Los resultados del proceso llevado a cabo el pasado 21 de noviembre en el país demuestran que la estrategia del gobierno de dividir a la oposición fue exitosa, siendo minoría logró arrasar con la mayor cantidad de gobernaciones y alcaldías que estaban en juego. La gran perdedora fue la Mesa de la Unidad Democrática, que apenas superó los 2 millones de votos.
Benigno Alarcón Deza / El Político
Los ciudadanos siguen reclamando unidad y la MUD no cumplió. Y precisamente la abstención de 58,2% se explica por la falta de unidad y coherencia, fue una abstención castigo. Lo que viene ahora es una lucha por el liderazgo, con primarias o no. En todo caso, lo que pareciera claro es que el terreno está abonado para el surgimiento de un outsider en el seno de la oposición
Como era previsible, la estrategia del gobierno de dividir a la oposición dio los resultados que esperaba.
A pesar de que la mayor parte de la población venezolana quiere y espera un cambio político en el país, el régimen salió airoso una vez más al ganar 19 de las 23 gobernaciones (falta por definir Barinas) con lo que nuevamente el mapa se vistió de rojo.
La explicación de esta derrota opositora tiene como principal elemento la división que se generó entre sus filas. Por una parte propiciada por el gobierno mediante la inhabilitación de dirigentes políticos, secuestro de las tarjetas de partidos políticos opositores como Acción Democrática, Copei, Voluntad Popular y Primero Justicia. Así como mediante la cooptación de dirigentes de estas y otras organizaciones. Y por otra, por la incapacidad de la dirigencia de lograr acuerdos y definir una estrategia coherente capaz de aglutinar voluntades.
MUD la gran derrotada
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) resultó la gran derrotada. En su mejor momento (las parlamentarias de 2015) llegó a tener 7,9 millones de votos. En las regionales de 2017 obtuvo 5 millones, pero en esta oportunidad solo alcanzó 2.139.543 votos.
Eso es un llamado de alerta especialmente si se toma en cuenta que la Alianza Democrática, que por primera vez tuvo presencia en el tarjetón electoral, obtuvo 1.363.003 votos.
Pero el PSUV también cayó, pues solo obtuvo 4.053.073 votos, mientras que en las regionales de 2017 se adjudicó 5.988.430. Es decir, perdió 2.265.774 en el camino.
Hay casos como el del estado Anzoátegui donde la Alianza Democrática, con José Brito, superó al gobernador opositor Antonio Barreto Sira. Otros tres gobernadores: Ramón Guevara Jaimes (Mérida), Laidy Gómez (Táchira), y Alfredo Díaz (Nueva Esparta), también perdieron la reelección como consecuencia de la división opositora.
División pasó factura en estados clave
La situación de Táchira fue dramática porque Freddy Bernal (PSUV) ganó con 315 mil votos, apenas tres mil votos más que Gómez. Si a ésta se le hubieran sumado los 52 mil votos que logró la MUD en esa entidad, esa gobernación no hubiera pasado a manos del oficialismo.
Hay que recordar que Laidy Gómez, luego de ser expulsada de Acción Democrática (AD) por aceptar juramentarse ante la ANC, se pasó a la AD de Bernabé Gutiérrez.
En cuanto al estado Miranda, aún sumando los votos nulos, David Uzcátegui no hubiera logrado la victoria. Es de destacar que los municipios mirandinos capitalinos, como Baruta, El Hatillo y Chacao, destacaron por una baja participación en los comicios, de apenas 25%.
Llama la atención que, en Miranda, los principales dirigentes de Fuerza Vecinal vienen de Primero Justicia y comienzan a perfilarse como un factor de peso. Debilitando al partido amarillo.
Las tres victorias
Si bien el estado mirandino es la cabeza visible de Fuerza Vecinal, ya se están observando algunos movimientos interesantes como en Nueva Esparta. Donde su abanderado Morel Rodríguez logró alzarse con la gobernación. También logró avances en Trujillo.
Además de la gobernación de Nueva Esparta, la oposición ganó en el Zulia, con Manuel Rosales y en Cojedes con José Alberto Galíndez. En estos tres casos, destaca que en el pasado desarrollaron una gestión como gobernadores en sus estados de la que se mantiene una memoria positiva.
Algunos analistas creen que, a través de estos gobernadores, el gobierno estaría configurando la oposición que quiere. Cuyo liderazgo está marcado por su trayectoria desde épocas prechavistas.
El oficialismo, en su estrategia de fragmentar, logró sacar del camino a líderes opositores jóvenes o emergentes que tienen el potencial para crecer. Ha favorecido y mostrado más tolerancia hacia liderazgos más conservadores.
Consecuencia de ello, de forma premeditada o no, se refuerza la narrativa tradicional del régimen. Que contrapone al actual gobierno con las figuras que representan el pasado o la cuarta república. Para quienes el éxito o fracaso de su gestión, dependerá en buena medida de su relación con el gobierno nacional.
Alcaldías…un juego distinto del gobierno
En cuanto a la Alcaldía Metropolitana, nuevamente la división entre líderes opositores. Es así como la imposición de Tomás Guanipa sobre Roberto Patiño por parte de la MUD, apuntaló el triunfo de la oficialista Carmen Meléndez. Lo que se tradujo en un duro revés para el partido de Guanipa (Primero Justicia), dado que Antonio Ecarri (Lápiz) lo superó.
A nivel de alcaldías, los sectores políticos no identificados con el PSUV obtuvieron 117. Donde 59 corresponden a la MUD y 37 a la Alianza Democrática. Mientras el partido oficialista se quedó con 205 alcaldías.
Si bien el régimen sacó caso el doble de alcaldías que todos los demás partidos sumados, resulta evidente el efecto que la abstención y la dispersión del voto tuvo sobre unos resultados que le permitieron al régimen dominar el proceso electoral, con tan solo una cuarta parte del electorado.
Asimismo, resulta evidente que la gente privilegió concentrar el voto en en las candidaturas locales, lo que contribuyó a la dispersión a nivel regional. Ante las dificultades para votar de manera cruzada en una mega-elección. En la que los candidatos preferidos a nivel regional y municipal no necesariamente coincidían en la misma tarjeta.
Hay que tomar en cuenta también que de alguna forma la presión sobre los partidos nacionales por participar en el proceso comicial surgió, en buena medida, de quienes aspiraban a ocupar cargos locales.
Sin embargo, resulta esencial comprender cómo funcionan las dinámicas electorales subregionales en los regímenes autoritarios. En el que el clientelismo competitivo político se origina y promueve la competencia por cargos a nivel subnacional. En detrimento de la capacidad competitiva a nivel nacional.
Precisamente, los gobiernos autoritarios hegemónicos tienden a estimular elecciones de cantones, comunas, etc., tal como sucede en África o Eurasia. Lo que mantiene a los políticos ocupados en una dinámica local, que consume todo su tiempo y recursos.
Las oposiciones
Uno de los aspectos que debe observarse con cuidado es la calificación de oposición a quienes no fueron candidatos del oficialismo, más allá de las disidencias del chavismo.
En ese sentido, resulta complicado pensar que todo lo que no era apoyado por el Gran Polo Patriótico debe contarse como oposición, cuando algunos candidatos de ese grupo se identifican más con el gobierno que con el sector opositor.
Por eso hay quienes piensan que no todo se divide simplemente en rojos y azules.
Otro factor que generará una línea divisoria en la cancha de la oposición es el debate sobre la activación del Referendo Revocatorio, que debería ser activado a comienzos de 2022.
Y si bien hay quienes, que como Capriles y Stalin González, consideran que es mejor concentrarse en las presidenciales de 2024, luce difícil que el resto del liderazgo acepte poner en pausa la lucha contra el régimen entre 2022 y el 2024, y renuncie a iniciativas como el revocatorio, que ya para julio contaba con casi 80% de aprobación de la población.
Factores como el revocatorio, la negociacion, el proceso ante la Corte Internacional Penal, el juicio contra Alex Saab, entre otros, podrían visibilizar las diferencias entre oposiciones que, por razones de economía política, podrían organizarse en dos grupos principales. El de una oposición moderada y más inclinada a cohabitar con el régimen, y otra más radical que no aceptará desescalar el conflicto y mantener el statu quo.
La abstención castigo
Lo más destacado de los comicios del 21 de noviembre fue el funcionamiento de la estrategia gubernamental que, para superar la desventaja de ser minoría, dividió a la oposición para derrotarla. Generando fragmentación y una abstención del 58,2 % que la afectó con mayor fuerza.
Una explicación sobre la abstención, adicional a la que se produce por falta de expectativas sobre su utilidad, y que no puede subestimarse, es la que proviene del el voto castigo. Es una expresión de rechazo y escarmiento por las incoherencias, por la falta de unidad.
De la misma forma el régimen también ha sufrido los efectos de una abstención que se manifiesta como una especie de rechazo, por razones distintas.
Seguirá la presión internacional al gobierno
En toda esta revisión de lo ocurrido de cara a las megaelecciones recientes, es necesario resaltar el informe preliminar de la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Unión Europea.
Según los expertos, se trata de un documento impecable que, si bien no abarca todos los detalles, tocó puntos fundamentales como el ventajismo oficial, la falta de condiciones competitivas, el uso de los recursos del Estado a favor de los candidatos oficialistas, la ausencia de Estado de derecho y la no división de poderes, entre otros.
Paralelamente a ello, los voceros del gobierno de Estados Unidos no reconocieron integridad alguna a la elección, pero evitaron asumir posiciones extremas.
Se mantiene el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino y la disposición a utilizar todas las herramientas de presión para que la situación de Venezuela se resuelva, específicamente en lo que llaman las dificultades estructurales (Estado de derecho, separación de poderes).
Borrell también mencionó elecciones presidenciales.Con los resultados electorales y la posición de importantes actores internacionales como la UE y Estados Unidos, el gobierno se atrinchera.
Está consciente de que no se van a desmontar las sanciones. Y, de acuerdo con lo señalado anteriormente, no es previsible pensar que la posición de EEUU se va a modificar de manera sustancial durante el venidero año.
Esto, de alguna manera, afecta al gobierno de Maduro que estaba manejando escenarios de flexibilización de sanciones, como mínimo, que permitirían mejorar la economía y darle un respiro a lo interno.
En ese sentido, no pareciera que se vaya a dar razón para que el gobierno se aleje del proceso de mediación iniciado en México, donde tratará de modificar la configuración de las partes representadas en la mesa de negociación.