Cientos de trabas y retrasos no van a impedir que se validen las firmas requeridas de esta primerísima fase del proceso revocatorio. A pesar de las inauditas normas, construidas con la única finalidad de hacer realidad los deseos del poder, se alcanzarán las validaciones requeridas, pero con un margen que le permita a los laboratorios del fraude presentarse con cualquier sorpresa cuando den el resultado de esta primera etapa.
Es una burla, el acto de caradurismo más grande (por ahora) del CNE, pretender que sea cierto que el movimiento político que obtuvo más de 7 millones de votos hace menos de 6 meses, no pudo recoger menos de 200.000 firmas. Pero si el poder y sus intereses asociados creen que es necesario, pues lo harán. No importa cuántas huellas o firmas tengamos hasta el próximo viernes, si en los planes está patear el referéndum de una buena vez y no seguir con el jueguito de la próxima etapa, pues se jugarán la carta que, a sabiendas, puede que sea la última.
De ser así, anunciarán con la pose de la mentira que todo el país desprecia, la sarcástica sonrisa de los psicópatas y con la pomposidad marcial que tanto le ha servido a la hipocresía, la suspensión del mecanismo constitucional.
Si tuviera que apostar, me inclinaría por la continuación de la partida. Es posible que aún no estén tan derrotados como para lanzar al país de una vez a la ingobernabilidad. Si lo hiciesen, realmente el final está mucho más cerca de lo que imaginábamos.
Es de suponer, entonces, que anunciarán la superación de la etapa con escaso margen, o al menos el suficiente como para seguir el juego y darles carroña argumental a los constructores de la propaganda oficial y sus mentiras sobre la debilidad de la oposición.
Divo Gordo
Mensaje que a su vez será el alimento para el oportunismo que busca en los divisionistas de la oposición un reposicionamiento con miras al poder.
En resumen, estamos próximos a asistir a un repetido capítulo de esta tórrida lucha por sacar del poder al origen de nuestras desgracias. En buenas cuentas, todos sabemos que detrás de estas maniobras políticas, no hay ni una sola que construya viabilidad futura para sus planes. Son brazadas para mantener a flote un proyecto que lleva rato hundido.
Pero mientras el gobierno sigue su estrategia en dirección a la nada, la oposición, la alternativa que tiene el país sobre el futuro, no puede perder la brújula y con ella su norte. Llevamos muchas semanas hablando de política electoral. Es mucho tiempo recordando e indignándonos con las jugarretas del poder. Mientras tanto el pueblo sigue en su mismo padecimiento. Con el día a día que la crisis le obliga a vivir. El pueblo olvidó la política como forma de resolver sus problemas. Sin buscarlo hemos logrado que la política le haya vuelto a sonar extraña, lejana, y ajena. Nuevamente la política dejó de tener que ver con la realidad.
Es cierto que lidiar con la mentira y la trampa gasta tiempo y energía, pero no podemos olvidar el verdadero objetivo, el centro del problema, la razón por la cual el pueblo desprecia al gobierno y ve con nuevos ojos otras opciones políticas.
El referéndum es un medio, superar la crisis y devolver la esperanza es el fin. Al país hay que recordarle que la nueva democracia siempre los tendrá de primero. El medio nunca sustituirá el fin. Recuperemos entonces el centro social del debate político. De lo contrario seguiremos llegando en la raya, y sin la indignación suficiente, a las condiciones institucionales necesarias para que ocurra el cambio político que necesitamos.
Divo Gordo
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Con Información de: El Nacional