Los servicios secretos belgas creen que China lleva años realizando actividades de espionaje contra expertos en vacunas y guerra biológica.
El Político
Según una investigación del diario online ‘EuObserver’, las actividades de bio-espionaje de los servicios secretos chinos en Bélgica apuntaron también a empresas extranjeras con presencia en Bélgica como la farmacéutica británica GlaxoSmithKline y empresas belgas de tecnologías punteras. La investigación está basada en informes de la inteligencia belga que cubren el período 2010-2016.
Los informes, realizados por la ‘Seguridad del Estado’ belga y que sirvieron para alertar a las autoridades gubernamentales de las actividades de espionaje chinas en materia militar, médica y científica, son anteriores a la actual crisis del coronavirus y en ningún momento acusan a China de estar implicada en un programa de armamento biológico. Pero en un texto de 2016 sí dice: “Esta área (guerra biológica y vacunas) es de gran interés para los servicios chinos. Tanto defensivamente, porque China, debido a su superpoblación, está muy expuesta a las epidemias, como ofensivamente, porque han estudiado el Ébola como un vector ofensivo”.
Un tratado internacional, la Convención de Armamento Biológico, prohibió estas armas en 1975, pero muchos países han seguido investigando sobre guerra biológica, tanto de forma ofensiva como defensiva. Una fuente de la seguridad belga admitió al diario online que desveló la información: “Las vacunas son la primera línea de defensa en un potencial conflicto biológico”.
El informe asegura que los servicios chinos se pusieron entre ceja y ceja a Martin Zizi, un experto belga en armamento biológico empleado como inspector de armas por las Fuerzas Armadas belgas. Zizi, que fue también profesor de la rama flamenca de la Universidad Libre de Bruselas, habría sido “remarcablemente amistoso” con un científico chino, a quien introdujo en su mundillo científico y médico en Bélgica.PUBLICIDAD
¿Captación de científicos de alto nivel?
Ese científico chino, según los documentos de la Seguridad del Estado belga, era en realidad un médico militar de las Fuerzas Armadas chinas que trabajaba para el Ministerio de Seguridad chino. Los chinos también se pusieron como objetivo a al coronel en la reserva Jean-Luc Gala, quien es además un científico experto en guerra biológica y responsable del ‘Centro de Tecnologías Moleculares Aplicadas’ (CTMA), una empresa privada controlada en parte por las Fuerzas Armadas belgas y especializada en investigación de armamento biológico.
Gala estuvo hace seis años en la primera línea de ataque contra el ébola en varios países africanos haciendo pruebas con el ‘Avigan’, un antiviral de origen japonés cuyo uso también se estaría investigando contra el coronavirus. Esa misión la organizó, con financiación europea, el CTMA de Gala. Los documentos de la inteligencia belga dicen que el centro está “por delante de su tiempo en materia de bioterrorismo”. Ese habría sido uno de los principales objetivos del espionaje chino en Bélgica.
El CTMA está en el centro del ‘Integrated Mission Group in Security’ (IMG-S) del que forman parte la unidad de amenazas biomédicas de las Fuerzas Armadas belgas, la OTAN, la Agencia de Defensa de la UE, la Agencia Espacial Europea, la Comisión Europea, los gobiernos regionales belgas, el Hospital Universitario de la Universidad Católica de Lovaina y otros socios académicos y militares.
El espionaje chino a esta entidad fue en ocasiones algo burdo. Como cuando en 2018 la Inteligencia belga descubrió que en el mismo edificio en que el CTMA tenía su sede en Louvain-la-Neuve agentes chinos habían establecido una sociedad de importación-exportación, según la empresa había declarado al Banco Central belga cuando se constituyó (esa declaración es un requisito obligatorio para todas las empresas y autónomos con presencia en Bélgica). Poco después se instaló en las mismas dependencias una “Oficina Europea de Shenzhen”.
Louvain-la-Neuve, objetivo chino por su concentración de biotecnológicas
Esos dos centros sirvieron como avanzadilla a la construcción, en el mismo lugar, de ‘China Belgium Technology Centre (CBTC). Ya tiene 23 empresas chinas y belgas dedicadas a investigación biológica y de tecnología punta. En ellas trabajarán, cuando se complete su desarrollo el año que viene, más de 800 técnicos chinos. Al lado tiene las instalaciones de GlaxoSmithKline en Wavre y Rixensart. El informe de la Seguridad del Estado belga asegura que, a pesar de haber canalizado inversiones por valor de 700 millones de euros y creado 800 empleos permanentes, ese centro “constituye un peligro significativo de espionaje económico” y puede ser usado “como futuro vector de agentes de inteligencia dedicados a espiar empresas de tecnología punta”.
Los belgas empiezan a moverse poco a poco. En octubre pasado declararon persona non grata a Xinning Song, director del Instituto Confucio de Bruselas. El profesor había trabajado y vivido 10 años en Bélgica, donde habría creado una red social que le servía para espiar para China, según la Seguridad del Estado. Un veterano corresponsal en Bruselas contaba hace años a este reportero que un tercio de los periodistas chinos acreditados en Bruselas (ya son la mayor comunidad extranjera de corresponsales) era en realidad un agente secreto.
Fuente: ABC