Fue condenado al ostracismo durante décadas, pero ahora el "halcón" Jeff Sessions se ha cobrado su revancha y se ha convertido en el fiscal general de EEUU, una posición que le permitirá hacer realidad sus ideas contra los inmigrantes y aplastar el crimen con su puño de acero.
Senador republicano por Alabama durante 20 años, Sessions, confirmado hoy por el Senado para dirigir el Departamento de Justicia, nunca había apoyado a un candidato de su partido para la Presidencia en la campaña de primarias. Hasta que apareció Donald Trump.
SENADO CONFIRMA A JEFF SESSIONS COMO FISCAL GENERAL DE EEUU
Entonces, en febrero de 2015, Sessions sorprendió a su partido al subirse a un escenario en Madison (Alabama) para mostrar su apoyo por el multimillonario neoyorquino, mientras llevaba una gorra roja con su lema de campaña: "Hacer a Estados Unidos grande de nuevo" ("Make America Great Again").
En muchos aspectos, Sessions es la antítesis de Donald Trump: voz suave y aguda, amable, inflexible en sus posiciones, hijo de un tendero, criado en el sur más tradicional de EEUU y un devoto metodista que en un par de años celebrará su aniversario de bodas de oro con Mary, su novia de la universidad.
Frente a ello, Trump se ha mostrado voluble en sus opiniones, se ha divorciado dos veces, proviene de una familia adinerada y se caracteriza por un estilo duro y lleno de exabruptos.
No obstante, los dos coinciden en su condición de rebeldes: se han enfrentado en numerosas ocasiones con la vieja guardia ("establishment") del Partido Republicano y se enorgullecen de compartir con la base más conservadora del partido el rechazo a los inmigrantes indocumentados y al Islam.
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Sessions ha sido el precursor de ese movimiento populista, aunque Trump es el que le ha dado voz, según reconoció en una entrevista con el diario Político en junio Steve Bannon, estratega jefe del mandatario.
"Ya fuese con el tema del comercio, de la inmigración o del Islam radical, Jeff Sessions ha sido el líder del movimiento, muchos años antes de que Donald Trump entrara en escena", dijo Bannon.
En numerosas ocasiones, el millonario neoyorquino ha expresado admiración por Sessions y sus propuestas para endurecer las leyes migratorias y crear una política de mano dura contra el crimen.
Ya en el Senado, Sessions fue en una de las voces más beligerantes contra los proyectos legislativos que debatió el Congreso en 2007 y 2013, con el fin de abrir un camino a la ciudadanía para parte de los 11 millones de indocumentados que se calcula que viven en el país.
En sus audiencias de escrutinio en el Senado, Sessions llamó "amnistía" al programa de Acción Diferida (DACA), proclamado por decreto en 2012 por el expresidente Brack Obama y que ha permitido frenar la deportación de 750.000 jóvenes que llegaron al país de niños y son conocidos como "dreamers" (soñadores).
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Trump ha prometido usar su poder Ejecutivo para derogar ese plan migratorio y Sessions ha asegurado que respaldará su eliminación y la defenderá como nuevo fiscal general de EEUU.
Más allá de la inmigración irregular, el nuevo fiscal general se ha mostrado en contra de conceder visados a extranjeros para trabajar en puestos de alta calificación porque, a su juicio, esa política impacta negativamente en los salarios de los estadounidenses y les priva de millones de puestos de trabajo.
"No creo que los estadounidenses quieran acabar con la inmigración, pero creo que afecta a los salarios", aseveró Sessions con fuerte acento sureño ante el comité judicial del Senado.
Inamovible, Sessions defendió en el Senado cada una de sus ideas: su oposición al aborto y al matrimonio homosexual, así como su propuesta para endurecer los controles a los refugiados e instaurar una política de mano dura para acabar con las pandillas y los carteles de narcotráfico.
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Sin embargo, los demócratas del Senado cuestionaron a Sessions por su etapa como fiscal para el distrito sur de Alabama (1981-1993), cuando fue acusado de hacer comentarios racistas, bromear sobre el Ku Klux Klan (KKK) y perseguir judicialmente a los defensores de los derechos civiles de los afroamericanos.
"Aborrezco al Ku Klux Klan, lo que representa y su odiosa ideología", se defendió Sessions durante las audiencias.
Esas acusaciones ya le impidieron alcanzar en 1986 el cargo de juez de la corte del distrito Sur de Alabama, puesto para el que le había nominado el expresidente Ronald Regan.
Sessions había apostado durante años por un Partido Republicano alejado de los grandes negocios y convertido en la voz de las preocupaciones y deseos de los trabajadores estadounidenses.
Sus propuestas fueron condenadas al ostracismo. Pero ahora, con el respaldo de Trump, Sessions podrá cumplir su sueño y poner las leyes migratorias al servicio de los estadounidenses de "raza" y no de los intereses de las grandes corporaciones interesadas en mano de obra barata.
EFE