Nicolás Maduro y sus representantes extraoficiales repitieron idénticas palabras cuando la Casa Blanca, Brasil, Colombia y la Unión Europea (UE) consultaron sobre la posibilidad de establecer un canal de diálogo reservado que permitiera iniciar la transición democrática en Venezuela.
“La oposición tiene que reconocer que ganamos, y ahí empezamos a negociar”, replicó el dictador y sus lugartenientes a los distintos interlocutores asignados por Joseph Biden, Lula da Silva, Gustavo Petro y Josep Borrell, alto representante de la UE.
Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, líderes de la oposición que vencieron al régimen populista, contestaron con un monosílabo a la propuesta de la dictadura venezolana.
“¡No!”.
Desde ese momento, cada uno de los interlocutores con el régimen populista -Estados Unidos, Brasil, Colombia y la Unión Europea- inició un proceso interno para determinar la estrategia propia que les permita sentar a Maduro en la mesa de negociaciones.
El dictador venezolano juega al desgaste de la opinión pública, controla el aparato represivo y pretende dilatar todo el proceso político hasta después de los comicios en Estados Unidos.
“Maduro dejó trascender que no quiere negociar dos veces. Una ahora y otra con Kamala (Harris) o (Donald) Trump, por eso todo se empantana. Y en ningún momento habla de aceptar la derrota, lo cual es un problema extra”, explicó a Infobae un integrante de la administración demócrata que conoce el contenido de las conversaciones reservadas entre Washington y Caracas.
En este contexto, Antony Blinken -secretario de Estado- y Dan Ericson -consejero de Seguridad Nacional para América Latina- ya empezaron a analizar medidas financieras y de investigación criminal contra Maduro y las figuras más prominentes de su gobierno. La lista tentativa también incluye a distintos niveles de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.