Las durísimas críticas de Luis Alegre, cofundador y antiguo miembro del núcleo duro de Podemos, acusando al entorno de Pablo Iglesias de la «destrucción del proyecto» y de ser una «camarilla» de «conspiradores», han acabado por revolver y tensar más unas primarias que, según avanzan los días, tratan menos de política y más de intrigas palaciegas y de relaciones personales rotas. Y es que aquellos lazos de amistad de quienes levantaron Podemos en 2014 pueden servir ahora a unos y a otros para asfixiarse entre sí.
Alegre señalaba en su artículo de una manera muy cruda que el actual equipo del secretario general, llegado más tarde, es una parte sustancial del problema y el origen de la actual batalla interna. Entre otras cosas, por haber aislado a Iglesias y haberlo apartado de los compañeros con los que había impulsado el proyecto, como Errejón y otros tantos, a quienes poco a poco ha ido echando. Por eso hay quien dentro del errejonismo suele decir que más que una corriente son un «hospital de campaña» donde han ido a parar la mayoría de los miembros de aquel «Podemos original».
El líder de Podemos defiende a su círculo ante los "insultos" que dice que ha recibido
En su crítica, Alegre citaba a la jefa de Gabinete de Iglesias, Irene Montero, y a dos de sus más cercanos colaboradores: Rafael Mayoral y Juanma del Olmo. Ponía a todo ese círculo en el punto de mira.
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Las críticas a los «entornos» están siendo una constante en esta dialéctica de guerra entre los equipos de Iglesias y Errejón, sobre todo cuando se quiere explicar la dificultad que existe para que los dos referentes de Podemos puedan volver a entenderse o, al menos, reconciliarse después del congreso. Ambos líderes han tratado de sortear estas cuestiones cuando se les ha preguntado por ello para no caldear aún más los ánimos. Pero para los errejonistas ahí está gran parte del problema, del cambio personal e ideológico de Iglesias, de la «deriva» a la izquierda de Podemos y de la importación de las ideas del Partido Comunista, mientras que para los pablistas todo surge de la «ambición» y de la «soberbia intelectual» de los afines a Errejón.
Las discrepancias son fuertes entre equipos y, lo que es más importante, entre el número dos y la jefa de Gabinete de Iglesias. No hay que rebuscar demasiado en la hemeroteca para ver a ambos reconocer abiertamente que tienen notables diferencias. La famosa campaña en internet #ÍñigoAsíNo puso en evidencia este alejamiento.
Errejón admitió ayer que «una parte del nuevo entorno» de Iglesias no le quiere «en posiciones tan relevantes como estaba antes», en alusión a su puesto como secretario político y portavoz en el Congreso.
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Hace tiempo que las críticas internas a Iglesias se dirigen sobre todo a su «corte», a la que acusan de haberlo situado en una suerte de «castillo» o «fortaleza», donde cualquier discrepancia se ve como una «traición», como si quisieran arrebatarle el trono. Como fecha, señalan el regreso del verano como punto de inflexión. Fue entonces cuando se materializó un cambio en el rumbo político de Podemos y un recrudecimiento de la disputa interna a propósito de la batalla por el poder en Madrid. En ese momento, la división entre familias que venía produciéndose desde meses antes empezó a exacerbarse.
Iglesias se mostró ayer muy enfado por el cuestionamiento de su equipo y contraatacó. «Siento lástima por Luis Alegre», señaló, porque se hable de él por «insultar de manera vil a compañeros». También estaba muy molesta Irene Montero, que tachó de «barbaridades» las palabras del ex dirigente del partido. Reconoció que sintió «muchísima pena» y una «infinita tristeza» cuando leyó su artículo.
Con información de El Mundo
