Emmanuel Macron es un candidato inusual para este momento de la política europea. En pleno auge de los discursos nacionalistas y populistas, este filósofo, politólogo y banquero de 39 años se manifiesta a favor de la globalización y de la Unión Europea (UE), y se ubica en el centro del espectro ideológico. Además quiere fortalecer los lazos con Alemania e implementar una política más "humana y eficaz" hacia los refugiados.
Para diferenciarse de Donald Trump, quien descree del cambio climático, invitó a científicos estadounidenses a radicarse en Francia para trabajar en el desarrollo de energías renovables. Frente a quienes, desde los extremos, culpan de todos los problemas al capitalismo o a los inmigrantes, Macron toma distancia tanto de la izquierda como de la derecha y se declara socioliberal. "Queremos preservar el modelo social francés. No haremos una política en detrimento de los asalariados, pero hay que reconocer la necesidad de tener un motor en la economía, y ese motor es la empresa", dijo poco tiempo después de asumir como ministro de Economía de François Hollande, en 2014.
"Los clivajes se corrieron. El eje izquierda—derecha es cada vez menos importante y fue suplantado por el eje abierto—cerrado. Ser centrista es por sobre todo ser pragmático y tomar medidas de diferentes lugares. Europa y la globalización están en el centro de su proyecto político, que es poner a Francia en conformidad con las reglas de la economía de mercado definidas por los economistas ortodoxos del FMI y del Banco Central Europeo. Pero es también ser liberal en el plano cultural, en acuerdo con valores tradicionales de la izquierda", contó Jean Chiche, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), consultado por Infobae.
El plan de Macron tiene cierta osadía porque Francia es un país tradicionalmente nacionalista y estatista, tanto por izquierda como por derecha. Decir que "la única soberanía es la europea", y proponer rebajas impositivas para los empresarios y cambios al rígido mercado laboral, no son expresiones políticamente correctas.
"No hay un centro fuerte en Francia como consecuencia de un sistema electoral que contribuye a polarizar al sistema político alrededor de dos grandes fuerzas. Los candidatos y los partidos de centro se ven siempre obligados a formar alianzas con los socialistas o con los republicanos para tener chances de ser elegidos en las elecciones legislativas. En el plano ideológico, el centro en Francia es proeuropeo y más bien liberal en el plano económico. Pero no es una corriente ideológica demasiado homogénea. Si es que hay un centro, se sitúa más cerca de la derecha", dijo a Infobae Loïc Blondiaux, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de París 1 Panteón-Sorbona.
Macron no sólo se distingue del resto por sus propuestas. De hecho probablemente no sea por eso que es, al menos por ahora, un contendiente exitoso. En un mundo en el que la imagen es cada vez más decisiva para el posicionamiento de un político, Macron destaca por su aire juvenil y moderno, que contrasta con el acartonamiento del político francés habitual. Algunos analistas lo comparan con John F. Kennedy, que llegó a la presidencia de Estados Unidos en 1961 impulsado fundamentalmente por su imagen fresca y espontánea, semejante a la de un galán de Hollywood.
"El quinquenio de Hollande dejó una decepción grande. Hay un rechazo creciente de los candidatos tradicionales. La confianza en las elites y en los partidos es igualmente débil. Todo esto beneficia a los postulantes que se presentan como portadores de un programa nuevo, como Macron y Marine Le Pen (del ultraderechista Frente Nacional)", explicó Romain Lachat, profesor del Centro de Investigaciones Políticas de Sciences Po, en diálogo con Infobae.
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