El muro con México y las trabas a los migrantes de Donald Trump han tenido un efecto inmediato en la frontera: en los primeros tres meses de su mandato, se redujo a mínimos el número de detenidos por la Patrulla Fronteriza de EEUU.
En enero fueron aprehendidos 43.000 inmigrantes en toda la frontera con México, de 3.185 kilómetros, en febrero menos de 24.000 y en marzo la cifra no llegó a 17.000, cuando en el verano de 2014 se habían alcanzado récords de 60.000 personas al mes.
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En el refugio mexicano Senda de la Vida, en lo alto de una colina a orillas del Río Grande (llamado Bravo por los mexicanos) que permite ver con claridad el lado estadounidense, buscan pan y cobijo los migrantes, sobre todo centroamericanos, que han conseguido eludir la muerte en el camino.
Tras cruzar el río, lo más probable es ser capturado por la Patrulla Fronteriza estadounidense, que espera al otro lado con una fuerte presencia de personal motorizado, lanchas y sensores infrarrojos. Trump ha prometido contratar a 5.000 nuevos agentes.
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Entre 2014 y 2016, cuando se multiplicó la llegada de indocumentados de El Salvador, Honduras o Guatemala, los detenidos eran liberados si se trataba de familias con niños o la estadía en centros de detención se prolongaba.
En el centro de Cáritas en la ciudad de McAllen (Texas), dirigido por la hermana Norma Pimentel, se les proporcionaba comida, una ducha, una cama y poco después un billete de autobús para reunirse con sus familiares en EEUU, donde iniciaban una vida en clandestinidad.
Fuente: EFE