Hacer mercado en tiempos de crisis es un dilema para cualquier venezolano. Apenas se cobra la escasa quincena, los ciudadanos calculan para salir y comprar medianamente “salado”. Los altos precios y la escasez acompañan en las compras, y la exasperación, tristeza y ansias, se hacen sentir mientras se ronda por los pasillos de los abastos.
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— El Político (@elpoliticonews) November 16, 2017
Al ingresar a un abasto hay tantos murmullos que difícilmente se puede escuchar los propios pensamientos. Mujeres viendo precios, hombres con manos en la cabeza y niños rondando estantes, deseando cereales y una que otra galleta que sobrepasan toda posibilidad económica.
“Mira yo no compro queso amarillo ni jamón, esas cosas son lujos, con huevo y queso tengo”, comenta una señora en un abasto de Caracas. Asegura que gastar lo poco que se gana en dos bandejitas de queso amarillo y jamón “no es rentable”. Por ello opta por gastar en medio cartón de huevos que son Bs. 36.000 y un considerable pedazo de queso que tiene un valor de Bs. 50.000. “Con eso me rinde por una semana, ya después veremos”.
Ni frutas, ni queso, ni nada que salga del presupuesto
En la sección de frutas y verduras, abundan las bolsas, y es que nadie se atreve a tomar una para comprar si quiera plátanos. Los precios asustan cualquier bolsillo, y los ciudadanos simplemente pasan de largo. “No compro ni frutas, eso está muy caro, prefiero beber agua. Además tampoco hay azúcar y cuando la consigues está carísima”, añade el señor Antonio con un paquete de pan de sandwich en sus manos.
Mientras que una mamá que tenía en brazos a una niña de 3 años, se preguntó el precio de una bolsa de alimento Nestum. Al escuchar que le dijeron Bs. 70.000 “peló los ojos” y dejo la bolsa donde estaba.
En los pasillos no hay quien compre por comprar, primero se debe ver el precio, sacar la cuenta y verificar si se puede llevar o no. Cuando al fin se ha decidido “humildemente” las compras, al pagar es otro dilema.
“Pero Dios, que complicado”
Con solo tres objetos en sus manos, la señora Carmen grita sin pena. “¡Dios qué complicado!”. Y es que acompaña su clamor con la queja de que los puntos están lentos y que únicamente vino por tres cositas y ya su cuenta está en cero.
“Si te pones a ver cualquiera podría terminar loco, vienes al mercado compras tres vainas y ya se te fueron los reales. Para colmo del asunto, tienes que aguantar por los puntos de venta, porque no hay efectivo. ¿A donde vamos a parar?”, agrega con ansiedad.
Venezuela nunca estuvo más complicada que ahora, los comercios se han vuelto un ring de boxeo y los mercados los lugares para dejar volar las penas. A pesar de que los gobernantes alegan que aquí todo está “perfectamente bien”, tan solo al pisar un abasto o mercado, el venezolano expone sin temor la terrible crisis que atraviesa el país.
Con información de Venezuela Al Día