Entre los símbolos que la plataforma de la izquierda radical latinoamericana ha arrebatado distorsionando su significación del imaginario colectivo continental destaca el de Bolívar y su espada libertadora. Aquel sable que hizo batir en retirada al imperio español dando lugar a una decena de repúblicas independientes, jamás planteó ideas que sojuzgaran principios como el de la propiedad privada ni la implantación de un estado tutelar; de hecho, Marx no había nacido en los tiempos de Bolívar. Sin embargo, los voceros del populismo radical de izquierda canturrean una frase sobre la espada de Bolívar que camina por America Latina para referirse al avance aparente de sus bastiones en Argentina y ahora en Bolivia y Chile.
No estamos asistiendo sin embargo a ningún fenómeno inédito ni novedoso. Primero Carlos Rangel en 1976 con su libro “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” y más tarde en el 93 Montaner y Mendoza con “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” retrataron, uno en clave académica y el otro de sátira, esa trágica inclinación que tiene el pueblo hispano a dejarse llevar por la hipnósis populista que la izquierda multinacional sabe tan bien manejar.
Observar como 80% de los votantes chilenos ha aprobado un referéndum para cambiar la constitución de ese país, táctica repetida una y otra vez en Venezuela, Bolivia y Nicaragua para asaltar “gentilmente” la institucionalidad democrática, y ver cómo luego de arrojar al tirano Evo Morales del poder a menos de un año el pueblo boliviano elige a quien era su vicepresidente, supera las más crispadas expectativas sobre esa vocación masoquista de los pueblos al sur del Río Grande de entregarle los destinos de sus patrias a tiranos y bolcheviques.
Pero en estos días esa fiebre parece haber también cruzado hacia el norte poniendo al centro del capitalismo mundial, la nación más próspera del planeta, al borde de un sainete bien pudiera devenir en tragedia. En una semana sabremos si la hoz disfrazada de espada se abre también paso en estas latitudes.
ASM