"No nos metemos con nadie, somos un país pacífico, noble, pero que nadie se meta con Venezuela o morderá el polvo de una terrible derrota por parte de este pueblo antiimperialista", vociferó Nicolás Maduro durante el desfile militar del Día de la Independencia venezolana, emitido el pasado sábado pero pregrabado, algo habitual en las retransmisiones del presidente de facto del país petrolero.
El evento se realizó en Fuerte Tiuna, la principal instalación militar de Caracas y el lugar donde duerme el hijo de Chávez, donde se siente más protegido. Los acontecimientos de los últimos meses, desde la caída de la dictadura siria hasta la embestida de EEUU e Israel contra su estrecho aliado iraní, han profundizado el deseo de Maduro de blindarse como sea.
"Tenemos que fortalecer nuestros sistemas de defensa aérea y antiaérea con tecnología propia y con la ayuda de nuestros grandes aliados y amigos del mundo", añadió el mandamás revolucionario para referirse a Rusia, Cuba, China e Irán.
En esa nueva ecuación para "fortalecer nuestra capacidad para la guerra moderna", Maduro incluyó a drones y sistemas antidrones, que se suman así a los cazas rusos Sukhoi, a los misiles y a los famosos fusiles kalashnikov. Todo le parece poco a Maduro en el nuevo escenario geopolítico mundial, donde además sus aspiraciones nacionalistas sobre el territorio multimillonario en litigio con la vecina Guyana, han colocado al Esequibo la etiqueta de la principal amenaza de conflicto bélico en las Américas.
Por eso en Caracas no ha extrañado la noticia de que la fábrica soñada por Hugo Chávez en 2006 ya esté preparada para producir anualmente 70 millones de cartuchos de 7,62 milímetros para los fusiles kalashnikov. Rosoboronexport, la agencia estatal rusa responsable de las exportaciones militares, ha construido su factoría en las inmediaciones de Maracay, a una hora de Caracas. Un primer paso, además, para fabricar también fusiles de asalto AK-103 en el llamado "patio trasero" de EEUU.
La estrecha alianza entre Moscú y Caracas va mucho más allá: en abril Maduro dio el pistoletazo de salida al sistema satelital ruso Glonass, tres años después del acuerdo alcanzado con Roscosmos, otra corporación estatal rusa. Este sistema global de navegación por satélite compite con el GPS estadounidense. Está ubicado en el llano venezolano, en la base aeroespacial Capitán Ríos, en El Sombrero, Guárico.
Tan cercano a Vladimir Putin se siente Maduro que insiste con continuos alegatos en favor de la rusa Telegram y en contra de WhatsApp, un sistema de espionaje según el caudillo bolivariano. Eso sí, asegura que su gente está trabajando en un sistema de comunicación propio, "que no sea utilizado para espiar y menos para matar". Incursiones anteriores del chavismo en la alta tecnología, como aquel teléfono Vergatario para competir con iPhone, fracasaron con estrépito hasta convertirse en materia de memes y bromas nacionales.
Otra de las grandes obsesiones de Maduro son los drones, sobre todo desde que en verano de 2018 dos de ellos explotaran en las cercanías de donde pronunciaba un discurso. La polémica en torno a la fábrica de drones iraníes que el propio chavismo adelantó hace meses en sus discursos y en sus desfiles (exhibió drones iraníes Mohajer-2 modernizados y artillados en Venezuela en el 5 de julio de 2022) aumentó durante junio, con las denuncias de María Corina Machado.
La líder opositora aseguró que Venezuela, "un satélite de Irán a tres horas de la Florida", era el único país en las Américas con capacidad para construir estos vehículos aéreos no tripulados, cuyo valor en enfrentamientos bélicos se ha multiplicado durante la invasión rusa de Ucrania. "Una amenaza real para EEUU", insistió Machado.
El propio secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, profetizó en su día que el chavismo acabará de instalar fábricas en su territorio para construir drones iraníes, más allá de los que se cree se han ensamblado en la Base de Palo Negro, cercana a Maracay.
El chavismo ha retorcido los argumentos de Machado para acusarla de haber reclamado el bombardeo de Venezuela, incluso ha utilizado a mujeres del Ejército y de los organismos de Inteligencia para una campaña de odio en redes sociales.










