Descartado que Mariano Rajoy vaya a prescindir ahora de su única vicepresidenta política, Soraya Sáenz de Santamaría, el gran debate por dilucidar de su nuevo Gobierno se centra en saber si tendrá dos vicepresidencias o sobre cómo reorganizará las desperdigadas competencias de toda el área económica. En el PP dan por seguro que el ministro de Economía, Luis de Guindos, continuará en el Gabinete por sus contactos básicos en la Unión Europea, pero sin lograr descifrar con qué nivel y con cuántos departamentos a su cargo.
En las quinielas de ministrables del nuevo equipo de Rajoy hay varios unos fijos: Soraya Sáenz de Santamaría, Rafael Catalá, Fátima Báñez, Íñigo Méndez de Vigo, Isabel García Tejerina, que ya están ahora; la incorporación de Dolores de Cospedal (para un Ministerio importante o de Estado como Interior, Defensa o Fomento); y la promoción de hecho de Luis de Guindos. El presidente es el único que maneja todos los datos pero en su entorno aventuran que uno de los quebraderos de cabeza que aún no ha resuelto tiene que ver con el papel que le reserva a Guindos en este nuevo mandato.
Al ministro de Economía, independiente de carné y de comportamiento, se le reconoce en el PP la labor ingrata que ha realizado durante estos años por Europa y por todo el mundo para negociar y promocionar la situación financiera de España y evitar el rescate total. En sus viajes Guindos ha profundizado sus contactos con responsables económicos de la Unión Europea y las instituciones multilaterales que luego exigen a España el cumplimiento de sus compromisos y los plazos para llegar a los objetivos de déficit. Es una interlocución muy valiosa de la que Rajoy no quiere prescindir en estos momentos, cuando Europa reclama de forma periódica ajustes y, ahora, recortes a corto plazo por un importe de 5.500 millones de euros.
Entre los colaboradores de Rajoy nadie duda, por tanto, de que Guindos continuará en el Ejecutivo pese a sus postulados al final del anterior mandato sobre que estaba de salida y su presentación frustrada para presidir el Eurogrupo.
El problema para el que Rajoy no ha encontrado solución es cómo encajar un nuevo rol para De Guindos sin otorgarle el rango de vicepresidente, con la reorganización de esa área económica con más atribuciones y con el mantenimiento en sus funciones, pero con menos poder, de su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
¿Otro vicepresidente?
En 1996, en la primera época del Gobierno de José María Aznar, Rodrigo Rato fue nominado como vicepresidente económico y ministro de Economía y Hacienda con cuatro secretarios de Estado: Economía, Hacienda, Presupuestos y Comercio y Turismo. Luego, en el año 2000, reestructuró su amplio equipo y añadió otra secretaría de Estado más con Energía. Guindos estuvo aquellos años bajo su mando y su anhelo sería conseguir ahora algo parecido porque esa estructura única le gusta. Su relación con Montoro no ha sido buena y muchas veces ha acudido a Bruselas sin toda la información que le habría gustado sobre el déficit público y sobre las cuentas de las administraciones procedente del Ministerio de Hacienda. Pero controlar todas esas materias es una tarea ingente para un político con una agenda de viajes internacionales tan frecuentes y le señalaría además como una figura casi más relevante que un vicepresidente normal.
Ese tipo preferencias, además, no son normales en un político como Rajoy, que sabe de las incompatibilidades manifiestas entre varios de sus ministros y compañeros del PP, como las de Sáenz de Santamaría con Cospedal y José Manuel García Margallo, y las alimenta o deja correr sin tomar partido jamás.
Con información de El País