El impacto de la nueva oleada de aranceles del 145 % impulsada por la administración Trump ya se refleja con fuerza en los puertos de Estados Unidos, especialmente en el Puerto de Los Ángeles, el más grande y transitado del país.
Los primeros barcos provenientes de China llegan con hasta un 50 % menos de carga, mientras que minoristas y distribuidores cancelan pedidos para evitar asumir los elevados costos que duplican o triplican el precio de los productos importados.
Ante esta situación, muchos comerciantes prefieren almacenar sus mercancías en China en lugar de enviarlas a EE.UU. y pagar los aranceles, lo que podría provocar una caída de hasta el 60 % en las importaciones chinas durante los próximos meses. Esto anticipa una reducción significativa en la oferta de productos en el mercado estadounidense, con menos variedad en los estantes y precios mucho más altos para los consumidores.
La Federación Nacional de Minoristas prevé que las importaciones caerán al menos un 20 % en la segunda mitad de 2025, mientras que JP Morgan estima una caída aún más drástica, entre 75 % y 80 %, solo en productos chinos. Aunque algunos envíos libres de aranceles aún están llegando, se espera una desaceleración comercial importante tras el 27 de mayo, cuando entren en vigor plenamente las nuevas tarifas.
Las empresas estadounidenses se adelantaron acumulando inventarios antes de la imposición de los aranceles, lo que provocó un récord en el déficit comercial de marzo, pero esos stocks están llegando a su fin.
Según Gene Seroka, director del Puerto de Los Ángeles, si la situación persiste, los estantes no solo mostrarán menos variedad, sino que también reflejarán precios más altos, con un impacto directo en la inflación y el consumo interno.
En medio de esta escalada, China ha anunciado que iniciará negociaciones con Estados Unidos para buscar una solución a la guerra comercial, aunque mantiene firme su postura ante las medidas unilaterales. Próximamente, altos funcionarios de ambos países se reunirán en Suiza para tratar de aliviar esta tensión que ya está transformando el comercio global y los hábitos de consumo en la mayor economía del mundo.