Cuando parecía que la situación entre Turquía y 10 países occidentales por la expulsión que de sus embajadores hizo el presidente Recep Tayyip Erdogan, las cosas tomaron un camino distinto y la tranquilidad ha retornado.
El Político
Los embajadores de Estados Unidos, Canadá, Francia, Finlandia, Dinamarca, Alemania, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia pidieron la liberación del empresario Osman Kavala. Un empresario turco que ha estado encarcelado durante cuatro años por haber participado en las protestas pro-democráticas del parque Gezi de 2013 y los disturbios posteriores. Fue liberado y vuelto a encarcelar bajo acusaciones más graves de implicación en el intento de golpe de Estado de 2016.
La cólera de Erdogan
Erdogán se sintió especialmente ofendido por la carta de las embajadas. Y proclamó en un acto público que estaba tramitando la declaración de "persona non grata" a los embajadores de todos estos países. Así lo hizo el Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía.
Era una crisis. Amenazaba incluso llegar a la ruptura de relaciones. Pero la diplomacia volvió a triunfar. Los embajadores, todos, publicaron una nota en la que prometen no inmiscuirse en los asuntos internos de Turquía.
El gozoso Erdogan
«Creemos que estos embajadores ahora serán más cuidadosos en sus declaraciones», dijo el presidente turco.
Para Erdogan, la "rectificación" de los occidentales "muestra que han dado un paso atrás en la difamación contra Turquía". Y que "aquellos que han manejado a nuestro país como han querido en el pasado entraron en pánico cuando Turquía tomó su propia posición".
En su discurso no escatimó pronunciamientos de fuerte contenido patriótico. Pasando por encima de todas las críticas que se puedan hacer a su forma de monopolizar el poder.
Erdogan sostuvo que "los jueces de Turquía no reciben órdenes de nadie. Era mi deber como jefe de Estado dar la respuesta necesaria a esta falta de respeto".
Para que los diplomáticos se abstengan de hacer algo parecido en el futuro, dejó claro que "cualquiera que no respete la independencia de nuestro país y las sensibilidades de nuestra nación, no importa cuál sea su título, no puede ser acogido en Turquía".
Erdogan ¿gana la partida?
Da la impresión de que este acceso de cólera de Erdogan no tenía como objetivo llevar las cosas al extremo. Y la declaración que han publicado las embajadas (mensajes similares al de la representación norteamericana o simple redifusión del mismo texto) le han servido para permitirle no tener que cumplir su palabra de expulsarlos y aparecer al mismo tiempo como gran vencedor en el pulso.
Erdogan ha ganado esta pulseada, que creó él mismo, gracias a que a nadie le conviene en estos momentos elevar las tensiones con un miembro tan relevante de la Alianza Atlántica.
A cambio de evitar esta crisis, sin embargo, el máximo dirigente turco puede sentirse muy reforzado. En momentos en los que la mala situación económica está erosionando su popularidad.
Erdogan se siente un nuevo Kemal Atartuk, padre de la patria turca, recordado por la histórica victoria contra Churhill en la batalla de Galipolis o de los Dardanelos.
Fuentes: ABC / El Confidencial /