El Eurogrupo cerró este miércoles una maratonica reunión de 16 horas sin ningún tipo de acuerdo respecto a una respuesta conjunta a la crisis económica que se deriva de la pandemia del coronavirus. Las posturas divergentes entre los páises del norte y del sur, y fundamentalmente entre Países Bajos e Italia, lo han hecho imposible.
El Político
Los académicos Juan Carlos Higueras – Analista Económico y Profesor de EAE Business School y Miguel Ignacio Purroy aclaran las dudas sobre este tema vital para la sobrevivencia mundial después del Covit
Los eurobonos son un vehículo financiero que permite mutualizar la deuda y los riesgos de todos los países bajo el paraguas de la UE de modo que, a través del BCE, se emite deuda con mayor garantía que la deuda soberana de los países ya que la responsabilidad en el pago estaría mancomunada.
Entre beneficiar a los débiles y pagar los platos rotos
Este instrumento de financiación beneficia mucho a los países con muchos problemas, pero al ser mancomunada y avalada por todos, hace que los países que gozan de buena salud en sus cuentas públicas y en su economía tengan desincentivos a su emisión porque ven que tendrán que pagar los platos rotos de los países que no han hecho los deberes.
" En términos populares, es como cuando salimos con los amigos a cenar y tomar copas pensando que cada uno pagará su parte en base a lo que tome, pero de repente uno (el italiano o el español) dice que se haga un bote sabiendo que el español y el italiano beben y comen mucho más que el alemán que está a dieta; y peor aún, si además alguno del grupo se deja la cartera en casa o está en paro". Esto explica la reticencia que tienen algunos países europeos a la implementación de los eurobonos.
Lo cierto es que estas divergencias tienen paralizada a Europa. Baste ver la forma como se ha abordado la emergencia del coronavirus: ha sido un flagrante repliegue a los espacios nacionales de decisión, como si 70 años de integración europea no hubieran existido.
La propuesta en la que trabajan los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea es en la movilización de 500.000 millones de euros para los países afectados a través de un seguro de desempleo común (100.000 millones), el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para las empresas (200.000 millones) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) con 250.000 millones.
Una de las discusiones y donde hay más fricciones es en la condicionalidad que llevaría aparejado el uso del MEDE, que Alemania y Países Bajos parecen aceptar rebajar a unas mínimas condiciones.
La postura de España, según ha detallado este miércoles la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, es de respaldo a la propuesta de movilizar medio billón de euros entre un seguro de desempleo común, avales crediticios y el fondo de rescate europeo (MEDE), pero insiste en reclamar a medio plazo la emisión de eurobonos.
Las fortalezas de actuar en equipo
El riesgo del conjunto es menor que el de cada una de las partes de modo que se consigue mucho más dinero, por tanto, mayor liquidez que si se hace de forma separada. Además, permitiría competir con mayores garantías (por los recursos de los inversores) frente a las emisiones de deuda que seguro va a haber por parte de Estados Unidos y se daría una competencia entre los bonos europeos y los norteamericanos.
Beneficios para todos
La emisión de eurobonos permite reducir significativamente la alta especulación que va a haber en los mercados de deuda, en especial mediante el uso y abuso de posiciones cortas (ventas en corto) que atacan a los países con mayores problemas y que conlleva subidas importantes en su prima de riesgo y, por tanto, rentabilidad. El uso de eurobonos daría lugar a un mercado muy grande (en volumen) de deuda pública, con el que sería mucho más difícil jugar por parte de los especuladores.
Europa necesita sacar a volar su helicóptero de dinero, como lo está haciendo el resto de los países, incluyendo China y Estados Unidos. El problema es que el helicóptero europeo, el BCE, es propiedad colectiva de los miembros de la Unión Monetaria Europea (UME).
Ningún país individual puede forzar al BCE a que le compre los títulos de deuda con los que está financiando su programa de emergencia por el coronavirus. Éste es el fondo de la disputa entre el Norte y el Sur de Europa.
Alemania, Holanda o Austria pueden teóricamente hacer frente a la emergencia por la vía ortodoxa de emitir deuda y recaudar impuestos; los países del sur de Europa, Francia incluida, no tienen holgura fiscal para hacerlo.
Los 750 mil millones que ha prometido el BCE son para darle liquidez a los mercados financieros, no para mantener en respiración artificial a millones de empresas y trabajadores. Los recursos teóricamente disponibles a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) son, primero, totalmente insuficientes y, segundo, están sujetos a una condicionalidad que es inadecuada para enfrentar una crisis como la del coronavirus.
Únicamente funcionaría alguna clase de bono común (coronabonos), cuyo servicio y repago correría a cargo del presupuesto europeo, o una ampliación suficientemente significativa del compromiso del BCE de comprar títulos de deuda de los países miembros. Al final, ambos mecanismos implican hacer un pote europeo común para atender la crisis, una solidaridad a la que está negada una parte de Europa.
El helicóptero europeo únicamente puede salir a volar si todos los miembros se ponen de acuerdo. Para ganar algo de tiempo, la Unión Europea ha eximido temporalmente a sus miembros del cumplimiento de los topes de déficit fiscal establecidos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, pero más pronto que tarde se toparán con que nadie va a querer prestarles a tipos de interés razonables.
Emitir eurobonos conlleva perder parte de la soberanía económica de los países, y a ello se añade que no termina de haber una verdadera integración de toda Europa, lo cual es un lastre para su puesta en marcha, así como la negativa histórica de los países con economías más sólidas.
Este conflicto casi le costó la vida al euro en 2011-2012, hasta que el presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, dijo que haría lo necesario para salvar la unión monetaria.
La modalidad de los eurobonos viene siendo reivindicada desde hace unos años por políticos para justificar la expansión del gasto público.
Su postulado central es que los gobiernos pueden incrementar el gasto y el déficit fiscal recurriendo al financiamiento del banco central, el cual puede crear dinero a discreción.
Si ya el mundo ha aceptado que los programas de alivio van a ser gratis para los gobiernos y los ciudadanos, ¿podrá volar también el helicóptero que reparte dinero gratis sobre los países pobres?
Se ha puesto de moda decir que el coronavirus ha igualado a pobres y ricos. Eso es una gran falsedad en el caso de los pobres de los países pobres. Primeramente, porque el número de contagiados y muertes será mucho mayor en los países pobres.Y, por otra parte, las medidas de distanciamiento social no van a funcionar en los estratos pobres. Para ellos, quedarse en casa es no poder comer, porque sólo en la calle encuentran su sustento diario. Entre morir de hambre o contagiarse, la elección es clara.
Y, segundo, porque los gobiernos de países pobres no tendrán financiamiento suficiente para los programas de alivio, y mucho menos gratis. Por un lado, la situación económica ya se les venía empeorando a causa de la crisis mundial, que ha repercutido en reducción de sus exportaciones, debilidad de sus monedas y fuga de capitales.
Estamos frente a la tormenta perfecta de una crisis humanitaria sin precedentes. Sé que no es fácil, pero la emergencia del coronavirus en sus países no debe llevar al mundo desarrollado a replegarse dentro de sus fronteras. Tarde o temprano, los impactos de la crisis sanitaria desbordada de países pobres de África, América Latina, Medio Oriente y Asia terminarán retroalimentando la epidemia en los países ricos. El G7, el G20 y los organismos multilaterales pueden hacer mucho para movilizar recursos hacia los países pobres, en su propio interés. También la solidaridad internacional.
¿Tendrá de nuevo el BCE, esta vez bajo el mando de la francesa Christine Lagarde, que salvar a la UME in extremis comprando los bonos de Francia, Italia o España?
En principio no se le debería obligar a un país a sufragar los gastos de otros. Lo que sucede es que no estamos hablando de cualesquiera países, sino de miembros pertenecientes a una unión monetaria. Sin un mínimo de solidaridad no es viable una moneda común. De acuerdo, ripostaría un economista alemán, pero primero que Italia o España hagan sus deberes y equilibren sus cuentas fiscales.
Hasta las fronteras internas se han vuelto a levantar en clara contravención con el Acuerdo de Schengen. Cada quien se las está arreglando como puede para enfrentar la emergencia, una vuelta a la autarquía, cuyo principal responsable es Bruselas con su incapacidad de articular respuestas comunitarias.
Hay muchas ventajas en la emisión de los coronabonos. La principal es que a través de ellos los países más afectados tendrían mayor capacidad de financiar sus necesidades, que se estima serán muy elevadas tras esta crisis, a un coste menor; los inversores confían más comprando eurobonos, pues asumen menos riesgo, que comprando deuda soberana de un país concreto que tiene una mala situación económica y malas perspectivas (lo que hace que aumente su prima de riesgo).
De igual forma, los coronabonos permitirían dar un cierto balón de oxígeno y por tanto amortiguar los efectos de la crisis que van a pasar los países más afectados, favoreciendo no sólo la liquidez del sistema sino el impulso de políticas fiscales que permitan relanzar la economía con mucha más fuerza una vez haya pasado la crisis sanitaria.
Ahora bien, varios países continúan insistiendo en la mutualización de la deuda pública, algo a lo que tanto los Países Bajos como Alemania se oponen. La postura de España parece ser, según se desprende de las palabras de Calviño, la de arrancar ahora un compromiso político para su puesta en marcha en el medio plazo. «Es importante que avancemos lo antes posible en una verdadera respuesta europea para la financiación a medio plazo del plan de inversiones para la recuperación posterior de la economía», ha dicho la vicepresidenta económica.
Alemania y Países Bajos, de hecho se oponen. Merkel dijo hace ocho años que mientras ella gobernara no permitiría este tipo de emisiones. Ahora bien, como esto es una pandemia que está afectando a todos los países, incluida Alemania, hay una ventana de oportunidad para que los acepte, probablemente con restricciones para evitar la mutualización de toda la deuda actualmente existente, y centrarla en la que es necesaria emitir para hacer frente a los efectos de esta crisis actual.
El IEE ve margen de mejora en la eficiencia del gasto público
Para ello habría que articular un vehículo de inversión específico, un fondo cuyos recursos se distribuirían entre los países que más lo necesiten, o bien limitar la mutualización a unas cantidades determinadas para evitar un efecto contagio entre economías y el riesgo de la estabilidad de la eurozona.
Es decir, que de nuevo se penaliza al país que hace mejor los deberes para premiar a quienes no han ido ni a clase porque esta pandemia se podría estar utilizando como excusa para que los países con mayores dificultades puedan conseguir esa mutualización de la deuda que llevan años persiguiendo. Este es el gran problema de la convergencia que históricamente intentan conseguir las políticas económicas y fiscales europeas.
España necesita los eurobonos para sobrevivir
España no va a poder salir de la crisis que se avecina si no es de la mano del resto de socios europeos. España no tiene la cantidad de dinero necesaria para hacer frente a la crisis económica que se avecina, de hecho, las medidas anunciadas por el Gobierno son más ruido que nueces pues se materializan en una inyección de hasta 17.000 millones, el resto hasta los 200.000 millones no es dinero que se inyecte en el sistema sino una declaración de intenciones sin los recursos públicos necesarios y apoyada en que el sector privado tiene que asumir 83.000 millones, cosa dudosa.NO ha hecho bien los deberes.
Prodavinci, el correo, abc