Los debates presidenciales en Estados Unidos no se habrían convertido en tradición de no haber sido por el afán de conciencia política de las sufragistas estadounidenses, quienes paradójicamente han tenido que esperar casi 50 años para ver a una mujer aspirante a la Casa Blanca en uno de ellos.
Aunque en los años 80 pudieron ver a la aspirante demócrata a la vicepresidencia Geraldine Ferraro enfrentarse al entonces vicepresidente, George H. W. Bush, y en 2008 a la republicana Sarah Palin frente al actual vicepresidente, Joe Biden, no será hasta ahora que una mujer, Hillary Clinton, debata por dirigir la Casa Blanca.
El primer debate presidencial televisado en EEUU tuvo lugar en 1960 entre Richard Nixon y John F. Kennedy.
A partir de ese año se produjo una larga pausa y no fue hasta 1976, bajo el liderazgo de la Liga de Mujeres Votantes de EEUU y su coordinación y patrocinio de los debates, cuando se institucionalizó el intercambio de pareceres entre los aspirantes a la Casa Blanca y sus "números dos".
Desde entonces los debates se han erigido como un punto de inflexión en las campañas.
"Soy Dorothy Ridings, presidenta de la Liga de Mujeres Votantes, (organización) patrocinadora del primer debate presidencial celebrado esta noche entre el republicano Ronald Reagan y el demócrata Walter Mondale".
Con estas palabras comenzó el cara a cara entre los candidatos a la Casa Blanca en 1984.
"La mayor razón por la que la Liga de Mujeres Votantes hizo eso fue educar al público sobre los candidatos, sus programas electorales y sobre lo que decían que iban a hacer. Así que creamos este mecanismo previo al final de las elecciones", explica Ridings, que fue presidenta de la organización de 1982 a 1986.
Según subraya la expresidenta en una entrevista en la propia página web de la organización, la Liga de Mujeres Votantes "institucionalizó" los debates presidenciales y, entre 1976 y 1984 -periodo en el que ellas los dirigieron- no hubo ningún partido mayoritario que no fuera consciente de su importancia.
El primero de los debates presidenciales de las elecciones de este año se celebrará el próximo lunes en Long Island (Nueva York) e irá seguido el 4 de octubre por el único debate vicepresidencial en Farmville (Virginia), entre el senador demócrata Tim Kaine y el gobernador de Indiana, el republicano Mike Pence.
El impacto de los debates en el electorado es motivo de discusión de los analistas, pero el cariz que ha tomado esta campaña electoral con la entrada en escena de un polémico Donald Trump ha hecho que el encuentro de la próxima semana sea uno de los más esperados, y probablemente de los más vistos en la historia de los debates.
La aspirante demócrata, Hillary Clinton, y el magnate inmobiliario tendrán otros dos choques frontales televisados, el segundo de ellos será el 9 de octubre en Saint Louis (Misuri) y el 19 de ese mismo mes en Las Vegas (Nevada).
La Liga de Mujeres Votantes presenta con orgullo el importante rol que jugó a finales de la década de los 70 y principios de los 80 para devolver al público estadounidense la oportunidad de ver a sus posibles presidentes argumentar, uno frente a otro, sus hojas de ruta.
"Fue muy apropiado para nosotras ser un productor y patrocinador no cuestionado y ético para los debates presidenciales", añade Ridings en la entrevista en la página web de la organización.
Los formatos de los debates ya variaban entonces, y en algunos de ellos aparecían panelistas de diferentes vertientes ideológicas para interpelar a los posibles inquilinos de la Casa Blanca, garantizando, según Ridings, que todos los temas, incluso los más incómodos, saliesen a la luz.
Sin embargo, pese a haber impulsado estos eventos que ahora son casi un ritual en el periodo electoral estadounidense, la Liga de Mujeres Democráticas no duró mucho en su labor organizadora de los debates, dejando paso a lo que ahora se conoce como Comisión de los Debates Presidenciales.
En 1988, la organización renunció a su labor como moderadora y patrocinadora de los debates al considerar que no podía aceptar las demandas de republicanos y demócratas, e incluso podrían constituir un "fraude" para el votante.
"Los dos partidos fueron a la Liga y explicaron sus condiciones con un ‘lo toman o lo dejan'", explica Jane Bryant, panelista en uno de los debates de 1980 organizados por la Liga.
Y es que ambos partidos se reunieron secretamente y acordaron un "memorando de entendimiento" mediante el cual decidieron, por ejemplo, qué candidatos podían participar en los debates (en caso de haber independientes), quiénes serían los panelistas o la altura de los podios en los platós televisivos.
Tras aquel desencuentro con republicanos y demócratas durante la campaña electoral entre Michael Dukakis y George W. H. Bush, la Liga continuó colaborando con debates políticos a nivel estatal o local, entre gobernadores o entre candidatos a alcaldías, pero no volvió a participar en los debates presidenciales.
Por su parte, la Liga de Mujeres Votantes, creada en 1920 en Chicago, apenas unos meses antes de que las mujeres lograran el derecho a voto en Estados Unidos, continúa su labor "democrática" y ahora trabaja para promover y hacer visible la importancia del sufragio.
EFE