El mandatario ruso, Vladímir Putin, reconoció la semana pasada durante una reunión con los miembros de su Gobierno que en el flamante cosmódromo Vostochni (oriental) “roban cientos de millones” de rublos. “Se ha dicho cien veces: trabajen de forma transparente, se asignan grandes sumas. El proyecto tiene importancia de carácter nacional. Pero roban cientos de millones”, advirtió indignado ante sus ministros. Según sus palabras, “hay decenas de caso penales abiertos, dictámenes judiciales, gente en la cárcel, pero allí -en Vostochni – no se ha conseguido poner orden”, informó ABC Internacional.
El Político
El reportero Rafael Mañueco reseña que tras estas inquietantes revelaciones del máximo dirigente del país, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, fue asaeteado a preguntas poco después, durante su habitual comparecencia ante los medios, y tuvo que explicar de qué se estaba hablando. “En total, fueron sustraídos en Vostochni 11.000 millones de rublos -unos 157 millones de euros-, de los cuales se recuperaron 3.500 millones”, en torno a 50 millones, aclaró Peskov.
Dijo también que «en la primera fase de las investigaciones judiciales fueron abiertos 128 procesos penales reunidos después en un total de 32 causas» y añadió que hay ya una treintena de personas condenadas. El portavoz presidencial lamentó además el hecho de que “cinco de las 19 instalaciones del cosmódromo no han sido todavía concluidas”.
La base espacial rusa de Vostochni, que se encuentra en la región rusa de Amur, en Extremo Oriente, junto a la frontera con China, fue concebida para no depender del cosmódromo de Baikonur, que se encuentra emplazado en un país extranjero, en Kazajistán, algo lesivo para Putin desde el punto de vista del orgullo nacional. Desde Baikonur siguen hoy día efectuándose los principales lanzamientos, los de las naves Soyuz a la Estación Espacial Internacional (ISS), en cooperación con la NASA, los de las naves de carga Progress y los de numerosos satélites artificiales.
Dotarse de un cosmódromo propio
Así que el presidente ruso decidió, el 6 de noviembre de 2007 mediante un decreto, que ya era hora de dotarse un cosmódromo propio y hacerlo en la región de Amur, en una zona que, al estar poco poblada, disminuía el riesgo de que los fragmentos de los cohetes, tras su desprendimiento en vuelo durante el lanzamiento, pudiesen caer sobre algún centro de población. Allí existía ya una vieja base de misiles de la época soviética llamada Svobodni (libre).
Pero los trabajos de construcción en sí no comenzaron en Vostochni hasta 2012. El primer lanzamiento se había programado para 2015, pero tuvo que posponerse hasta el año siguiente, algo que irritó a Putin. Los trabajadores del complejo se declararon en huelga de hambre en protesta por el impago de sus salarios. Además, el presupuesto inicial que se había previsto quedó desfasado. La suma invertida hasta el momento supera los 300.000 millones de rublos (4.285 millones de euros) y parece que está aún lejos de ser la definitiva.
Los expertos críticos con Putin le reprochan haber creado un sistema en Rusia de corrupción total y no ser capaz ahora de ponerle freno. Y es que al frente de Roskosmos, la agencia espacial rusa, sigue estando Dmitri Rogozin, un ultranacionalista cuyo único mérito fue siempre aplaudir las iniciativas antiamericanas y antieuropeas de Putin. Se le acusa, entre otras cosas, de no saber ni entender nada de cohetes y naves espaciales, concluye el portal.
Fuente: ABC Internacional