Maduro no acepta control parlamentario. Definitivamente y aprovechándose de los acontecimientos del 30 de abril, las fuerzas más radicales del oficialismo, allanaron la inmunidad de siete diputados sin siquiera realizar el antejuicio de mérito, mandato de la Constitución Bolivariana de Venezuela.
Apolinar Martínez/El Político
Al fin el ala más represiva del oficialismo, representada por Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López, Tareck el Aissami, Diosdado Cabello y Tareck William Saab, encontró la justificación para intentar gobernar como siempre ha querido: Sin ningún control legislativo, sin que haya poder que pueda obstaculizar sus propósitos de poner el país bajo la tutela de rusos, chinos y cubanos.
Ilegales todos los poderes
La “democracia” venezolana es una farsa de hace largo tiempo. La primera irregularidad fue el nombramiento de un Tribunal Supremo de Justicia a destiempo, cuando ya la Asamblea que entregaba el mano a la que había elegido el pueblo, estaba carente de poder para escoger al máximo poder judicial del país. A dedos y todos chavistas fue la decisión.
El segundo en ocupar ilegalmente el mando es el propio Maduro y por ello es desconocido por más de 50 países, los que han reconocido al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó para que lleve adelante un nuevo proceso para escoger presidente de la República,
Y el tercer miembro de esta comedia es la Asamblea Nacional Constituyente, escogida sólo por los militantes del PSUV, sin participación popular.
Son esos organismos los que deciden liquidar la Asamblea Nacional, escogida democrática y mayoritariamente por el pueblo venezolano. El primer paso es quitarle la inmunidad parlamentaria a siete de sus miembros. Luego vendrá la prisión y, por supuesto, los subsiguientes pasos hasta liquidarla definitivamente.
Venezuela vive momentos dramáticos y nadie puede avizorar hacia dónde conduce esta falta absoluta de libertad