Decir que el 3 de noviembre de 2020 ocurre la votación en Estados Unidos es cuando menos incompleto. Las elecciones ya comenzaron y para el momento de publicación han sufragado más de 30 millones de personas en voto temprano o por correo. Algunas estimaciones hablan de cerca de 150 millones de votantes en todo el proceso y, para hoy, el porcentaje de indecisios es menor de 5%.
En medio de una pandemia, el evento es un hito de enormes repercusiones nacionales y geopolíticas. De allí viene el cliché “los ojos del mundo están puestos en…”
Las naciones de este planeta, multinacionales, organizaciones públicas y privadas, la ONU y organizaciones multilaterales basarán su política con EE. UU. de acuerdo al ganador. Su seguimiento del evento es diario y esencial para la toma de decisiones.
Igual así industrias, organizaciones públicas y privadas, medios de todos los rincones y, por supuesto, millones de personas empezando por los votantes mismos.
Pero tengamos en cuenta otros “ojos” que, abierta o escondidamente, monitorean minuto a minuto el proceso. Se trata de los rivales y enemigos del país, naciones que disputan a EE. UU. su hegemonía o preeminencia: China, Rusia, Irán y otros que, según organismos de inteligencia, ya han intervenido digitalmente en elecciones pasadas y lo seguirán haciendo para robar datos, alterar procesos, desestimular la participación, avivar la polarización o sembrar dudas sobre la pulcritud del proceso.
La mejor recomendación es confiar en el sistema, la capacidad de autoregulación del país y su sistema judicial. Es la hora de las instituciones y de los ciudadanos que quieren elegir su destino en paz.
FNN