El pacto entre PP y Ciudadanos para la Mesa del Congreso ha abierto la actividad parlamentaria y un resquicio para la esperanza en el PSOE. Desde Ferraz se insiste con firmeza en que a Mariano Rajoy le dan los números para la investidura si negocia con sus «afines ideológicos», por lo que no es necesaria la connivencia de los socialistas en ninguna ecuación. Una hipótesis que sostienen para eludir la presión que les intentan trasladar desde Génova y que ayer se vio, en parte, reforzada por el movimiento de Convergència y el PNV para favorecer a los populares. Si el lunes Sánchez animaba –ante los grupos parlamentarios socialistas en el Congreso, el Senado y Europa– a que Rajoy desbloqueara las relaciones con los partidos de corte independentista, «sacando a los 17 diputados de ERC y CDC del limbo», ayer directamente le marcó el camino al presidente en funciones para que se mantenga en La Moncloa apoyado en los votos de quienes defienden la ruptura con España. Una tesis que el PSOE prefirió no asumir en la investidura de Sánchez y que, de no haberlo hecho, le habría convertido en presidente del Gobierno.
Fue el portavoz socialista, Antonio Hernando, quien –nada más finalizar la sesión– compareció ante los medios para utilizar lo que allí acababa de suceder como argumento para desentenderse de la investidura del candidato popular. Hernando animó a Rajoy a transitar «la senda de los 179 diputados» –PP (137), C’s (32), cinco de CDC y cinco del PNV–, que se había abierto en la constitución de la Mesa del Congreso, y a «convertir esos votos secretos en públicos en una sesión de investidura». El portavoz socialista procuró volver a colocar todos los focos sobre el PP, «porque ha demostrado que puede llegar a acuerdos con nacionalistas e independentistas» y se preguntó «¿a cambio de qué?» se produjeron esos apoyos. «Rajoy ha roto una barrera», se felicitó Hernando, que consideró que con el aval de estos partidos se despeja el camino al Gobierno del candidato popular.
La posibilidad de no tener que facilitar la investidura del presidente en funciones deja –no obstante– un regusto amargo en el PSOE, que ve cómo –ante la imposibilidad de articular una mayoría en torno a su proyecto– la puerta que Sánchez había dejado abierta, para intentar formar gobierno si Rajoy no lo conseguía, se cierra. La cerraron los partidos nacionalistas, al preferir alinearse con el eje derecho al izquierdo del Hemiciclo –Iglesias tentó sin éxito a Convergència para que apoyase la candidatura de Xavier Domenèch para presidir el Congreso–, y la cerró el propio líder de Unidos Podemos, que, al ver fracasar esta empresa, por fin comprendió que «los números no dan» para estructurar un ejecutivo de izquierdas alternativo al PP y que Pedro Sánchez «tendrá que elegir entre favorecer un gobierno de Rajoy o abocar a España a unas terceras elecciones».
Con información de La Razón