El presidente de El Salvador prometió cambiar el país de pies a cabeza. Tras cien días en el poder, combina su estilo carismático con un plan represivo contra la delincuencia.
El POLÍTICO
Conocido como "el golondrino", por el emblema de su partido, Nayib Bukele, el carismático exalcalde de San Salvador, logró la mayoría en las elecciones presidenciales con un discurso irreverente ante la desgastada política tradicional y un estilo joven.
Bukele tiene empatía con los jóvenes y conecta con ellos vía redes sociales, presentando sus propuestas por Facebook Live. Como alcalde de San Salvador se identificó con los "millenials". Nació el 24 de julio de 1981. Tiene dos hermanos, Yamil y Karim. Su padre, Armando Bukele, era un un doctor en química industrial y representante de la comunidad salvadoreña de origen árabe-palestino.
Bukele estudió derecho en la jesuita Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador, aunque sus oponentes le cuestionan que no logró graduarse por dedicarse desde los 18 años a trabajar en una empresa de su padre. Es casado con Gabriela Rodríguez en 2014, y tienen una niña.
Exintegrante del FMLN
La familia Bukele simpatizaba con los principios de justicia social que enarbolaba la guerrilla izquierdista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En 1999, trabajó en una campaña presidencial que el FMLN no ganó. En marzo de 2012, ganó la alcaldía del pequeño municipio de Nuevo Cuscatlán bajo la bandera del FMLN, y de 2015 a 2018, fue alcalde de San Salvador.
Como alcalde de la capital, sus proyectos emblema fueron la iluminación de toda la ciudad y la recuperación y remodelación de parte del centro histórico. Pese a que las bases del FMLN lo apoyaron para un segundo período como edil capitalino, el partido lo expulsó el 10 de octubre de 2017 por un altercado con una concejala.
Contra el bipartidismo
Durante su campaña, Bukele arremetió contra los 20 años de gobiernos de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y los casi 10 años del FMLN. En las presidenciales , se presentó bajo la bandera celeste de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA, conservadora).
"Los mismos de siempre pensaron que nuestro pueblo nunca iba a despertar, intentaron decirnos incansablemente que hacer las cosas bien era imposible", sostuvo en su cierre de campaña."Esta batalla es por cada salvadoreño que ha sido ignorado y abandonado por los gobiernos de turno; por cada salvadoreño que le tocó migrar y dejar todo atrás", añadió Nayib.
Con su victoria en las elecciones de este 3 de febrero, Nayib Bukela puso fin a años de bipartidismo, dejando atrás el periodo de la posguerra.
Cuando Nayib Bukele fue juramentado como presidente de El Salvador en junio de este año, la esperanza en un nuevo comienzo político era grande entre sus compatriotas. Una mayoría enorme de salvadoreños y salvadoreñas votó por el joven de 37 años y lo convirtió en jefe de Gobierno en la primera vuelta de las últimas elecciones. Bukele prometió darle solución sostenible a grandes problemas del país, como los altos índices de homicidios, la corrupción endémica y la falta de perspectivas de desarrollo para amplios sectores de la población. Esos son los mismos desafíos que varios Ejecutivos se vieron incapaces de superar durante décadas.
al cumplir cien días en el poder este 7 de septiembre, todavía no se sabe exactamente qué hará Bukele para honrar la palabra empeñada. "Él ni siquiera ha presentado un programa de Gobierno oficial para los próximos años. Hasta ahora, el foco de su Ejecutivo se ha mantenido sobre los asuntos de seguridad y las relaciones exteriores”, subraya desde San Salvador el analista económico Luis Membreño,
Seguridad, tema prioritario
En materia de seguridad, Bukele ha generado grandes expectativas. El Salvador lucha desde hace lustros con una de las tasas de homicidios más altas del mundo; la violencia ejercida por las pandillas les ha permitido a estas bandas de jóvenes delincuentes asumir el control de vecindarios enteros.
El Estado lleva tiempo intentando ponerles coto recurriendo a tácticas represivas cada vez más severas, pero sin éxito. Bukele propuso aplicar una estrategia diferente: enfatizando que las pandillas no sólo constituyen un problema de seguridad, sino también un problema social que sólo puede ser resuelto mediante labores de prevención y la oferta de posibilidades de desarrollo para los miembros de las bandas criminales. Lamentablemente, esas medidas no se han implementado hasta ahora.
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Lo que Bukele ha hecho desde que ascendió a la presidencia es continuar la política represiva de sus predecesores con ayuda de la Policía y el Ejército locales. Y, de hecho, ya ha tenido éxitos con ella. "Cuando las tropas militares son estacionadas en un lugar particularmente afectado por la violencia criminal y exhiben su fuerza, los delincuentes no pueden sino replegarse por un tiempo. .
En los últimos meses, varios ministros del Gabinete de Bukele han visitado zonas golpeadas por la marginación socioeconómica con miras a determinar qué posibilidades existen de crear nuevas oportunidades de desarrollo para sus habitantes. "Esas visitas son una buena señal, pero todavía no está claro qué es lo que se va a hacer en esos sectores”, dice Jessica Estrada, de la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), una institución afiliada a la organización Transparencia Internacional.
Tampoco se sabe a ciencia cierta hasta qué punto las pandillas podrían actuar como interlocutores directos del Gobierno con el propósito de reducir el número de asesinatos perpetrados en El Salvador. "Un diálogo de ese tenor podría ser un elemento importante, siempre qué éste se lleve a cabo de manera transparente”, observa Estrada, recordando que las conversaciones sostenidas hace seis años por voceros de las bandas criminales con portavoces del Estado fracasaron precisamente por la opacidad de las mismas.
Política exterior, cero conflictos
En lo que concierne a la política exterior salvadoreña, que está marcada principalmente por la relación de este Estado centroamericano con Estados Unidos, Bukele ha sabido evitar conflictos con el presidente de ese país, Donald Trump, en el ámbito migratorio. Cada año, cientos de miles de personas huyen de Honduras, Guatemala y El Salvador hacia el "gigante norteamericano”. La Casa Blanca ha respondido a ese fenómeno endureciendo las condiciones para la solicitud de asilo y persiguiendo sistemáticamente a los centroamericanos indocumentados en territorio estadounidense para luego deportarlos.
El mandatario salvadoreño ha preferido articular mensajes que atraigan a los capitalistas extranjeros, sobre todo, los estadounidenses. "En lugar de presentar a El Salvador como un país necesitado de ayuda, lo que ha hecho es destacar que ese Estado necesita inversiones internacionales para crecer económicamente. Ese es el tipo de discurso frente al cual Trump es todo oídos”, señala Estrada.
Estilo autocrático
La falta de mayoría legislativa no le ha impedido a Bukele poner en marcha sus proyectos en otras áreas: el hecho de contar con el apoyo de buena parte de la población le ha permitido solicitar nuevos créditos o hacer cambios presupuestarios sin que la oposición le ponga obstáculos.
Percibido como un as del mercadeo, Bukele también ha impuesto su voluntad apelando a un estilo de mando autoritario: no ha tenido tapujos en usar la red social Twitter para ordenarle a un ministro que despida a funcionarios estatales rebeldes o inicie proyectos de infraestructura sin mayor ceremonia. "A mucha gente parece gustarle ese estilo”, dice Membreño.
(erc/cp)
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