Dado que no podemos vivir sin polémicas, revive la disyuntiva entre confinamiento ("lock-down") o apertura. Parece obvio que debe haber mayor recogimiento en un pico de contagios, (un récord de casi 150 mil nuevos casos de Coronavirus en la segunda semana de noviembre). pero no es el encierro en sí mismo sino la magnitud, el grado.
El gobierno de Trump ha promovido el menor grado posible de restricciones y ha criticado a gobernadores como Andrew Cuomo en Nueva York, quien aplicó un "lock-down" estricto que ha generado alabanzas del lado sanitario, pero agrias críticas desde el económico.
Trump ha estado cerca de, sencillamente, hacer lo mínimo, a lo cual se suma su rechazo a los protocolos de máscaras y distanciamiento social. El doctor Anthony Faucci, director del NIH (siglas en inglés del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas), como proveedor primario de directrices ante la pandemia, siempre ha favorecido el mayor cumplimiento posible de toda medida preventiva.
¿Está equivocado Trump? No tan rápido. Sea por inercia o por una tradición republicana, tanto como la salud pública también importa aquello que la sustenta: la economía, la que paga médicos, trabajos, infraestructura. No se trata de ponerlas a competir, por supuesto que las vidas humanas lo son todo, pero con una economía deteriorada el sistema de salud colapsa.
Basta ver cómo España, no ajena a confinamientos (un tanto desordenados) y guiada por un gobierno socialista, ha tenido la mayor contracción económica (-20%) de toda Europa. El gobierno de Trump, con todos sus desaciertos sobre el Coronavirus (que son muchos y épicos en algunos casos), logró que la economóa rebotara 33% en el tercer trimestre de 2020. Ciertamente notable.
De modo que hay un delicado y potencialmente peligroso malabarismo entre sanidad social, y estado de la economía. Ambos son importantes, la salud por motivos obvios de preservación de la vida, pero la economía también, dado que le da sustento a la infraestructura sanitaria misma y a quienes la hacen funcionar.
Si no se hace correctamente, cuesta vidas. Pero nos recuerda que las medidas que salvan a miles de personas, se sustentan en innumerables recursos que deben producirse, administrarse y aplicarse en un equilibrio complejo pero justo.
FNN