Aulas vacías, tierras de cultivo y animales de granja abandonados son parte del paisaje de varios pueblos indígenas nahuas del estado sureño mexicano de Guerrero, atrapados entre el fuego cruzado de dos cárteles regionales de droga que los obligó a huir bajo amenazas de muerte.
En un recorrido por la zona, la AFP constató que hay cientos de casas cerradas con candados y abandonadas, tierras sin sembrar en plena temporada de lluvias y desesperados burros, caballos, cerdos y gallinas permanecen encerradas en sus corrales y potreros.
De las paredes de las aulas escolares colgaban todavía ilustraciones didácticas, pero sus sillas lucían empolvadas y vacías, así como los centros de salud.
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Manuel Olivares, director del Centro de Derechos Humanos José Ma. Morelos y Pavón, establecida en esa región, comentó en ese recorrido que más o menos unas 800 familias de indígenas fueron desplazados de los pueblos de Ahuihuiyuco, Tepozcuautla, Tetitlán de la Lima y Lodo Grande del municipio de Chilapa.
Los temerosos lugareños hablan de que más de 100 personas han sido asesinadas, algunos degollados y otros desmembrados.
Por eso, cuando las amenazas comenzaron, no dudaron en tomar camino a pie, en camiones e incluso montando animales de carga rumbo a la cabecera municipal de Chilapa, a Chilpancingo, la capital estatal, o al balneario de Acapulco.
La zozobra imperante es producto de la lucha por el control de la zona de los cárteles de drogas Los Ardillos y Los Rojos -este último relacionado con la desaparición de 43 estudiantes de la cercana localidad de Ayotzinapa-, dijo Manuel Olivares.
AFP