que puede no significar nada: Clinton llegó a noviembre con una ventaja de 47,2% a 41,2 por ciento, pero el resultado fue 48,2% a 47,5% para Trump.
En una posición muy similar se encuentra Michigan, donde Biden lidera por 49,2% a 44 por ciento. En la elección pasada, Clinton se imponía en los números de noviembre por 47,3% a 40,7%, pero perdió en las urnas por 47,5% a 47,3 por ciento. Ella sacó exactamente lo mismo que el promedio de RealClearPolitics, pero él obtuvo siete puntos más.
Lo que se ve en Wisconsin parece casi calcado, con el candidato demócrata arriba por 49,8% a 44,3 por ciento. En 2016, las encuestas posicionaban primera a Clinton por 47% a 41,3%, pero Trump ganó por 47,2% a 46,5 por ciento.
En cualquier caso, Biden tiene un motivo muy importante para sentirse confiado, porque puede ganar incluso aunque vuelva a pasar lo mismo y Trump termine con más puntos de los que marcan las encuestas: en Pennsylvania, Michigan y Wisconsin el ex vicepresidente registra hoy una intención de voto superior al porcentaje que sacó Trump en 2016. Eso no ocurría en ninguno de los cuatro estados anteriores.