China ha dejado de ser la estrella indiscutida del éxito económico y la locomotora del crecimiento para convertirse en parte del problema de la economía internacional.
El Político
Desde principio de siglo y hasta la crisis iniciada en 2008 la economía china creció por encima del 10% y arrastró al resto de la economía mundial, especialmente a las proveedoras de materias primas.
Para enfrentar la crisis el gobierno chino implementó un paquete de medidas de inversión pública y de estímulo a la inversión logrando en 2009 un crecimiento del 8,7%, menor que el de años anteriores, pero muy alto en comparación con el resto de las grandes economías.
Pero, según DW, mientras el resto del mundo se tambalea al borde de la recesión, lo último que quieren los responsables políticos occidentales es que China, el mayor motor del crecimiento económico mundial desde la crisis financiera de 2008, tenga una recuperación desigual. Pero eso es lo que está ocurriendo.
Otro aspecto que plantea DW es que el enorme programa de estímulo de Pekín ayudó a Occidente a recuperarse de la crisis financiera de 2008. Esta vez, sin embargo, la recuperación de China tras la crisis es desigual.
China abandonó en diciembre su política de cero COVID
Tras abandonar en diciembre su política de tres años de cero COVID, la segunda mayor economía del mundo no está precisamente funcionando a pleno rendimiento, reportó DW.
Las importaciones chinas se contrajeron bruscamente en abril, un 7,9 por ciento, mientras que las exportaciones crecieron a un ritmo más lento, alcanzando solo un 8,5 por cien.
Mientras tanto, los nuevos préstamos bancarios cayeron más bruscamente de lo esperado, con los prestamistas extendiendo 718.800 millones de yuanes (104.000 millones de dólares, 94.500 millones de euros) en nuevos préstamos en el mes, menos de una quinta parte de la cifra de marzo.
¿Ha terminado la época dorada de China?
"La economía china no está a punto de implosionar, pero no está volviendo a la década dorada de 2010, cuando crecía a un nivel de dos dígitos", dice a DW Steve Tsang, director del Instituto de China en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS), con sede en Londres.
El enorme estímulo de China tras la crisis financiera de 2008/9 ayudó a la recuperación de la economía mundial, en parte debido al insaciable apetito del país asiático por importar materias primas para proyectos de infraestructuras.
Pero esas medidas de estímulo del pasado han dejado a China sumida en una montaña de deudas. En marzo, el FMI advirtió que la deuda china es de 66 billones de yuanes, equivalente a la mitad del PIB del país.
Impacto en la economía mundial
El nivel de crecimiento de china es fundamental porque es la segunda economía del mundo y absorbe el 10% de las exportaciones del resto del mundo.
El año pasado las compras chinas en el exterior cayeron un 13%, lo cual provocó una caída de los precios de las materias primas en el mercado internacional, con particular fuerza en el petróleo.
Paralelamente, en un círculo vicioso, el debilitamiento de las economías y su pérdida de capacidad importadora determinó una caída de las exportaciones del gigante asiático del 2%, la primera desde la crisis de 2008.
A las preocupaciones que generan tendencias de la economía real y de la situación política en China, el año pasado se sumaron dos sucesos inesperados que agregaron incertidumbre: el primero fue la abrupta caída de la bolsa de Shanghai, la principal del país, por el estallido de una burbuja especulativa que había sido alimentada por el propio gobierno con créditos a los inversores chicos.
El segundo episodio fue una inesperada y significativa devaluación del yuan en el mes de agosto. El Banco del Pueblo de China (Banco Central) informó que la movida tenía el objeto de adecuar el sistema cambiario a los requisitos que establece el FMI para que el yuan se incorpore a la canasta que determina el valor de los Derechos Especiales de Giro.
Pero en su momento surgió el temor de que había sido una respuesta al debilitamiento exportador de China o, incluso, producto de una mala decisión de las autoridades
En contexto
China, situada en el este de Asia, tiene una superficie de 9.600.013 Km2, así pues, es uno de los países más grandes del mundo.
China, con una población de 1.412.547.000 personas, y un porcentaje bajísimo de inmigración, es el país más poblado del mundo 147 habitantes por Km2.
Su capital es Pekín y su moneda Yuanes chinos.
China es la segunda economia del mundo por volumen de PIB. Su deuda pública en 2022 fue de 13.241.214 millones de euros, es el segundo país por volumen de deuda, con una deuda del 77,1% del PIB. Su deuda per cápita es de 9.374 € euros por habitante.
La última tasa de variación anual del IPC publicada en China es de abril de 2023 y fue del 0,1%.
Hay algunas variables que pueden ayudarle a conocer algo más si va a viajar a China o simplemente quiere saber más sobre el nivel de vida de sus habitantes.
El PIB per cápita es un muy buen índicador del nivel de vida y en el caso de China, en 2022, fue de 12.159 € euros, con el que se sitúa en el puesto 64 del ranking y sus habitantes tienen un bajo nivel de vida en relación al resto de los 196 países del ranking de PIB per cápita.
En cuanto al Índice de Desarrollo Humano o IDH, que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país y que en definitiva nos muestra el nivel de vida de sus habitantes, indica que los chinos se encuentran en el puesto 79.
La amenaza china sobre Taiwán aísla al gigante asiático
La amenaza china de invadir Taiwán, que Pekín reclama como isla propia, sigue enemistando a Occidente. Los lazos amistosos de Pekín con Moscú y la neutralidad ante la invasión rusa de Ucrania son otras cuestiones polémicas que han puesto en peligro la colaboración económica mundial.
"En lo que respecta a Taiwán, el aumento de la tensión o la guerra provocarían un cambio sísmico", dice a DW Pushan Dutt, profesor de Economía en la escuela de negocios INSEAD de Singapur.
"Las empresas multinacionales saldrían de China, sus mercados de exportación se cerrarán y se pondrán en marcha sanciones".
Además, las tensiones comerciales de la era Trump entre Pekín y Washington también han persistido durante la administración de Joe Biden. Los aranceles de "ojo por ojo" llevaron a sanciones estadounidenses a varias empresas y funcionarios chinos.
"La política exterior que ha impuesto el presidente chino, Xi Jinping, provocó que EE.UU. y otros países occidentales empezaran a desacoplar sus vínculos económicos con China, lo que significa que un factor clave que antes había apoyado el rápido crecimiento de China se está debilitando", señala Tsang.
En conclusión
Dw explica que otra de las razones que explican la recuperación poco estelar de China es el plan estratégico de Pekín para hacer ascender la economía en la cadena de valor, priorizando la calidad sobre la cantidad de crecimiento. Estas reformas, sin embargo, llevan tiempo.
"China ha intentado pasar de ser un fabricante de gama baja a dominar las industrias del futuro (inteligencia artificial, robótica, semiconductores, etc.)", afirma Dutt, lo que lleva a una ralentización del crecimiento.
A ojos de Tsang, otro factor que perjudica la economía china es su líder, Xi Jinping, que quiere claramente que la economía china sea más dinámica, vibrante, fuerte e innovadora, pero "sus políticas a menudo producen el efecto contrario".
"Con Xi aferrándose al poder y sin admitir sus errores, es prácticamente imposible que los tecnócratas en China hagan los ajustes necesarios para revitalizar la economía", concluye.