Estados Unidos coquetea con la posibilidad de declararse por primera vez en bancarrota; un riesgo que en estos momentos es sumamente elevado.
El Político
De hecho, ni siquiera en la última ocasión, en 2011, cuando la Administración Obama tuvo que registrar los gastos empleados para rescatar a los bancos estadounidenses por los agujeros contables ocasionados por la crisis crediticia.
Crisis que se desató en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers, entidad financiera que no soportó el peso de unas hipotecas subprime de baja calidad y, por otro, de unos productos de inversión de una elevada toxicidad.
El portal español público.es, afirma que el Departamento del Tesoro estadounidense está a punto de alcanzar el límite legal de endeudamiento, establecido en 31,46 billones de dólares desde diciembre de 2021, cuando el Congreso aprobó una ampliación crediticia de 2,5 billones para atender las obligaciones de pago.
¿Cómo ocurrió?
El departamento que dirige Janet Yellen, expresidenta de la Reserva Federal, ha prometido en una carta dirigida a los líderes tanto del bando republicano como del demócrata en ambas cámaras legislativas, una petición solemne de acuerdo para atender las necesidades "extraordinarias" que demandan las "incertidumbres" de un periodo como el actual, de viraje en el orden geopolítico y económico global.
Yellen insta al Capitolio a evitar el default, escenario que sucedería a lo largo del verano, según cálculos del mercado, porque el servicio de deuda americano está a tan sólo 78.000 millones de superar su tope legal.
De ahí que elevar este umbral se haya convertido en un objetivo imperioso para la secretaria del Tesoro, que promete en su misiva la puesta en liza de medidas inmediatas de ajuste para garantizar la luz verde de la bancada republicana.
Yellen describe un "periodo geopolítica y coyunturalmente complejo" para justificar su demanda y que requiere de "recetas extraordinarias" dirigidas a superar las "considerables incertidumbres".
Para lo cual, se precisan "dosis de liquidez suficientes antes de junio".
Pero, ¿es factible una declaración oficial de suspensión de pagos por parte del primer mercado del mundo? Las respuestas a estas cinco cuestiones explican la tibia frontera por la que atraviesa el flujo de caja de la Casa Blanca.
El salto de los niveles de deuda de EEUU se ha agudizado en el último decenio y medio. En 2020 llegó a suponer el 129% de su PIB, valorado por el FMI al término de 2022 en 25 billones de dólares, una cantidad que representa la cuarta parte de la economía global cifrada en 101,5 billones.
El incremento de la economía americana en el bienio posterior a la Gran Pandemia es precisamente la causa del retroceso porcentual de la losa de endeudamiento americana, que se redujo en siete puntos al término de 2021, pero que cuantitativamente se aproxima a los 31,5 billones de dólares y revela la urgencia de reclamar un aumento del límite de endeudamiento para que el Tesoro gestione con margen de maniobra los trascendentales vencimientos de pagos de este semestre.
El coste de que el Capitolio no expanda los límites de deuda significa un trauma para EEUU.
Igual que cualquier impedimento legislativo por elevar los topes de sus agujeros presupuestarios, lo que se conoce como el desfiladero fiscal, una constante en las últimas décadas que siempre se han saldado, en ambos casos, el de la deuda y el del déficit, con acuerdos entre los dos partidos con representación en la Cámara de Representantes y el Senado.
De leve mayoría republicana, la primera, y demócrata la segunda, tras las elecciones midterm de noviembre pasado.