El Político.- Lulu se negaba a buscar explosivos y, tras haber sido excluida de los entrenamientos especiales, lleva la vida de un perro normal en casa de uno de sus entrenadores.
Para los adiestradores de perros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) es imprescindible que el animal disfrute de su trabajo. Este no fue el caso de Lulu, una perrita de raza labrador que se mostró apática durante los entrenamientos, a pesar de que trataron de motivarla con comida y juegos.
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Se mostraba tan renuente a la hora buscar explosivos por el olor, que la agencia de Inteligencia se vio obligada a ‘despedirla’.
Una vez excluidos por la CIA, los perros pueden ser adoptados por los instructores. De hecho, tras su infructuoso paso por el adiestramiento, Lulu ha sido adoptada por uno de sus entrenadores y ahora vive en su familia como un perro normal, afirma la CIA a través de un comunicado.
Como les ocurre a los estudiantes, los animales tienen sus días buenos y sus días malos durante la fase de aprendizaje. De hecho, pueden mostrarse perezosos o dar señales de rechazo en un momento dado, si bien esto no suele durar más de 1-2 días, explica la agencia en su sitio oficial.