La Comunidad española de Cataluña celebra su "Diada", fiesta autonómica que tiene lugar cada 11 de septiembre y que en los últimos años divide a la sociedad entre separatistas y partidarios de mantener la unión con España.
En esta ocasión, por un lado está el Gobierno autonómico (en catalán, "la Generalitat"), que, formado por partidos que promueven la secesión, ha protagonizado los actos institucionales.
Por otro, las fuerzas constitucionalistas: el gobernante Partido Popular (PP, centroderecha), el socialista PSOE, y el liberal Ciudadanos, cuyos líderes no han acudido a los tradicionales actos de la conmemoración del 11 de septiembre.
Y, por fin, la coalición izquierdista Unidos Podemos (comunistas incluidos), que es partidaria del referéndum por la secesión, aunque se declara partidaria de que la histórica comunidad siga siendo parte de España.
El acto más popular de la "Diada" es la manifestación que empieza a primera hora de la tarde (15,00 GMT) y a la que por vez primera acude un "president" de la Generalitat, cargo tradicionalmente "neutral" en el día de todos los catalanes.
Su titular, Carles Puigdemont, trató de movilizar a los ciudadanos con el discurso, también habitual, que pronunció la víspera, el sábado 10, para decir que el Estado español "ha desconectado" de Cataluña.
Puigdemont sostiene que Cataluña se encuentra "al final del proceso (de independencia) y hace falta mucha serenidad para culminarlo", según declaraciones que hoy publica el diario "Ara" ("Ahora", en castellano).
Las organizaciones secesionistas acuden separadas a la "Diada", por lo que cunde el temor a que no consigan la masiva participación de otros años.
Los partidos constitucionalistas, por su parte, lamentan que una celebración festiva y popular, el Día de Cataluña, haya sido, como dicen, "secuestrada" por el independentismo.
Aunque parezca una paradoja, la celebración de la "Diada" conmemora, en realidad, una derrota: la caída de Barcelona a manos de las tropa borbónicas durante la Guerra de Sucesión (1701-1713).
Este conflicto acabó con la firma del histórico Tratado de Utercht (1713) y la proclamación de Felipe V como rey de España, si bien a costa de grandes e históricas cesiones que convirtieron a Inglaterra en la nueva potencia hegemónica europea.
La Guerra de Sucesión fue un conflicto europeo que enfrentó a los partidarios del borbón Felipe de Anjou (España y Francia) con los países que apoyaban al Archiduque Carlos de Austria (dinastía de Habsburgo), mayormente Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal).
En España fue una guerra civil que enfrentó a borbónicos y austracistas, entre estos últimos buena parte de los catalanes, que resistieron hasta la capitulación de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.
Con información de EFE