El Ministerio de Igualdad de España promueve una reforma de la identificación de cada persona, que incluirá una tercera categoría y busca una casilla en el DNI para el tercer sexo. Alemania fue el primer país en estrenar la casilla «diverso» en el registro civil
El Político
El primer DNI en España se expidió el 20 de marzo de 1951. Fue en Valencia. Siete décadas después, el cambio que el Ministerio de Igualdad quiere imprimir en ese documento de identificación va a ser notable. Su intención es ir mucho más allá de un lavado de imagen, como sofisticar el encriptado digital o suavizar el diseño.
Unidas Podemos (UP) quiere una categoría específica para marcar el tercer género, una casilla nueva o tercera opción que se uniría a las actuales «masculino (M)» y «femenino (F)». Según aseguran fuentes que trabajan en el proyecto de la llamada «ley trans» del Gobierno de coalición, no acabaremos la legislatura «con el DNI como está ahora. También cambiará la inscripción en el registro civil.
El caso alemán
En agosto de 2018 y en cumplimiento de una sentencia del Tribunal Constitucional de noviembre de 2017, el Gobierno alemán incluyó en el registro civil una tercera casilla bajo la categoría de «otro» o «diverso», junto a las tradicionales «femenino» y «masculino».
Esta modificación está en vigor desde principios de 2019. La casilla puede ser marcada en el momento del registro de nacimiento, en el caso de los niños a los que médicamente no se pueda determinar con seguridad el sexo en el momento de nacer debido a alguna anomalía física. Tras la mayoría de edad, el afectado puede decidir mantenerse en esa categoría o pasar a una de las otras dos, argumentando su decisión.
La sentencia del Constitucional respaldaba a su vez la reforma legal emitida en 2013, en la que de acuerdo a los criterios del Comité Ético Alemán, se permitía a los padres no registrar a sus hijos como hombres o mujeres si no se podía determinar con claridad su género y que había sido leída hasta ese momento como que si un bebé no puede ser identificado como perteneciente al género masculino o femenino, debía dejarse sin rellenar el apartado correspondiente en el registro de nacimiento.
El objetivo principal de aquella reforma era la de evitar presiones sobre los padres en el momento del nacimiento del niño y la adopción de medidas precipitadas. La redactora de la reforma de 2018 fue la entonces ministra de Justicia Katarina Barley, que destacó que la modernización del registro civil se producía «con retraso». «Es hora de que se modernice la legislación vigente», justificó, y afirmó que la identidad de un individuo «debe ser reconocida como un derecho fundamental».
Hermafroditismo
La primera persona que se sirvió de la reforma legal en este país para cambiar su registro de género fue Lynn D., que nació como un bebé sano pero con características sexuales masculinas y femeninas, un caso del denominado «hermafroditismo versus». Le fueron extirpados los órganos sexuales masculinos, pero también los ovarios, y fue registrada como niña.
Lynn solo supo de la «adaptación» médica a los 20 años, y comprendió entonces las graves consecuencias de aquella decisión, como la necesidad de tomar de por vida hormonas y la esterilidad. «Fui al registro el primer día que fue posible para cambiarme a la casilla “diverso”», explicó.
«Para mí es importante saber que tengo un sitio en esta sociedad, que se me reconoce y acepta como soy, y pienso que para otros niños que nazcan con condiciones parecidas será más fácil si no es obligatorio rellenar qué son el primer día, en el certificado de nacimiento, con solamente dos casillas».
El mito de Hermafrodita
Si el mito abre la historia es porque Egea encontraba en este el origen del término: el hermafrodita resulta de la mezcla de Hermes y Afrodita, “de la molicie de la mujer y la virilidad del hombre”. Pero su propósito era precisamente lo contrario: más que revivir el mito, quería mostrar su imposibilidad, pues nadie en la naturaleza humana, decía, “posee la facultad de fecundar y al mismo tiempo ser fecundado”.
Lo que en el mito aparecía como la fusión completa de dos seres, aseveró años atrás su maestro Rodríguez, no era más que la confusión orgánica de un único individuo: “El hermafroditismo en los mamíferos, y muy especialmente en la raza humana, consiste en la apariencia más o menos grande de la unión de ambos sexos, y en algunos casos la confusión es tan perfecta, que casi se llega a creer en su existencia” (Rodríguez 1871: 391).
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