La inesperada visita a Caracas de una delegación estadounidense, la de más alto rango que ha ido al país en más de cinco años, ha abierto la posibilidad de un "descongelamiento" de las relaciones con los EEUU.
El Político
Además, que se reanuden los esfuerzos para un descongelamiento y resolver la prolongada crisis política y humanitaria de Venezuela.
Mientras tanto, declaraciones de ambas partes ha sembrado la idea de que las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos podrían reactivarse.
Fue Estados Unidos quien tomó la iniciativa, revirtiendo repentinamente su negativa a hablar directamente con el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
La iniciativa fue aún más sorprendente a la luz del abierto apoyo de Maduro a Rusia tras su invasión a Ucrania.
Sin embargo, precisamente los acontecimientos en Europa Oriental son los que parecen haber desencadenado el cambio de postura de Washington.
¿Realmente EEUU necesita del petróleo venezolano?
La decisión de la administración de Joe Biden de prohibir las importaciones de petróleo y gas de Rusia en represalia por el asalto a Ucrania significa que debe encontrar fuentes alternativas.
Sin embargo, más allá de la cuestión del acceso a combustible, la importancia de esta parcial distensión para el conflicto en Venezuela y para la política de Estados Unidos en América Latina sigue siendo difícil de calcular.
La delegación que visitó Venezuela los días 5 y 6 de marzo, encabezada por Juan González, del Consejo de Seguridad Nacional (el principal asesor de la Casa Blanca para América Latina).
También incluyó a Roger Carstens, enviado especial para asuntos de rehenes, quien ha estado buscando la liberación de varios ciudadanos estadounidenses, que Washington considera están injustamente encarcelados en Venezuela.
¡Liberados! Principio del descongelamiento
En lo que se percibe como una medida esperanzadora para generar confianza, el gobierno de Maduro liberó a 2 de los 8 cautivos como resultado de la reunión.
La administración Biden le ha restado importancia a la cuestión del suministro de petróleo, insistiendo en que el viaje estaba planeado hace meses y que el tema de las importaciones de combustible “no es una conversación activa en este momento”.
Y es aquí donde las informaciones caen en lo especulativo. ¿Realmente Biden necesita del crudo criollo; es que nadie en la Casa Blanca está al tanto del deterioro de la industria petrolera venezolana, que supera el 90%?
Aunque las mayores reservas conocidas de hidrocarburos del hemisferio occidental se encuentran en el subsuelo venezolano y bajo sus aguas costeras, no hay como extraerlas.
Además, existe un problema: las sanciones de Estados Unidos prohíben las importaciones desde Venezuela y amenazan con graves consecuencias a los terceros que las faciliten.
Las sanciones, sumadas a años de mala gestión y corrupción, han contribuido a la ruina de la que fuera una prospera industria petrolera.
Venezuela ahora produce solo una fracción de los más de tres millones de barriles diarios que llegó a producir y no será fácil aumentar sus exportaciones rápidamente.
Cambios en el negocio
Entre sus cambios de políticas, reorientó las exportaciones de petróleo hacia el mercado asiático y en particular hacia China.
Al mismo tiempo, Estados Unidos estaba desarrollando su industria de yacimientos no convencionales, estimulado por los mismos altos precios del petróleo que ayudaron a mantener la popularidad de Chávez incluso mientras debilitó las instituciones democráticas de Venezuela.
Debido a estos dos factores, la ruptura de las relaciones fue menos traumática para el mercado estadounidense de lo que habría podido ser unas décadas atrás.
Venezuela, sin embargo, ha visto caer su producción de petróleo de cerca de 3,4 millones de barriles por día a principios de siglo a menos de una cuarta parte de esa cifra en la actualidad.
Incluso cuando los precios empezaron a subir aceleradamente, el país estaba mal equipado para aprovecharlo.
A pesar de que la extracción de su crudo cuesta poco, éste se vende con un gran descuento debido a las sanciones y su baja calidad, y el transporte a Asia implica unos gastos de transporte mucho mayores que si se vendiera a las refinerías de la oriental costa del Golfo de Estados Unidos.
La infraestructura del país, incluidas no solo las refinerías y los oleoductos sino también las carreteras y las redes eléctricas, se encuentra en un grave estado de deterioro.
Sumamente endeudada y en mora, excluida de los principales mercados financieros del mundo y asolada por la delincuencia y un gobierno muy partidista y a menudo corrupto, Venezuela no puede reunir el capital requerido para llevar a cabo las mejoras que necesita.
PDVSA regalada es cara
Sobre el papel, hay margen para un acuerdo rápido entre Caracas y Washington en el que este último conceda licencias a compañías petroleras extranjeras.
Dicho acuerdo no es solamente para producir y exportar petróleo, sino también para recibir pagos de la compañía petrolera estatal de Venezuela, PDVSA, sin levantar las sanciones.
En el corto plazo, Venezuela no puede aumentar su capacidad para compensar la pérdida de importaciones a Estados Unidos desde Rusia, que en 2021 alcanzaban casi 700 000 barriles por día, de los cuales 200 000 barriles eran de crudo y el resto productos derivados del petróleo.
Esto es casi tanto como el total de las exportaciones actuales de Venezuela.
En un futuro inmediato, las exportaciones de Venezuela no harían mella en el precio mundial del crudo.
Dependiendo de las condiciones, eso le podría permitir a Chevron recuperar parte de la enorme deuda que PDVSA tiene con esta compañía.
Biden
Aunque se vislumbra un camino a seguir, está plagado de obstáculos.
Un acuerdo sobre unas elecciones presidenciales creíbles en 2024 que asegure el consentimiento de todos los contendientes no está a la vuelta de la esquina.
El camino de regreso a un Estado legítimo y funcional en Venezuela probablemente sea largo y lleno de dificultades.
De un lugar inesperado, puede haber surgido una oportunidad para poner en marcha ese proceso.